/ sábado 11 de mayo de 2019

PEDRO DE GANTE, PRIMER MAESTRO DE AMÉRICA


Bélgica es el lugar donde nació uno de los más ilustres educadores de todos los tiempos: Fray Pedro de Gante, cuyo nombre castellanizado por él mismo es Pedro de Mura. En 1523 fundó en Texcoco la primera escuela de cultura europea que hubo en el continente americano, por esa razón en la historia se le llama “Primer Maestro de América”. Todo lo que se refiere al origen de este insigne misionero es muy oscuro. En ninguna parte se encuentra fijado el año de su nacimiento, pero puede deducirse que nació en 1479 o 1480 en la Villa de Iguën en Gante, Bélgica.

Algunos historiadores suponen que fue hijo natural de Felipe, el hermoso o de Calos V, debemos rechazar tales afirmaciones por absurdas ya que el primero nació dos años antes que Fray Pedro, y Carlos V, diecinueve o veinte años después. Todo induce a creer que fue hijo del príncipe de Austria, que fuera más tarde el emperador Maximiliano I.

Admirable es, Pedro de Gante no hizo de la educación que impartía un manjar exquisito para que cada quien tomase lo que le agradara, sino que supo enseñar a los niños, como niños; a los adolescentes, como adolescentes y a los adultos, como adultos. A partir de una educación común que abarcaba los aspectos ético e intelectual, cada quien seguía un camino diverso. Estudiando las aptitudes individuales, formó grupos homogéneos y colocó a cada uno en el tipo y grado de educación que más le conviniera y abarcando desde los oficios más humildes hasta las artes mayores. Como resultado práctico surgieron las construcciones con sello español y ese algo indígena que caracteriza el arte colonial mexicano. Les enseñó industrias y oficios para que se ganaran la vida y los preparaba en las funciones cívicas que tenían que desempeñar cerca del gobierno. Todas estas actividades hicieron que su institución fuera simultáneamente: escuela primaria, secundaria, industrial, cívica y religiosa. Eso fue y en forma completa, la escuela de Fray Pedro de Gante, dos siglos y medio antes que Pestalozzi orientara la educación en el sentido concreto de la acción y tres siglos antes que Federico Fröebel, el fundador de los jardines de niños, declarara que el niño debe ser dirigido hacia la actividad productora y que hay que llevarlos a pensar en su actividad corporal concebida en relación con su vida espiritual.

La teoría pragmática y democrática de Dewey, fue formulada cuatro siglos después de que Pedro de Gante la mantuvo como una realidad en la educación que impartía; su mano pródiga supo arrojar magnífica simiente en el fecundo surco del siglo XVI. Por medio de sus enseñanzas elevó a los indígenas al plano de personas del que automáticamente habían sido desplazados por la sed de oro de los conquistadores. Y como si todo esto no fuera suficiente, en 1529 fundó un hospital en donde ofrecía gratuitamente, amable acogida a más de trescientos indígenas.

Murió en una fecha desconocida del mes de abril de 1572, cuando su edad pasaba de los noventa años. El día 20 del mismo mes lo sepultaron en la capilla de San José de Belem donde, además, se conservó por mucho tiempo un retrato suyo cuyo paradero se ignora. Esa capilla fue convertida lamentablemente en calle y se han perdido las huellas de su tumba. Desaparecido en forma tan absoluta, queda no obstante la influencia constructiva de su obra, que implica una deuda de gratitud impagable para el religioso que renunció no sólo a ordenarse de sacerdote sino al mismo obispado de México que le fue ofrecido, para consumir la mayor parte de su vida en México, entre gente humilde y desconocida que él supo comprender y amar.

Por todo lo anterior y como un sencillo homenaje a Pedro de Gante, en 1969 fundamos en Irapuato una escuela secundaria con su nombre, y tres años después, el jueves 20 de abril de 1972 con motivo del IV Centenario de su fallecimiento, recordamos su memoria como educador, en el auditorio Benito Juárez y a la vez, la escuela fue abanderada por el General de División Félix Galván Meza, Comandante de la 16/a Zona Militar, mismo que llegó a ser, Secretario de la Defensa Nacional.

Hoy, que nos estamos preparando para celebrar -el próximo ciclo- el 50 aniversario de la escuela secundaria que orgullosamente lleva su nombre en Irapuato, me permito exhortar a mis compañeras y compañeros maestros para que sigamos el camino trazado por Pedro de Gante, que sus enseñanzas y eros pedagógico sean guía y estímulo en nuestra diaria labor.



