/ domingo 14 de octubre de 2018

PENA CAPITAL

Ahora con los cambios de poderes a nivel federal que se avecina en donde la óptica del nuevo gobierno es distinta a la saliente, y los cambios que se han llevado a cabo en días pasados para las legislaturas locales, ¿habrá entre toda esa guisa de políticos quienes tengan en mente como solución a la problemática de la violencia exacerbada de nuestro país llevar a tribuna la posibilidad de la pena de muerte? Imparable son ya la ola de asesinatos y ejecuciones que demandan ya una solución verdadera y eficaz.

Egresan de las academias policíacas elementos formados en base a disciplina, valor, entrenamiento, etc. El Estado mexicano apuesta millones de pesos en la formación de cada uno de ellos, llámense federales, militares o incluso municipales, y luego… así de fácil, el infortunio llega acompañado por una ráfaga de balas cuando menos lo esperan y adiós elementos. Gastos funerales y debilitamiento de las respectivas corporaciones es lo que le sigue mientras reponen a los caídos.

Alcaldes saliendo a defender una postura, la que les de buena imagen aunque maquillada; y asegurar que la ciudad que lideran no tiene el primer lugar de criminalidad; como si se tratara de competencias o de intentar negar que día a día se cometen los peores latrocinios en nuestras ciudades guanajuatenses. Infausto, injusto y alarmante, pero así es.

La prisión preventiva, o comúnmente llamada en el vulgo como “pena de cárcel” tiene un costo y muy elevado a cargo del erario del Estado, y éste de los ciudadanos. Sí, nos cuestan a todos mucho dinero las cárceles y éstas debieran tener una función, o mejor dicho cumplir con el supuesto objetivo por el cual funcionan: la de “readaptar” al individuo; aunque esto último ha pasado a ser una mera utopía, pues se sabe que las prisiones son verdaderas escuelas de delincuentes. Por otro lado, con la pena capital el Estado se deshace del individuo de una vez y para siempre. Dos posturas: la primera, que conserva al sujeto con vida y a altos costos su mantenimiento y también proporciona a los justiciables un tipo de venganza, -aunque políticamente se diga lo contrario-; y la segunda opción, es la que se deshace del criminal, la venganza va indirectamente contra su familia al saberle que va a ser ejecutado.

¿Llegará hasta allá nuestro país?; ¿nuestros legisladores plantearan como solución a lo que no han podido resolver, la pena capital?; ¿le entraran a una reforma constitucional en ese respecto, o continuaran ideando programas y presentando nuevos funcionarios como los mejores para el combate a la delincuencia?

El tema no es nuevo, los de cierto partido lo saben. La iniciativa de la pena de muerte a delincuentes de alta peligrosidad ha sido tratado con anterioridad y no ha prosperado. ¿La razón? Mera demagogia y falsas hipocresías de distintos partidos que se han afanado en mostrar piel de cordero ante una ciudadanía cada vez más lastimada; asegurando que en México no van a quitarle la vida a nadie. Caray, irónico.

Todo esto es a propósito de Juan Carlos, el llamado “Monstruo” de Jardines de Morelos, Ecatepec, quien verdaderamente lo es. Baste leer algunas frases de su declaración:

Yo te pongo esta mujer, dale en su pinche madre y me das su corazón en ofrenda. Los oficiales encontraron corazones en ofrenda a mi Santa Muerte (...) Prefiero que mis perritos coman carne de esas mujeres a que ellas sigan respirando mi oxígeno (...) No creo salir de ésta, pero si salgo, de una vez le digo a los patrones, voy a seguir matando mujeres (...) A todos los familiares de estas chicas yo les hablaba bien (...) Mientras yo siga aquí en la Tierra, voy a seguir haciendo todo el daño que yo pueda...(...) Mi mamá me encargaba todos los días con una mujer. Esa mujer me hizo hacerle cosas que a mí como niño me desagradaban bastante (...) Mi papá ahí estuvo de mandilón con ella, mi mamá quería navajearlo, picarlo, acuchillarlo. Y yo viendo todo (...) Uno: porque a veces no me deja dormir esta madre. Dos: por el odio que les tengo. Y tres, pues sigue habiendo necesidad todavía. Que coman mis hijos a que coman en otro lado, mejor mis hijos (...) Me oculté muchísimos años de la policía, hasta ahorita que vine a caer (...) Lo que hago está bien, patrón, porque estoy limpiando al mundo nada más de porquería. Yo estoy completamente sano y bien...”

