/ sábado 15 de agosto de 2020

Manifiesto microbiano ¿vigente en 2020?

MANIFIESTO DE LOS MICROBIOS DE LA “INFLUENZA ESPAÑOLA”.

LLAMADA A LA NACIÓN.

Consideramos de nuestro deber manifestar a todos los habitantes de esta culta nación que jamás en ningún país hemos gozado de tantas garantías…

En otros países se nos persigue de una manera cruel, se organizan verdaderas cruzadas en contra nuestra, se dan decretos especiales sólo para destruirnos; aquí, en cambio, podemos vivir completamente a nuestro gusto, organizarnos en sindicatos y hasta votar en las elecciones. Es cierto que de cuando en cuando matamos a los hombres, pero éste, quizá, es nuestro mayor mérito, porque gracias a nuestra benéfica actividad, muere, lector, tu enemigo, muere tu competidor, muere tu tío, al que has de heredar, muere el propietario de la curul ¡oh, diputado suplente!

Pero afortunadamente en México se ha comprendido nuestra verdadera misión y se nos respeta. Otros países, so-pretexto de la higiene moderna, nos persiguen de una manera enconada y en cambio, fomentan la guerra, que en el fondo tiene la misma misión destructiva y es mucho más cara. Realmente no entendemos; por un lado se fabrican cañones y por otro lado se nos persigue a nosotros, depuradores de la humanidad y destructores de la competencia.

Sin embargo, ahora tenemos más confianza por el glorioso ejemplo que acaba de dar México respetándonos, puede cundir y entonces sí, ancha es Castilla, a vivir y a matar.
Y es inútil que haya propagandistas en contra nuestra, torpes higienistas, boticarios ambiciosos, médicos sin conciencia; nosotros estamos protegidos, abroquelados, blindados de todo peligro por el Consejo Inferior de Insalubridad. ¡Él sí sabe respetar las garantías INDIVIDUALES!

Firman: VARIOS MILLONES DE MICROBIOS (El Nacional, noviembre 5 de 1918)


En México, los primeros casos de esta pandemia histórica se registraron en la frontera norte en octubre de 1918. En un solo día hubo 400 enfermos en Saltillo, 60 de ellos murieron. El 11 de octubre, la autoridad sanitaria “optimista” declaraba: “antes de dos semanas desaparecerá en México la influenza española… no hay temores que México sea víctima de una epidemia de carácter grave”. El 14, las industrias estaban paralizadas por la influenza y la mayoría de los obreros de las minas de carbón había enfermado. Para el 21 de octubre, había 50 mil enfermos en la capital de la República. Aún así, la autoridad sostenía que no era “tan alarmante la situación”, a la altura en que estaba la Ciudad de México, la enfermedad seguiría “un curso verdaderamente benigno”.

Al día siguiente, el titular de El Nacional refería: “ha empezado ya la ofensiva sanitaria en contra de la influenza española. El Consejo Superior de Salubridad (CSS) justificará su nombre salvando a la metrópoli por medio de la higiene”. El cierre de las escuelas es inminente. Bares, restaurantes y demás espacios de diversión pública, reducirían sus horarios y serían sanitizados y fumigados diaramente, pero las noticias cada vez eran más alarmantes: aparecían nuevos síntomas, parecidos a los de “el vómito”, el mal del Trópico, siendo funesta “la forma hemorrágica de la enfermedad”. Las muertes aumentaban. No había camas en los hospitales. Estaba por ocurrir “una catástrofe” en la capital. “Guadalupe Hidalgo es una población muerta”. “La epidemia avanza, avanza, avanza. Centenares de vidas son agostadas a diario por la guadaña fatal. ¡La vacuna autógena es la salvación!”.

Sin embargo, el cuestionamiento periodístico crece: el CSS “no da señales de vida” y el Ayuntamiento de México “tiene asuntos más importantes que la vida de los ciudadanos”. El CSS revira pero El Nacional denuncia que los datos de mortandad capitalina les han sido negados. El Secretario del CSS le informa que “no hay nada de interés que comunicar”. El periódico acota: “para el Consejo los asuntos de interés no son los de salubridad, sino los astronómicos, seguramente… La ofensiva ha sido iniciada por los particulares, aún cuando no lo quieran reconocer así el H. Ayuntamiento y el Resp. C. S. de Salubridad… Dar la mano es peor que entrar al edificio del Consejo. No dé usted la mano y menos a los agentes sanitarios… Día de muertos, celebra su onomástico el Consejo Inferior de Insalubridad. Los muertos se filtran por las paredes…”.

16 de agosto de 2020: una misma realidad, una añeja tradición de impunidad microbiana, solo que más descarnada. Nuestro actual subsecretario de Salud diagnosticaría hoy que aquél era una caso agudo de infodemia. Yo pregunto ¿por qué no volvemos los ojos al pasado reciente y aprendemos de él?

El 8 de noviembre de 1918 se publicó: “han comenzado a usarse en México las mascarillas contra la epidemia… lo cual hará que decrezca naturalmente el avance de la enfermedad”. ¿Cuántos miles tendrán que morir “antes de que se acabe la corrupción”, para que el mayor líder político (y moral que debería ser) de nuestra Nación dé el ejemplo a la sociedad mexicana y comience a usar un cubrebocas? ¿O acaso sigue vigente en 2020 el manifiesto garantista microbiano de 1918?


bettyzanolli@gmail.com @BettyZanolli

MANIFIESTO DE LOS MICROBIOS DE LA “INFLUENZA ESPAÑOLA”.

