/ sábado 4 de diciembre de 2021

Oxímoron e hipérbole

Se supone que vivimos una era donde los grandes discursos han perdido validez, donde el proyecto moderno se desmorona o por lo menos ha sido desvirtuado, y los márgenes han tomado por asalto el centro. La era de la posverdad, para ya no hablar de posmodernidad, hace uso también de la retórica para construir discursos persuasivos o por lo menos para confundir a los desprevenidos mediante estrategias más antiguas que la moda de batear agachado.

Ahí tenemos el uso del oxímoron, una figura bicéfala tan demoledora como el cancerbero (que tenía tres cabezas). Su estrategia consiste en arrimar dos palabras o conceptos opuestos entre sí. Como ejemplo, pondría este simpático fragmento del cuento El hombrecito, de Patricia Laurent Kullick, donde la narradora, abandonada en el desierto de San Luis Potosí mientras buscaba peyote con un grupo de turistas, reflexiona en la negrura de la noche sobre sus activos mentales:

Tengo también un apartado donde colecciono dichos, proverbios, aforismos y hasta oximorones como: familia funcional, amor eterno, inteligencia militar, música rap, buen abogado, mente sana, ciencias exactas, verdad única, etc.

Con seguridad, a muchos les gustaría ampliar esta lista con parejas de conceptos que parecen contradictorios sino en su formulación teórica, con seguridad en su ejecución práctica, como: político honesto, seguridad democrática, turismo cultural, policía de proximidad, austeridad republicana, vacuna gratuita o gobierno del pueblo. Y no le sigo para no rayar más en el terreno del sarcasmo.

Y si desean otro ejemplo de oxímoron práctico, lean las declaraciones de Vicente Fox que le pide a al presidente López Obrador que no mienta. ¿Qué sería de un político sin la mentira? Los ladrones somos gente honrada pregonaba una obra teatral de Jardiel Poncela. La contraposición de opuestos planteada por el oxímoron puede emplearse para desarmar el lenguaje oficial o delinear las contradicciones propias de nuestras realidades.

Quizás la figura retórica más amiga de la catástrofe sea la hipérbole, consistente en aumentar o disminuir de forma exagerada las características propias de un objeto u hecho. Pero quizás uno de los mejores ejemplos del abuso de esta figura la encontramos en el cuento popular del pollito que piensa que el cielo se cae a pedazos, y con su perorata logra convencer al gallinero que termina encerrado en la cueva del zorro. Hiperbólicos Rabelais, el barón de Münchhausen y García Márquez, con su cuento En este pueblo va a suceder algo, donde la hipérbole y la casualidad despiertan un terror arcano que termina en éxodo.

Nunca sobra decir que en la política y los medios estas argucias de zorro están a la orden del día. Lo vemos con los catastrofistas que viven clamando el descalabro del país por un cambio de gobierno; por el apocalipsis inminente que conlleva cada mutación del coronavirus; o por la exageración de que cualquier acción estatal debe verse englobada como la grandeza de todo un país.

Mientras en la literatura la hipérbole libera la imaginación y nos remonta a confines inexplorados, Góngora y Quevedo la llevaron a niveles exquisitos en el siglo de Oro, en la comunicación objetiva nos conduce hacia estados de miedo o euforia, ninguno de los cuales es óptimo para tomar decisiones o, por lo menos, para iniciar una discusión racional. La tan cacareada polarización política que vivimos, se apalanca en el uso de términos absolutos y exageraciones que impiden el acercamiento, si no entre las partes en pugna, por lo menos, a una realidad verificable con hechos y datos.

Al darse una vuelta por los medios noticiosos, es muy fácil encontrar este abuso del oxímoron y la hipérbole, la mayoría de las veces con intenciones tan alejadas de lo literario, como cercanas a la manipulación y el engaño. Me parece que no es difícil desenmascararlos, así como tampoco emplearlos como temas para esta columna.


Comentarios a mi correo electrónico: panquevadas@gmail.com



Se supone que vivimos una era donde los grandes discursos han perdido validez, donde el proyecto moderno se desmorona o por lo menos ha sido desvirtuado, y los márgenes han tomado por asalto el centro. La era de la posverdad, para ya no hablar de posmodernidad, hace uso también de la retórica para construir discursos persuasivos o por lo menos para confundir a los desprevenidos mediante estrategias más antiguas que la moda de batear agachado.

