/ domingo 12 de diciembre de 2021

Las olas

Cuando comenté que escribiría la columna de este fin de semana sobre el Covid, me dijeron: ¡¿Otra ves!? Más cuando ya se acerca la Navidad y tengo que preparar mi Carta al Niño Dios, además de que los barrios están en su apogeo y tanto el fiscal nacional como estatal se encuentran en el ojo del huracán… Pero, ni modo, eso tendrá que esperar, porque más que comentar las cifras locales, que se mantienen bajas y apuntalan un semáforo verde que augura una no muy lejana vuelta a la normalidad normalidad, me interesaba comparar algunas de las cifras internacionales con la idea de tranquilizar a quienes todavía ven el colapso del universo conocido ante la aparición de nuevas variantes.

Vamos primero a Alemania, que esta semana dijo adiós a su formidable canciller Angela Merkel, en medio de una nueva ola de contagios que ha superado a todas las anteriores y, sin embargo, su letalidad es mucho menor a la experimentada a comienzos de este año. Es interesante comparar las gráficas de casos activos y fallecimientos.


Sin embargo, el aumento en los contagios ha sido la excusa perfecta para introducir sanciones restrictivas, como ha sucedido en la Austria, que hará obligatoria la vacunación a partir de febrero del año entrante (7.200 euros deberá pagar quien se niegue), y contempla multas inapelables de 90 euros por no usar un cubrebocas en un supermercado. El estado alemán de Baden Württemberg publicó hace una semana un menú de sanciones que incluye una entre 500 a 5.000 euros a quien permita la entrada a su establecimiento a cualquiera que se niegue a suministrar sus datos personales. Así mismo, a quienes asistan a algún evento sin un comprobante de vacunación o de recuperación (entre 150 y 1000 euros).

En España, cuyas estadísticas muestran un aumento mucho menos alarmante, también ha entrado en la ola punitiva. Aragón, Baleares, Canarias, Cataluña, Comunidad Valenciana, Galicia, Navarra, País Vasco y Región de Murcia establecieron como obligatorio el pasaporte covid para la entrada a restaurantes y lugares de ocio. Las multas por falsificarlo (sí, nosotros venimos de esa cultura) van entre 60 y 600 euros.


¿Por qué si el virus es menos letal y la mayor parte de la población está vacunada se establecen medidas más draconianas? El temor a una nueva saturación de los sistemas de salud sustenta estos controles impensables hace algunos años. Medidas que tras el shock de las olas anteriores levantan ahora menos resistencia por parte de la población.

Incluso los Estados Unidos, país de las libertades y el primero en las tablas mundiales de contagios y fallecimientos, coquetea con las posibilidad de implementar sanciones ante la negativa de muchos de sus ciudadanos a vacunarse. Como puede apreciarse en la tabla, la tasa de mortalidad no ha descendido de la misma manera que en los países europeos.

Algo similar sucede en México, donde la ola más reciente causó un número mucho menor de muertes que las dos que le precedieron, pero no muestra el repunte estacional que puede observarse en nuestro vecino del norte.


La muestra de que el virus y sus nuevas cepas ha perdido letalidad, el avance de la vacunación a porcentajes que proveen inmunidad de rebaño y sistemas de salud que han aprendido en año y medio a tratar los síntomas más peligrosos del virus, no parecen ser suficientes para quienes desean imponer medidas de control y castigo más allá de lo racional.

Si en las primeras etapas de esta pandemia aprendimos a valorar la fragilidad de la vida, la importancia de la salud preventiva y la higiene. Si en este 2021 nos beneficiamos de la cooperación científica internacional para lograr una vacuna en tiempo récord, tal vez debamos reflexionar estas semanas que quedan y el inicio del 2022 en qué tan importantes son las libertades individuales y hacia dónde nos quieren llevar tras el pánico creado en 2019. Me parece un buen momento para valorar la libertad.


