/ viernes 30 de octubre de 2020

ENCÍCLICA “FRATELLI TUTTI” SEGUNDA PARTE

El papa Francisco inicia la parte 286 de su encíclica “Fratelli Tutti” así: “En este espacio de reflexión sobre la fraternidad universal, me sentí motivado especialmente por san Francisco de Asís, y también por otros hermanos que no son católicos: Martin Luther King, Desmond Tutu, el Mahatma Gandhi y muchos más”. Agrega: “Pero quiero terminar recordando a otra persona de profunda fe, quien, desde su interna experiencia de Dios, hizo un camino de transformación hasta sentirse hermano de todos. Se trata del beato Carlos de Foucauld”.

En el apartado 23, el papa Francisco afirma: “La organización de las sociedades en todo el mundo todavía está lejos de reflejar con claridad que las mujeres tienen exactamente la misma dignidad e idénticos derechos que los varones. Se afirma algo con las palabras, pero las decisiones y la realidad muestran otro mensaje.

En cuanto a migrantes “no son considerados suficientemente dignos para participar en la vida social como cualquier otro, y se olvida que tienen la misma dignidad intrínseca de cualquier persona. Nunca se dirá que no son humanos, pero, en la práctica, con las decisiones y el modo de tratarlos, se expresa que se los considera menos valiosos, menos importantes, menos humanos”. Es inaceptable compartir esta mentalidad y tas actitudes, haciendo prevalecer a veces ciertas preferencias políticas por encima de hondas convicciones de la propia fe.

Lo ideal sería evitar las migraciones innecesarias y para ello el camino es crear en los países de origen la posibilidad activa de vivir y de crecer con dignidad de manera que se pueda encontrar allí mismo las condiciones para el desarrollo integral. Pero mientras eso no sea posible, nos corresponde respetar el derecho de encontrar un lugar para realizarse integralmente con sus familias Al final de su encíclica hace un llamamiento: “En el nombre de los pobres, de los desdichados, de los necesitados y de los marginados que Dios ha ordenado socorrer como un deber requerido a todos los hombres y en modo particular a cada hombre acaudalado y acomodado.

En el nombre de los huérfanos, de las viudas, de los refugiados y de los exilados de sus casas y de sus pueblos, de todas las víctimas de las guerras, las persecuciones y las injusticias; de los prisioneros de guerra. En el nombre de la fraternidad humana que abraza a todos los hombres. “En el nombre de la justicia y la misericordia…” “En el nombre de todas la personas de buena voluntad… “ “Asumimos la cultura del diálogo como camino” Y expresa firmemente el deseo: que Dios inspire el sueño en cada uno de nosotros de ser el hermano universal, el hermano de todos.

El papa Francisco termina con una oración ecuménica, de la cual tomo lo siguiente: “Concede a los cristianos que vivamos el Evangelio/ y podamos reconocer a Cristo en cada ser humano/ para verlo crucificado en las angustias de los abandonados/ y olvidados de este mundo/ y resucitado en cada hermano que se levanta” Dado junto a la tumba de san Francisco de Asís, el 3 de octubre del año 2020.




El papa Francisco inicia la parte 286 de su encíclica “Fratelli Tutti” así: “En este espacio de reflexión sobre la fraternidad universal, me sentí motivado especialmente por san Francisco de Asís, y también por otros hermanos que no son católicos: Martin Luther King, Desmond Tutu, el Mahatma Gandhi y muchos más”. Agrega: “Pero quiero terminar recordando a otra persona de profunda fe, quien, desde su interna experiencia de Dios, hizo un camino de transformación hasta sentirse hermano de todos. Se trata del beato Carlos de Foucauld”.

En el apartado 23, el papa Francisco afirma: “La organización de las sociedades en todo el mundo todavía está lejos de reflejar con claridad que las mujeres tienen exactamente la misma dignidad e idénticos derechos que los varones. Se afirma algo con las palabras, pero las decisiones y la realidad muestran otro mensaje.

En cuanto a migrantes “no son considerados suficientemente dignos para participar en la vida social como cualquier otro, y se olvida que tienen la misma dignidad intrínseca de cualquier persona. Nunca se dirá que no son humanos, pero, en la práctica, con las decisiones y el modo de tratarlos, se expresa que se los considera menos valiosos, menos importantes, menos humanos”. Es inaceptable compartir esta mentalidad y tas actitudes, haciendo prevalecer a veces ciertas preferencias políticas por encima de hondas convicciones de la propia fe.

Lo ideal sería evitar las migraciones innecesarias y para ello el camino es crear en los países de origen la posibilidad activa de vivir y de crecer con dignidad de manera que se pueda encontrar allí mismo las condiciones para el desarrollo integral. Pero mientras eso no sea posible, nos corresponde respetar el derecho de encontrar un lugar para realizarse integralmente con sus familias Al final de su encíclica hace un llamamiento: “En el nombre de los pobres, de los desdichados, de los necesitados y de los marginados que Dios ha ordenado socorrer como un deber requerido a todos los hombres y en modo particular a cada hombre acaudalado y acomodado.

En el nombre de los huérfanos, de las viudas, de los refugiados y de los exilados de sus casas y de sus pueblos, de todas las víctimas de las guerras, las persecuciones y las injusticias; de los prisioneros de guerra. En el nombre de la fraternidad humana que abraza a todos los hombres. “En el nombre de la justicia y la misericordia…” “En el nombre de todas la personas de buena voluntad… “ “Asumimos la cultura del diálogo como camino” Y expresa firmemente el deseo: que Dios inspire el sueño en cada uno de nosotros de ser el hermano universal, el hermano de todos.

El papa Francisco termina con una oración ecuménica, de la cual tomo lo siguiente: “Concede a los cristianos que vivamos el Evangelio/ y podamos reconocer a Cristo en cada ser humano/ para verlo crucificado en las angustias de los abandonados/ y olvidados de este mundo/ y resucitado en cada hermano que se levanta” Dado junto a la tumba de san Francisco de Asís, el 3 de octubre del año 2020.