/ sábado 25 de agosto de 2018

De la educación

El tema de la educación en nuestro país es un tanto complejo de abordar; históricamente se viene hablando de ese rubro como si fuera ocupación solamente de las autoridades gubernativas correspondientes. Aunque ciertamente sabemos que esto es un error.

La educación no puede estar a cargo nada más de los profesores y maestros, pues éstos -especialmente los de nivel preescolar y primaria- vienen insistiendo a los padres de familia que es un trabajo en equipo: docencia, padres y alumnos, todos en la misma dirección.

El objetivo a lograr es formar gente de bien, gente educada, pues la verdad sea dicha, en este país hay un gran porcentaje de “maleducados”.

Pero ¿cuál es el tipo de educación al que nos estamos refiriendo? ¿Al de las aulas… al que finalmente hace que obtengas un título de determinada profesión o carrera técnica? ¿O a aquella que no se necesita de detentar tal o cual carrera?

Ciertamente no está reñida la una con la otra y lo más deseable es que encontráramos personas bien educadas, sin embargo, todos, absolutamente todos hemos constatado que existen individuos con estudios profesionales que dejan mucho que desear; y por el contrario, otros tantos que sin haber cursado siquiera la secundaria son dechado de respeto y educación hacia sus semejantes. En ambos casos el factor que interesa es el nivel de educación que se tenga, pero no tasado por diploma alguno, sino por los actos que se proyecten hacia sus semejantes, con título universitario o sin él.

Anteriormente, -hace aproximadamente medio siglo para atrás- se hacían más esfuerzos por obtener una educación con formación moral a los infantes. Así, se tenía por ejemplo la llamada “doctrina”, en la que algunas personas encargadas de ello acudían a los planteles educativos de nivel primaria para contribuir en la educación de los pequeños a través de la religión, y por ende en los temas axiológicos. Actualmente hay quien desconoce que eso se estilaba hace ya varias décadas, y que de paso sea dicho, daban buenos resultados. Actualmente, van otros tantos a hacer lo mismo, pero ya no en las escuelas primarias, sino en las cárceles.

Si actualmente alguien quisiera acercar o al menos plantear llevar a alguna persona a una institución escolar para que diera pláticas formativas o de religión, tendría inmediatamente obstáculos insuperables, incluso normativa impeditiva, aunado a muchos padres de familia que se opondrían a que sus hijos escucharan temas de religión a la que no pertenecen. Hay quienes inclusive ordenan a sus hijos no dar el saludo al lábaro patrio ni participar en eventos cívicos, mucho menos elevar un canto para honrar a la insignia patria. Esta división cada vez mayor, descansada –también hay que decirlo- en un derecho, hace que se tenga una libertad para cada individuo pero en sentidos opuestos, y cuando no se puede conciliar a todos, se ha optado por llamar a que se “respeten” los unos a los otros; así el “hermano aleluya o protestante”, que respete al católico y a la inversa; y va más allá, cuando no se nada en el mismo sentido, sólo queda “respetar ” las ideas de los demás; el que es hombre, pero quiera ser mujer, que lo sea, y los demás se hagan de la vista gorda; ideología de género, ya sabes; al que le guste “la mota” que la fume, y al que no le guste, pues que no se meta…, a final de cuentas ésta también –dicen- es una forma de “respeto” aunque no esté bien hecho esto o aquello.

Por eso, tocante a la Constitución moral que pretende elaborar el Presidente electo Andrés Manuel López Obrador se considera que todo intento no es propiamente vano, máxime cuando resulta ser cierto que este país necesita una transformación desde dentro, puesto que es innegable que se requiere y de manera superlativa que México tenga un mayor número de gente con valores, gobernantes y gobernados, todos, y que se destierren los vicios añejos… añejos? de la corrupción, la deshonestidad, y tantos males que han aquejado a la nación y que de no haber estado sumergidos bajo el lastre gubernativo que tuvimos por cerca de un siglo, seríamos ahora una potencia mundial. Será pues interesante ver el contenido de la futura Constitución moral que ojalá no vaya a proponer consecuentar a sinvergüenzas. oem-elsol-de-irapuato@hotmail.com


El tema de la educación en nuestro país es un tanto complejo de abordar; históricamente se viene hablando de ese rubro como si fuera ocupación solamente de las autoridades gubernativas correspondientes. Aunque ciertamente sabemos que esto es un error.

