/ jueves 10 de diciembre de 2020

MÉXICO, CANTERA Y FORJA

“La verdad, yo no sé de qué se ríen las hienas, comen carroña y se aparean una vez al año”. Esta expresión la escuché en voz de mi maestro de Metafísica Alberto Ruiz Gaytán en Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Guanajuato.

Viene a mi memoria, porque aprovechando el confinamiento por la pandemia, al acomodar los cajones de mi escritorio, encontré el folleto que se hizo, previo a la edición del disco y libro: México, cantera y forja. De éste Alberto Valenzuela Rodarte, S.J., dijo: “México, Cantera y forja, de Alberto Ruiz Gaytán, Universidad de Guanajuato, 1977. Uno de los más bellos libros que conozco sobre México.

No sólo realiza con su brevedad elegante el “Esto brevis et placebis” latino: sino que en esta brevedad supo encartuchar, digamos, un contenido objetivo y poético, con poesía de sonetos de calidad tan alta, que todo el conjunto es maravilla”. Alberto Ruiz Gaytán organizaba con sus amigos, tertulias y noches bohemias, en las que se pasaba horas agradables declamando poesías con música, acompañado de viandas y bebidas espirituosas, mismas que no fueron impedimento para que abordara la esencia del ser, pues filosofía y poesía fueron sus pasiones.

Leamos algunos sonetos: Cuerno. Cuerno de mar, truncado por un Río donde muchos se mojan las espaldas; cuerno de dos volcanes, cuyas faldas nos azulan el aire de rocío. El cuerno de contrastes más bravío, por caderas en costas esmeraldas; y por vientres desérticos en gualdas donde reptan reptiles de sequío. México, paladín de tolerancia, con tus “machos” de múltiples jactancia de más presumes mientras más careces.

Cuerno de todo, menos de abundancia. Guanajuato. Cuando prende sus luces Guanajuato, en sus prístinas horas vesperales, Hay que ver por sus éteres cristales el perfil montañés de su retrato. Toda la vida se nos vuelve rato, se nos hacen los pasos monacales, al compás de minutos diametrales escurridos al tiempo, siempre grato, se nos da de su Colmena Legendaria con sus témporas luces de plegaria en postigos candelas del silencio. y, tras esa casona centenaria, del ayer y del hoy, Colmena diaria, Alguna luz habrá por don Fulgencio. San Miguel. Relicario Joyel de gentileza el diván de tus calles se diluye en la luz horizonte que circuye tus canteras de sol y de proesa.

San Miguel, santo viejo de nobleza, en tus piedras el tiempo se destruye, y con tus lascas de color construye un altar del amor a la belleza. Cuántas veces tu plácido verano fortaleció mi juventud, un día, con la palmada de tu sol hermano. Querétaro. Por el ánima rubia del Imperio, es un réquiem su sombra de campanas; y sus tersas esquilas provincianas suenan a libertad en bautisterio. su nombre nos modulan en salterio sus sílabas, Que-ré-ta-ro, con ganas; Mientras es clavecín de las mañanas, su galán acueducto refrigerio. nos reciben las bocas de sus calles con sonrisa de labios adoquines y con forjas de hierros en ventalles. El libro y disco México, cantera y forja, es un poema de amor a nuestra Patria.


“La verdad, yo no sé de qué se ríen las hienas, comen carroña y se aparean una vez al año”. Esta expresión la escuché en voz de mi maestro de Metafísica Alberto Ruiz Gaytán en Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Guanajuato.

Viene a mi memoria, porque aprovechando el confinamiento por la pandemia, al acomodar los cajones de mi escritorio, encontré el folleto que se hizo, previo a la edición del disco y libro: México, cantera y forja. De éste Alberto Valenzuela Rodarte, S.J., dijo: “México, Cantera y forja, de Alberto Ruiz Gaytán, Universidad de Guanajuato, 1977. Uno de los más bellos libros que conozco sobre México.

No sólo realiza con su brevedad elegante el “Esto brevis et placebis” latino: sino que en esta brevedad supo encartuchar, digamos, un contenido objetivo y poético, con poesía de sonetos de calidad tan alta, que todo el conjunto es maravilla”. Alberto Ruiz Gaytán organizaba con sus amigos, tertulias y noches bohemias, en las que se pasaba horas agradables declamando poesías con música, acompañado de viandas y bebidas espirituosas, mismas que no fueron impedimento para que abordara la esencia del ser, pues filosofía y poesía fueron sus pasiones.

Leamos algunos sonetos: Cuerno. Cuerno de mar, truncado por un Río donde muchos se mojan las espaldas; cuerno de dos volcanes, cuyas faldas nos azulan el aire de rocío. El cuerno de contrastes más bravío, por caderas en costas esmeraldas; y por vientres desérticos en gualdas donde reptan reptiles de sequío. México, paladín de tolerancia, con tus “machos” de múltiples jactancia de más presumes mientras más careces.

Cuerno de todo, menos de abundancia. Guanajuato. Cuando prende sus luces Guanajuato, en sus prístinas horas vesperales, Hay que ver por sus éteres cristales el perfil montañés de su retrato. Toda la vida se nos vuelve rato, se nos hacen los pasos monacales, al compás de minutos diametrales escurridos al tiempo, siempre grato, se nos da de su Colmena Legendaria con sus témporas luces de plegaria en postigos candelas del silencio. y, tras esa casona centenaria, del ayer y del hoy, Colmena diaria, Alguna luz habrá por don Fulgencio. San Miguel. Relicario Joyel de gentileza el diván de tus calles se diluye en la luz horizonte que circuye tus canteras de sol y de proesa.

San Miguel, santo viejo de nobleza, en tus piedras el tiempo se destruye, y con tus lascas de color construye un altar del amor a la belleza. Cuántas veces tu plácido verano fortaleció mi juventud, un día, con la palmada de tu sol hermano. Querétaro. Por el ánima rubia del Imperio, es un réquiem su sombra de campanas; y sus tersas esquilas provincianas suenan a libertad en bautisterio. su nombre nos modulan en salterio sus sílabas, Que-ré-ta-ro, con ganas; Mientras es clavecín de las mañanas, su galán acueducto refrigerio. nos reciben las bocas de sus calles con sonrisa de labios adoquines y con forjas de hierros en ventalles. El libro y disco México, cantera y forja, es un poema de amor a nuestra Patria.