Comentarios a mi correo electrónico: panquevadas@gmail.com

Cuando comenté que escribiría la columna de este fin de semana sobre el Covid, me dijeron: ¡¿Otra ves!? Más cuando ya se acerca la Navidad y tengo que preparar mi Carta al Niño Dios, además de que los barrios están en su apogeo y tanto el fiscal nacional como estatal se encuentran en el ojo del huracán… Pero, ni modo, eso tendrá que esperar, porque más que comentar las cifras locales, que se mantienen bajas y apuntalan un semáforo verde que augura una no muy lejana vuelta a la normalidad normalidad, me interesaba comparar algunas de las cifras internacionales con la idea de tranquilizar a quienes todavía ven el colapso del universo conocido ante la aparición de nuevas variantes.

Vamos primero a Alemania, que esta semana dijo adiós a su formidable canciller Angela Merkel, en medio de una nueva ola de contagios que ha superado a todas las anteriores y, sin embargo, su letalidad es mucho menor a la experimentada a comienzos de este año. Es interesante comparar las gráficas de casos activos y fallecimientos.


Sin embargo, el aumento en los contagios ha sido la excusa perfecta para introducir sanciones restrictivas, como ha sucedido en la Austria, que hará obligatoria la vacunación a partir de febrero del año entrante (7.200 euros deberá pagar quien se niegue), y contempla multas inapelables de 90 euros por no usar un cubrebocas en un supermercado. El estado alemán de Baden Württemberg publicó hace una semana un menú de sanciones que incluye una entre 500 a 5.000 euros a quien permita la entrada a su establecimiento a cualquiera que se niegue a suministrar sus datos personales. Así mismo, a quienes asistan a algún evento sin un comprobante de vacunación o de recuperación (entre 150 y 1000 euros).

En España, cuyas estadísticas muestran un aumento mucho menos alarmante, también ha entrado en la ola punitiva. Aragón, Baleares, Canarias, Cataluña, Comunidad Valenciana, Galicia, Navarra, País Vasco y Región de Murcia establecieron como obligatorio el pasaporte covid para la entrada a restaurantes y lugares de ocio. Las multas por falsificarlo (sí, nosotros venimos de esa cultura) van entre 60 y 600 euros.


¿Por qué si el virus es menos letal y la mayor parte de la población está vacunada se establecen medidas más draconianas? El temor a una nueva saturación de los sistemas de salud sustenta estos controles impensables hace algunos años. Medidas que tras el shock de las olas anteriores levantan ahora menos resistencia por parte de la población.

Incluso los Estados Unidos, país de las libertades y el primero en las tablas mundiales de contagios y fallecimientos, coquetea con las posibilidad de implementar sanciones ante la negativa de muchos de sus ciudadanos a vacunarse. Como puede apreciarse en la tabla, la tasa de mortalidad no ha descendido de la misma manera que en los países europeos.

Algo similar sucede en México, donde la ola más reciente causó un número mucho menor de muertes que las dos que le precedieron, pero no muestra el repunte estacional que puede observarse en nuestro vecino del norte.


La muestra de que el virus y sus nuevas cepas ha perdido letalidad, el avance de la vacunación a porcentajes que proveen inmunidad de rebaño y sistemas de salud que han aprendido en año y medio a tratar los síntomas más peligrosos del virus, no parecen ser suficientes para quienes desean imponer medidas de control y castigo más allá de lo racional.

Si en las primeras etapas de esta pandemia aprendimos a valorar la fragilidad de la vida, la importancia de la salud preventiva y la higiene. Si en este 2021 nos beneficiamos de la cooperación científica internacional para lograr una vacuna en tiempo récord, tal vez debamos reflexionar estas semanas que quedan y el inicio del 2022 en qué tan importantes son las libertades individuales y hacia dónde nos quieren llevar tras el pánico creado en 2019. Me parece un buen momento para valorar la libertad.


Comentarios a mi correo electrónico: panquevadas@gmail.com

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