La educación no puede estar a cargo nada más de los profesores y maestros, pues éstos -especialmente los de nivel preescolar y primaria- vienen insistiendo a los padres de familia que es un trabajo en equipo: docencia, padres y alumnos, todos en la misma dirección.

El objetivo a lograr es formar gente de bien, gente educada, pues la verdad sea dicha, en este país hay un gran porcentaje de “maleducados”.

Pero ¿cuál es el tipo de educación al que nos estamos refiriendo? ¿Al de las aulas… al que finalmente hace que obtengas un título de determinada profesión o carrera técnica? ¿O a aquella que no se necesita de detentar tal o cual carrera?

Ciertamente no está reñida la una con la otra y lo más deseable es que encontráramos personas bien educadas, sin embargo, todos, absolutamente todos hemos constatado que existen individuos con estudios profesionales que dejan mucho que desear; y por el contrario, otros tantos que sin haber cursado siquiera la secundaria son dechado de respeto y educación hacia sus semejantes. En ambos casos el factor que interesa es el nivel de educación que se tenga, pero no tasado por diploma alguno, sino por los actos que se proyecten hacia sus semejantes, con título universitario o sin él.

Anteriormente, -hace aproximadamente medio siglo para atrás- se hacían más esfuerzos por obtener una educación con formación moral a los infantes. Así, se tenía por ejemplo la llamada “doctrina”, en la que algunas personas encargadas de ello acudían a los planteles educativos de nivel primaria para contribuir en la educación de los pequeños a través de la religión, y por ende en los temas axiológicos. Actualmente hay quien desconoce que eso se estilaba hace ya varias décadas, y que de paso sea dicho, daban buenos resultados. Actualmente, van otros tantos a hacer lo mismo, pero ya no en las escuelas primarias, sino en las cárceles.

Si actualmente alguien quisiera acercar o al menos plantear llevar a alguna persona a una institución escolar para que diera pláticas formativas o de religión, tendría inmediatamente obstáculos insuperables, incluso normativa impeditiva, aunado a muchos padres de familia que se opondrían a que sus hijos escucharan temas de religión a la que no pertenecen. Hay quienes inclusive ordenan a sus hijos no dar el saludo al lábaro patrio ni participar en eventos cívicos, mucho menos elevar un canto para honrar a la insignia patria. Esta división cada vez mayor, descansada –también hay que decirlo- en un derecho, hace que se tenga una libertad para cada individuo pero en sentidos opuestos, y cuando no se puede conciliar a todos, se ha optado por llamar a que se “respeten” los unos a los otros; así el “hermano aleluya o protestante”, que respete al católico y a la inversa; y va más allá, cuando no se nada en el mismo sentido, sólo queda “respetar ” las ideas de los demás; el que es hombre, pero quiera ser mujer, que lo sea, y los demás se hagan de la vista gorda; ideología de género, ya sabes; al que le guste “la mota” que la fume, y al que no le guste, pues que no se meta…, a final de cuentas ésta también –dicen- es una forma de “respeto” aunque no esté bien hecho esto o aquello.

Por eso, tocante a la Constitución moral que pretende elaborar el Presidente electo Andrés Manuel López Obrador se considera que todo intento no es propiamente vano, máxime cuando resulta ser cierto que este país necesita una transformación desde dentro, puesto que es innegable que se requiere y de manera superlativa que México tenga un mayor número de gente con valores, gobernantes y gobernados, todos, y que se destierren los vicios añejos… añejos? de la corrupción, la deshonestidad, y tantos males que han aquejado a la nación y que de no haber estado sumergidos bajo el lastre gubernativo que tuvimos por cerca de un siglo, seríamos ahora una potencia mundial. Será pues interesante ver el contenido de la futura Constitución moral que ojalá no vaya a proponer consecuentar a sinvergüenzas. oem-elsol-de-irapuato@hotmail.com