LLAMADA A LA NACIÓN.

Consideramos de nuestro deber manifestar a todos los habitantes de esta culta nación que jamás en ningún país hemos gozado de tantas garantías…

En otros países se nos persigue de una manera cruel, se organizan verdaderas cruzadas en contra nuestra, se dan decretos especiales sólo para destruirnos; aquí, en cambio, podemos vivir completamente a nuestro gusto, organizarnos en sindicatos y hasta votar en las elecciones. Es cierto que de cuando en cuando matamos a los hombres, pero éste, quizá, es nuestro mayor mérito, porque gracias a nuestra benéfica actividad, muere, lector, tu enemigo, muere tu competidor, muere tu tío, al que has de heredar, muere el propietario de la curul ¡oh, diputado suplente!

Pero afortunadamente en México se ha comprendido nuestra verdadera misión y se nos respeta. Otros países, so-pretexto de la higiene moderna, nos persiguen de una manera enconada y en cambio, fomentan la guerra, que en el fondo tiene la misma misión destructiva y es mucho más cara. Realmente no entendemos; por un lado se fabrican cañones y por otro lado se nos persigue a nosotros, depuradores de la humanidad y destructores de la competencia.

Sin embargo, ahora tenemos más confianza por el glorioso ejemplo que acaba de dar México respetándonos, puede cundir y entonces sí, ancha es Castilla, a vivir y a matar.
Y es inútil que haya propagandistas en contra nuestra, torpes higienistas, boticarios ambiciosos, médicos sin conciencia; nosotros estamos protegidos, abroquelados, blindados de todo peligro por el Consejo Inferior de Insalubridad. ¡Él sí sabe respetar las garantías INDIVIDUALES!

Firman: VARIOS MILLONES DE MICROBIOS (El Nacional, noviembre 5 de 1918)


En México, los primeros casos de esta pandemia histórica se registraron en la frontera norte en octubre de 1918. En un solo día hubo 400 enfermos en Saltillo, 60 de ellos murieron. El 11 de octubre, la autoridad sanitaria “optimista” declaraba: “antes de dos semanas desaparecerá en México la influenza española… no hay temores que México sea víctima de una epidemia de carácter grave”. El 14, las industrias estaban paralizadas por la influenza y la mayoría de los obreros de las minas de carbón había enfermado. Para el 21 de octubre, había 50 mil enfermos en la capital de la República. Aún así, la autoridad sostenía que no era “tan alarmante la situación”, a la altura en que estaba la Ciudad de México, la enfermedad seguiría “un curso verdaderamente benigno”.

Al día siguiente, el titular de El Nacional refería: “ha empezado ya la ofensiva sanitaria en contra de la influenza española. El Consejo Superior de Salubridad (CSS) justificará su nombre salvando a la metrópoli por medio de la higiene”. El cierre de las escuelas es inminente. Bares, restaurantes y demás espacios de diversión pública, reducirían sus horarios y serían sanitizados y fumigados diaramente, pero las noticias cada vez eran más alarmantes: aparecían nuevos síntomas, parecidos a los de “el vómito”, el mal del Trópico, siendo funesta “la forma hemorrágica de la enfermedad”. Las muertes aumentaban. No había camas en los hospitales. Estaba por ocurrir “una catástrofe” en la capital. “Guadalupe Hidalgo es una población muerta”. “La epidemia avanza, avanza, avanza. Centenares de vidas son agostadas a diario por la guadaña fatal. ¡La vacuna autógena es la salvación!”.

Sin embargo, el cuestionamiento periodístico crece: el CSS “no da señales de vida” y el Ayuntamiento de México “tiene asuntos más importantes que la vida de los ciudadanos”. El CSS revira pero El Nacional denuncia que los datos de mortandad capitalina les han sido negados. El Secretario del CSS le informa que “no hay nada de interés que comunicar”. El periódico acota: “para el Consejo los asuntos de interés no son los de salubridad, sino los astronómicos, seguramente… La ofensiva ha sido iniciada por los particulares, aún cuando no lo quieran reconocer así el H. Ayuntamiento y el Resp. C. S. de Salubridad… Dar la mano es peor que entrar al edificio del Consejo. No dé usted la mano y menos a los agentes sanitarios… Día de muertos, celebra su onomástico el Consejo Inferior de Insalubridad. Los muertos se filtran por las paredes…”.

16 de agosto de 2020: una misma realidad, una añeja tradición de impunidad microbiana, solo que más descarnada. Nuestro actual subsecretario de Salud diagnosticaría hoy que aquél era una caso agudo de infodemia. Yo pregunto ¿por qué no volvemos los ojos al pasado reciente y aprendemos de él?

El 8 de noviembre de 1918 se publicó: “han comenzado a usarse en México las mascarillas contra la epidemia… lo cual hará que decrezca naturalmente el avance de la enfermedad”. ¿Cuántos miles tendrán que morir “antes de que se acabe la corrupción”, para que el mayor líder político (y moral que debería ser) de nuestra Nación dé el ejemplo a la sociedad mexicana y comience a usar un cubrebocas? ¿O acaso sigue vigente en 2020 el manifiesto garantista microbiano de 1918?


bettyzanolli@gmail.com @BettyZanolli