Ahí tenemos el uso del oxímoron, una figura bicéfala tan demoledora como el cancerbero (que tenía tres cabezas). Su estrategia consiste en arrimar dos palabras o conceptos opuestos entre sí. Como ejemplo, pondría este simpático fragmento del cuento El hombrecito, de Patricia Laurent Kullick, donde la narradora, abandonada en el desierto de San Luis Potosí mientras buscaba peyote con un grupo de turistas, reflexiona en la negrura de la noche sobre sus activos mentales:

Tengo también un apartado donde colecciono dichos, proverbios, aforismos y hasta oximorones como: familia funcional, amor eterno, inteligencia militar, música rap, buen abogado, mente sana, ciencias exactas, verdad única, etc.

Con seguridad, a muchos les gustaría ampliar esta lista con parejas de conceptos que parecen contradictorios sino en su formulación teórica, con seguridad en su ejecución práctica, como: político honesto, seguridad democrática, turismo cultural, policía de proximidad, austeridad republicana, vacuna gratuita o gobierno del pueblo. Y no le sigo para no rayar más en el terreno del sarcasmo.

Y si desean otro ejemplo de oxímoron práctico, lean las declaraciones de Vicente Fox que le pide a al presidente López Obrador que no mienta. ¿Qué sería de un político sin la mentira? Los ladrones somos gente honrada pregonaba una obra teatral de Jardiel Poncela. La contraposición de opuestos planteada por el oxímoron puede emplearse para desarmar el lenguaje oficial o delinear las contradicciones propias de nuestras realidades.

Quizás la figura retórica más amiga de la catástrofe sea la hipérbole, consistente en aumentar o disminuir de forma exagerada las características propias de un objeto u hecho. Pero quizás uno de los mejores ejemplos del abuso de esta figura la encontramos en el cuento popular del pollito que piensa que el cielo se cae a pedazos, y con su perorata logra convencer al gallinero que termina encerrado en la cueva del zorro. Hiperbólicos Rabelais, el barón de Münchhausen y García Márquez, con su cuento En este pueblo va a suceder algo, donde la hipérbole y la casualidad despiertan un terror arcano que termina en éxodo.

Nunca sobra decir que en la política y los medios estas argucias de zorro están a la orden del día. Lo vemos con los catastrofistas que viven clamando el descalabro del país por un cambio de gobierno; por el apocalipsis inminente que conlleva cada mutación del coronavirus; o por la exageración de que cualquier acción estatal debe verse englobada como la grandeza de todo un país.

Mientras en la literatura la hipérbole libera la imaginación y nos remonta a confines inexplorados, Góngora y Quevedo la llevaron a niveles exquisitos en el siglo de Oro, en la comunicación objetiva nos conduce hacia estados de miedo o euforia, ninguno de los cuales es óptimo para tomar decisiones o, por lo menos, para iniciar una discusión racional. La tan cacareada polarización política que vivimos, se apalanca en el uso de términos absolutos y exageraciones que impiden el acercamiento, si no entre las partes en pugna, por lo menos, a una realidad verificable con hechos y datos.

Al darse una vuelta por los medios noticiosos, es muy fácil encontrar este abuso del oxímoron y la hipérbole, la mayoría de las veces con intenciones tan alejadas de lo literario, como cercanas a la manipulación y el engaño. Me parece que no es difícil desenmascararlos, así como tampoco emplearlos como temas para esta columna.


Comentarios a mi correo electrónico: panquevadas@gmail.com



ÚLTIMASCOLUMNAS
lunes 05 de septiembre de 2022

OFICIOSOS

Jaime Panqueva

domingo 21 de agosto de 2022

Narcoterrorismo

Jaime Panqueva

domingo 07 de agosto de 2022

Todo sube

Jaime Panqueva

domingo 31 de julio de 2022

Voto de Confianza

Jaime Panqueva

sábado 09 de julio de 2022

Cuento de verano

Jaime Panqueva

sábado 02 de julio de 2022

Irapuato huele a muerte

Jaime Panqueva

sábado 25 de junio de 2022

¿Gobiernos fallidos?

Jaime Panqueva

domingo 19 de junio de 2022

De cómo evadirse de una elección

Jaime Panqueva

sábado 11 de junio de 2022

Estudiantes y policías

Jaime Panqueva

sábado 04 de junio de 2022

Más peligroso que el COVID-19

Jaime Panqueva

Cargar Más