Bélgica es el lugar donde nació uno de los más ilustres educadores de todos los tiempos: Fray Pedro de Gante, cuyo nombre castellanizado por él mismo es Pedro de Mura. En 1523 fundó en Texcoco la primera escuela de cultura europea que hubo en el continente americano, por esa razón en la historia se le llama “Primer Maestro de América”. Todo lo que se refiere al origen de este insigne misionero es muy oscuro. En ninguna parte se encuentra fijado el año de su nacimiento, pero puede deducirse que nació en 1479 o 1480 en la Villa de Iguën en Gante, Bélgica.

Algunos historiadores suponen que fue hijo natural de Felipe, el hermoso o de Calos V, debemos rechazar tales afirmaciones por absurdas ya que el primero nació dos años antes que Fray Pedro, y Carlos V, diecinueve o veinte años después. Todo induce a creer que fue hijo del príncipe de Austria, que fuera más tarde el emperador Maximiliano I.

Admirable es, Pedro de Gante no hizo de la educación que impartía un manjar exquisito para que cada quien tomase lo que le agradara, sino que supo enseñar a los niños, como niños; a los adolescentes, como adolescentes y a los adultos, como adultos. A partir de una educación común que abarcaba los aspectos ético e intelectual, cada quien seguía un camino diverso. Estudiando las aptitudes individuales, formó grupos homogéneos y colocó a cada uno en el tipo y grado de educación que más le conviniera y abarcando desde los oficios más humildes hasta las artes mayores. Como resultado práctico surgieron las construcciones con sello español y ese algo indígena que caracteriza el arte colonial mexicano. Les enseñó industrias y oficios para que se ganaran la vida y los preparaba en las funciones cívicas que tenían que desempeñar cerca del gobierno. Todas estas actividades hicieron que su institución fuera simultáneamente: escuela primaria, secundaria, industrial, cívica y religiosa. Eso fue y en forma completa, la escuela de Fray Pedro de Gante, dos siglos y medio antes que Pestalozzi orientara la educación en el sentido concreto de la acción y tres siglos antes que Federico Fröebel, el fundador de los jardines de niños, declarara que el niño debe ser dirigido hacia la actividad productora y que hay que llevarlos a pensar en su actividad corporal concebida en relación con su vida espiritual.

La teoría pragmática y democrática de Dewey, fue formulada cuatro siglos después de que Pedro de Gante la mantuvo como una realidad en la educación que impartía; su mano pródiga supo arrojar magnífica simiente en el fecundo surco del siglo XVI. Por medio de sus enseñanzas elevó a los indígenas al plano de personas del que automáticamente habían sido desplazados por la sed de oro de los conquistadores. Y como si todo esto no fuera suficiente, en 1529 fundó un hospital en donde ofrecía gratuitamente, amable acogida a más de trescientos indígenas.

Murió en una fecha desconocida del mes de abril de 1572, cuando su edad pasaba de los noventa años. El día 20 del mismo mes lo sepultaron en la capilla de San José de Belem donde, además, se conservó por mucho tiempo un retrato suyo cuyo paradero se ignora. Esa capilla fue convertida lamentablemente en calle y se han perdido las huellas de su tumba. Desaparecido en forma tan absoluta, queda no obstante la influencia constructiva de su obra, que implica una deuda de gratitud impagable para el religioso que renunció no sólo a ordenarse de sacerdote sino al mismo obispado de México que le fue ofrecido, para consumir la mayor parte de su vida en México, entre gente humilde y desconocida que él supo comprender y amar.

Por todo lo anterior y como un sencillo homenaje a Pedro de Gante, en 1969 fundamos en Irapuato una escuela secundaria con su nombre, y tres años después, el jueves 20 de abril de 1972 con motivo del IV Centenario de su fallecimiento, recordamos su memoria como educador, en el auditorio Benito Juárez y a la vez, la escuela fue abanderada por el General de División Félix Galván Meza, Comandante de la 16/a Zona Militar, mismo que llegó a ser, Secretario de la Defensa Nacional.

Hoy, que nos estamos preparando para celebrar -el próximo ciclo- el 50 aniversario de la escuela secundaria que orgullosamente lleva su nombre en Irapuato, me permito exhortar a mis compañeras y compañeros maestros para que sigamos el camino trazado por Pedro de Gante, que sus enseñanzas y eros pedagógico sean guía y estímulo en nuestra diaria labor.