/ viernes 8 de abril de 2022

Las raíces de nuestros pueblos en los pies migrantes

Estoy donde estuve:

voy detrás del murmullo,

pasos dentro de mí, oídos con los ojos…


Fragmento del poema Pasado en claro de Octavio Paz.


Las tradiciones que nuestros padres nos sembraron con orgullo son ahora las raíces que nos mantienen arraigados a la tierra que nos vio nacer y, en muchos casos, que nos vio partir. Esta identidad es la que los migrantes dejan como huella en su camino hasta llegar a su destino, y la que trasciende con el tiempo hasta ser adoptada por los países de acogida. En el caso de nuestros paisanos que buscan el “sueño americano”, es imposible que no influyan en el ánimo de las ciudades donde han fincado su nuevo hogar a tal grado de ver nuestro folklore en un par de tenis Nike, un pozole en el menú de algún restaurante de Los Ángeles, o la festividad con la que envolvemos todo, incluso a la misma muerte, en su tradicional Halloween pero con el disfraz de una hermosa catrina.

Parte de nuestras tradiciones son también ya de los estadounidenses. Para nadie es un secreto que el Cinco de mayo, por ejemplo, es una de las celebraciones más esperadas en la Unión Americana, no obstante a que se conmemora la batalla en Puebla y no el día de nuestra independencia como muchos americanos creen al ponerse sombreros típicos que más bien hacen alusión a la Revolución Mexicana. Pero, ¿por qué tiene tanto éxito en Estados Unidos esta celebración? Según el New York Times esta tradición cobró notoriedad en la década de los 60 gracias a que activistas mexico-americanos promovieron dicha batalla como un hecho histórico y de orgullo para todos los “latinos”. Es decir, la adoptaron por el arraigo que demostramos a nuestras gestas.

Otro de los íconos de nuestra cultura popular es la piñata. En ella hemos encontrado el mejor lienzo para hacer parodia de los personajes emblemáticos o de las personalidades del momento. Tal es el gusto por las piñatas en Estados Unidos que las encontramos en sus grandes tiendas como Wal-Mart y son el alma de las fiestas de migrantes y estadounidenses por igual. No olvidemos que apenas hace dos años el villano favorito al que se le daba garrotazo tras garrotazo era a la piñata de Donald Trump. El propio ex presidente Vicente Fox se hizo viral en las redes sociales al pegarle a la figura de cartón del entonces candidato republicano. Habría que preguntarle a la agencia de Relaciones Públicas de Trump si cobran regalías ante la gran popularidad que sigue teniendo su piñata para amenizar las fiestas tanto de mexicanos como de sus paisanos.

Y ni qué decir de la comida mexicana, la cual ha logrado ser reconocida a nivel mundial y que, de la mano de nuestros migrantes que la comercializan en cualquier lugar que se encuentren, ha servido de influencia para emprender grandes negocios. Por citar dos ejemplos, la cadena Taco Bell cuenta con 6 mil restaurantes en Estados Unidos y más de 500 por todo el mundo. Este éxito es gracias a que venden el platillo más conocido de la gastronomía nacional. ¿Y qué me dicen del guacamole? No sólo es una de las “joyas” más preciadas y saboreadas de nuestra cocina, también lo es para nuestros vecinos del norte. Tan sólo para el Super Bowl (el evento deportivo más importante del mundo) los estadounidenses consumen un total de 114 mil toneladas de aguacates mexicanos.

Pero si hablamos de las estrellas de las tradiciones mexicanas, esas son indudablemente los mariachis. En varias de las entregas de los Premios Grammy el ritmo mexicano con trompeta, violín, vihuela y guitarrón le ha dado sabor a la máxima entrega de reconocimientos musicales. O para nada resulta extraño ver en algún casino de Las Vegas a uno de nuestros paisanos cantar Caminos de Guanajuato con la complicidad de un mariachi, sólo por el gusto de recordar a ese estado que años atrás dejó para alcanzar el “sueño americano”.

Algunos sociólogos dicen que nuestra cultura está más viva en Estados Unidos que, incluso, en México. Quizás se deba a que la nostalgia aflora mucho más a la distancia. Lo cierto es que nuestras tradiciones siguen en las nuevas generaciones de estadounidenses con ascendencia mexicana y es porque se alimentan del orgullo que les inculcan sus padres. En el libro Los mexicanos en Estados Unidos de Roger Díaz de Cossío, se destaca que esta identidad “se ha mantenido y reforzado porque encuentran consuelo y dignidad en sus costumbres”. En otras palabras, al vivir sus tradiciones los migrantes se vuelven a sentir como en casa. La libertad, para realizarse, debe bajar a la tierra y encarnar entre los hombres. No le hacen falta alas sino raíces, escribió Octavio Paz. Seguramente el gran poeta mexicano se refería a que los migrantes son la extensión de nuestras raíces y crecen fértiles en cualquier tierra que pisen.


