El pasado 8 de mayo, se cumplieron 267 años del natalicio de don Miguel Hidalgo, con tal motivo se organizó un acto solemne -aplicando los protocolos sanitarios correspondientes- en el Colegio Primitivo y Nacional de San Nicolás de Hidalgo (UMSNH) a fin de recordar al académico y libertador.
Ese mismo día, en Guanajuato, el cronista municipal doctor José Eduardo Vidaurri Aréchiga publicó una investigación donde dio a conocer algunos aspectos de Hidalgo, antes de que iniciara el movimiento de independencia. Con el propósito de divulgar el contenido de ese trabajo para tener -como mexicanos- una idea más completa de Hidalgo, en esta colaboración transcribo algunos datos.
Hidalgo nació en el seno de una familia que era criolla de varias generaciones, la actividad principal era la agricultura. Su padre, Cristóbal Hidalgo se dedicaba a la administración de haciendas. Su madre, Ana María Gallaga y Villaseñor también procedía del ambiente rural. Un tío de ella, don Manuel Mateo Gallaga arrendó el rancho de San Vicente en la Hacienda de San Diego de Corralejo en Pénjamo, donde más tarde, llegó su padre don Cristóbal, para administrarlo.
Los padres de Hidalgo se conocieron en el año de 1749 y se casaron al año siguiente, tuvieron cinco hijos, Joaquín el mayor que nació en 1751, luego vino Miguel que nació en 1753 a quien bautizaron con los nombres de Miguel Gregorio Antonio Ignacio, después llegó José María, que por desgracia falleció prematuramente, luego otro niño que fue llamado también José María, para honrar la memoria del anterior y por último, nació Manuel, en un complicado trabajo de parto, que cobró lamentablemente la vida de la madre. Viudo, casó en segundas nupcias con Rita Peredo, con quien tuvo un hijo a quien llamaron Mariano.
La desgracia volvió a enlutar la familia con la muerte de Rita. El padre casó en terceras nupcias con Jerónima Ramos con quien tuvo cinco hijos más. Miguel Hidalgo quedó huérfano poco antes de cumplir nueve años. Sus grandes compañeros de infancia fueron sus hermanos, especialmente el mayor Joaquín, aunque los relatos refieren que Miguel, desde pequeño fue siempre amiguero, se relacionaba con los hijos de los peones y con todos, según refiere el historiador Fortino López, gozaba atrapando mariposas, cortaba flores, observaba las aves, pastoreaba y hacía travesuras.
Miguel llegó a ser un buen jinete, ordeñaba vacas, esquilaba ovejas y conocía bien lo relacionado con las labores agropecuarias. Aprendió a leer y escribir; también los principios de la doctrina cristiana y como dice el historiador Carlos Herrejón, fue ahí, en Corralejo, donde se inició en el aprendizaje formal de la música, particularmente del violín, ya que siendo aún muy joven, sabía tocarlo por nota. Su labor en San Felipe y Dolores le dio fama de cura ilustrado, era de “carácter amigable, ambicioso y rebelde”.
Le gustaba leer a los enciclopedistas franceses. Viajaba con frecuencia a Valladolid, Querétaro, San Miguel el Grande y Guanajuato, en donde hizo amistad con las personas más influyentes.
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