Las cartas generalmente se escribían a las personas que estaban lejos o ausentes, sin embargo, son obras con intención didáctica, moral o de otra índole. Pertenecen al género epistolar de procedencia romana. Las epístolas más antiguas son las 22 de Horacio; la más famosa es la que dirigió a los hermanos Pisones o Arte Poética. Las más conocidas son cualquiera de las incluidas en el Nuevo Testamento. Por su parte el epistolario es el género literario correspondiente a la carta en prosa.
En las cartas se dan todas las posibilidades expositoras, desde la comunicación íntima, hasta la que tiene un destinatario nominal y va dirigida a todos con el propósito de influir en el ánimo o las ideas de la sociedad, ésta denominada carta abierta.
Por antonomasia, son cada una de las cartas escritas por los apóstoles e incluidas en el Nuevo Testamento, porque exponen en conjunto, la doctrina cristiana y la universalidad del cristianismo.
Se ha observado que las mujeres destacan en el epistolar más que en cualquier otro género de literatura, por la capacidad que tienen de ceñirse a lo inmediato dejando de lado las abstracciones que no se usan en la comunicación breve.
Horace Walpole, el hijo del ministro inglés, es considerado paradigma del corresponsal perfecto; escribió unas treinta y cinco mil cartas. La correspondencia de cualquier escritor famoso sirve para descubrir, complementar o confirmar la personalidad que se le conoce a través del resto de su obra. Así, el filósofo Unamuno se muestra tan agitado y cargado de contradicciones como en cualquiera de sus ensayos o novelas. El origen del género epistolar lo encontramos en la reina persa Atosa. De la antigüedad grecorromana se conservan cientos de cartas con valor excepcional; entre ellas, algunas de las dieciocho atribuidas a Platón, o Epicuro o Cicerón o Séneca.
Interrumpo este análisis histórico de la importancia de las cartas como medio de comunicación y también del valor literario para comentar una actividad en el taller de Lectura y Redacción titulada “Pláticas a mano” en la escuela de mi nieto, (felicitaciones a los maestros) que consiste en escribir una carta hecha a mano dirigida a una persona adulta mayor, esto es, una carta breve de mi nieto Isaac Said a su abuelo.
Una vez asegurándome que las partes de la carta estén completas, transcribo el contenido. “Cheque: te agradezco todo lo que has hecho por nosotros, gracias por estar ahí, aunque no tengamos mucho que darte. Te damos nuestro amor y cariño junto al apoyo en todo lo que decidas hacer más adelante. Mami, Iván, Sherly, Marshall, Polar y yo. Te queremos mucho. Atentamente, Isaac Said Méndez Soto”. Cuando me entregó la carta mi nieto Isaac Said, me sorprendió porque he procurado dialogar y estar junto a él, a su hermano Iván, a mi “mamita” Liz y a sus mascotas.
Después de leerla me emocioné tanto, que mis palabras se transformaron en lágrimas, porque el amor es la esencia de la vida y del universo y si además, prometen respaldarme en futuros proyectos, me sentí libre, agradecido y feliz. Gracias, muchas gracias por la carta.
Escritor y docente
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