Estoy donde estuve:

voy detrás del murmullo,

pasos dentro de mí, oídos con los ojos…


Fragmento del poema Pasado en claro de Octavio Paz.


Las tradiciones que nuestros padres nos sembraron con orgullo son ahora las raíces que nos mantienen arraigados a la tierra que nos vio nacer y, en muchos casos, que nos vio partir. Esta identidad es la que los migrantes dejan como huella en su camino hasta llegar a su destino, y la que trasciende con el tiempo hasta ser adoptada por los países de acogida. En el caso de nuestros paisanos que buscan el “sueño americano”, es imposible que no influyan en el ánimo de las ciudades donde han fincado su nuevo hogar a tal grado de ver nuestro folklore en un par de tenis Nike, un pozole en el menú de algún restaurante de Los Ángeles, o la festividad con la que envolvemos todo, incluso a la misma muerte, en su tradicional Halloween pero con el disfraz de una hermosa catrina.

Parte de nuestras tradiciones son también ya de los estadounidenses. Para nadie es un secreto que el Cinco de mayo, por ejemplo, es una de las celebraciones más esperadas en la Unión Americana, no obstante a que se conmemora la batalla en Puebla y no el día de nuestra independencia como muchos americanos creen al ponerse sombreros típicos que más bien hacen alusión a la Revolución Mexicana. Pero, ¿por qué tiene tanto éxito en Estados Unidos esta celebración? Según el New York Times esta tradición cobró notoriedad en la década de los 60 gracias a que activistas mexico-americanos promovieron dicha batalla como un hecho histórico y de orgullo para todos los “latinos”. Es decir, la adoptaron por el arraigo que demostramos a nuestras gestas.

Otro de los íconos de nuestra cultura popular es la piñata. En ella hemos encontrado el mejor lienzo para hacer parodia de los personajes emblemáticos o de las personalidades del momento. Tal es el gusto por las piñatas en Estados Unidos que las encontramos en sus grandes tiendas como Wal-Mart y son el alma de las fiestas de migrantes y estadounidenses por igual. No olvidemos que apenas hace dos años el villano favorito al que se le daba garrotazo tras garrotazo era a la piñata de Donald Trump. El propio ex presidente Vicente Fox se hizo viral en las redes sociales al pegarle a la figura de cartón del entonces candidato republicano. Habría que preguntarle a la agencia de Relaciones Públicas de Trump si cobran regalías ante la gran popularidad que sigue teniendo su piñata para amenizar las fiestas tanto de mexicanos como de sus paisanos.

Y ni qué decir de la comida mexicana, la cual ha logrado ser reconocida a nivel mundial y que, de la mano de nuestros migrantes que la comercializan en cualquier lugar que se encuentren, ha servido de influencia para emprender grandes negocios. Por citar dos ejemplos, la cadena Taco Bell cuenta con 6 mil restaurantes en Estados Unidos y más de 500 por todo el mundo. Este éxito es gracias a que venden el platillo más conocido de la gastronomía nacional. ¿Y qué me dicen del guacamole? No sólo es una de las “joyas” más preciadas y saboreadas de nuestra cocina, también lo es para nuestros vecinos del norte. Tan sólo para el Super Bowl (el evento deportivo más importante del mundo) los estadounidenses consumen un total de 114 mil toneladas de aguacates mexicanos.

Pero si hablamos de las estrellas de las tradiciones mexicanas, esas son indudablemente los mariachis. En varias de las entregas de los Premios Grammy el ritmo mexicano con trompeta, violín, vihuela y guitarrón le ha dado sabor a la máxima entrega de reconocimientos musicales. O para nada resulta extraño ver en algún casino de Las Vegas a uno de nuestros paisanos cantar Caminos de Guanajuato con la complicidad de un mariachi, sólo por el gusto de recordar a ese estado que años atrás dejó para alcanzar el “sueño americano”.

Algunos sociólogos dicen que nuestra cultura está más viva en Estados Unidos que, incluso, en México. Quizás se deba a que la nostalgia aflora mucho más a la distancia. Lo cierto es que nuestras tradiciones siguen en las nuevas generaciones de estadounidenses con ascendencia mexicana y es porque se alimentan del orgullo que les inculcan sus padres. En el libro Los mexicanos en Estados Unidos de Roger Díaz de Cossío, se destaca que esta identidad “se ha mantenido y reforzado porque encuentran consuelo y dignidad en sus costumbres”. En otras palabras, al vivir sus tradiciones los migrantes se vuelven a sentir como en casa. La libertad, para realizarse, debe bajar a la tierra y encarnar entre los hombres. No le hacen falta alas sino raíces, escribió Octavio Paz. Seguramente el gran poeta mexicano se refería a que los migrantes son la extensión de nuestras raíces y crecen fértiles en cualquier tierra que pisen.