El historiador Will Durant, conocido por su obra “Historia de la civilización”, dijo: “Una gran civilización no es conquistada desde afuera hasta que no se haya destruido a sí misma desde dentro.”
Esta cita concuerda con la siguiente: “La libertad pública no sobrevivirá por mucho tiempo a la extinción total de la moral. El imperio romano, dice el historiador, debió haberse hundido aunque los godos no la hubieran invadido. ¿Por qué? Porque la virtud romana estaba hundida.” –Samuel Adams.
Dentro de la extinción de la moral de la que hablaba Adams, entra la desvalorización que se hace de la vida humana, por ejemplo, antes de la caída del imperio romano, los progenitores romanos abandonaban a la intemperie a sus bebés no deseados para que murieran.
De igual manera, esta desvalorización de la vida fue observada por la expedición española que se interno en el imperio azteca, en cuyas crónicas describieron la venta de carne humana en los mercados aztecas, como algo común en esa cultura.
Esto mismo se observaba en la Esparta de la gran civilización griega, donde los bebés espartanos al nacer, eran seleccionados por los ancianos de la ciudad para desechar a los que consideraban defectuosos o débiles, despeñándolos por el monte Taigeto.
¿No te suena familiar este desprecio por la vida?, ¿no te resulta similar a lo que tenemos hoy en día con el asesinato de bebés en la matriz de su madre, el cual se ha renombrado para que no se escuche tan duro en la consciencia de las personas, llamándolo “aborto”?
¿Será que esta generación ya llegó a ese punto de desprecio por la vida que mostraron aquellas antiguas civilizaciones que nos precedieron, y que finalmente colapsaron? Espero que no.
Por eso, es necesario que nos informemos de manera responsable con lo que ha venido ocurriendo con el aborto en nuestra cultura, el cual se ha convertido en una industria muy lucrativa, es decir, en un negocio de la muerte, lo cual se quiere ir desarrollando a través de esta serie, la cual te invito a seguir, y conforme vamos avanzando, te intereses por realizar tu propia investigación, confiando que este conocimiento no quede solo en eso, sino que se traduzca en acciones concretas de nuestra parte para mejorar este país en el que nos encontramos.
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Artículo escrito por: Alejandra Pimentel Sánchez. Licenciada en Ciencias de la Familia.