La pregunta sigue en pie: ¿finalmente se implementará la pena capital en México? oem-elsol-de-irapuato@hotmail.com


Ahora con los cambios de poderes a nivel federal que se avecina en donde la óptica del nuevo gobierno es distinta a la saliente, y los cambios que se han llevado a cabo en días pasados para las legislaturas locales, ¿habrá entre toda esa guisa de políticos quienes tengan en mente como solución a la problemática de la violencia exacerbada de nuestro país llevar a tribuna la posibilidad de la pena de muerte? Imparable son ya la ola de asesinatos y ejecuciones que demandan ya una solución verdadera y eficaz.

Egresan de las academias policíacas elementos formados en base a disciplina, valor, entrenamiento, etc. El Estado mexicano apuesta millones de pesos en la formación de cada uno de ellos, llámense federales, militares o incluso municipales, y luego… así de fácil, el infortunio llega acompañado por una ráfaga de balas cuando menos lo esperan y adiós elementos. Gastos funerales y debilitamiento de las respectivas corporaciones es lo que le sigue mientras reponen a los caídos.

Alcaldes saliendo a defender una postura, la que les de buena imagen aunque maquillada; y asegurar que la ciudad que lideran no tiene el primer lugar de criminalidad; como si se tratara de competencias o de intentar negar que día a día se cometen los peores latrocinios en nuestras ciudades guanajuatenses. Infausto, injusto y alarmante, pero así es.

La prisión preventiva, o comúnmente llamada en el vulgo como “pena de cárcel” tiene un costo y muy elevado a cargo del erario del Estado, y éste de los ciudadanos. Sí, nos cuestan a todos mucho dinero las cárceles y éstas debieran tener una función, o mejor dicho cumplir con el supuesto objetivo por el cual funcionan: la de “readaptar” al individuo; aunque esto último ha pasado a ser una mera utopía, pues se sabe que las prisiones son verdaderas escuelas de delincuentes. Por otro lado, con la pena capital el Estado se deshace del individuo de una vez y para siempre. Dos posturas: la primera, que conserva al sujeto con vida y a altos costos su mantenimiento y también proporciona a los justiciables un tipo de venganza, -aunque políticamente se diga lo contrario-; y la segunda opción, es la que se deshace del criminal, la venganza va indirectamente contra su familia al saberle que va a ser ejecutado.

¿Llegará hasta allá nuestro país?; ¿nuestros legisladores plantearan como solución a lo que no han podido resolver, la pena capital?; ¿le entraran a una reforma constitucional en ese respecto, o continuaran ideando programas y presentando nuevos funcionarios como los mejores para el combate a la delincuencia?

El tema no es nuevo, los de cierto partido lo saben. La iniciativa de la pena de muerte a delincuentes de alta peligrosidad ha sido tratado con anterioridad y no ha prosperado. ¿La razón? Mera demagogia y falsas hipocresías de distintos partidos que se han afanado en mostrar piel de cordero ante una ciudadanía cada vez más lastimada; asegurando que en México no van a quitarle la vida a nadie. Caray, irónico.

Todo esto es a propósito de Juan Carlos, el llamado “Monstruo” de Jardines de Morelos, Ecatepec, quien verdaderamente lo es. Baste leer algunas frases de su declaración:

Yo te pongo esta mujer, dale en su pinche madre y me das su corazón en ofrenda. Los oficiales encontraron corazones en ofrenda a mi Santa Muerte (...) Prefiero que mis perritos coman carne de esas mujeres a que ellas sigan respirando mi oxígeno (...) No creo salir de ésta, pero si salgo, de una vez le digo a los patrones, voy a seguir matando mujeres (...) A todos los familiares de estas chicas yo les hablaba bien (...) Mientras yo siga aquí en la Tierra, voy a seguir haciendo todo el daño que yo pueda...(...) Mi mamá me encargaba todos los días con una mujer. Esa mujer me hizo hacerle cosas que a mí como niño me desagradaban bastante (...) Mi papá ahí estuvo de mandilón con ella, mi mamá quería navajearlo, picarlo, acuchillarlo. Y yo viendo todo (...) Uno: porque a veces no me deja dormir esta madre. Dos: por el odio que les tengo. Y tres, pues sigue habiendo necesidad todavía. Que coman mis hijos a que coman en otro lado, mejor mis hijos (...) Me oculté muchísimos años de la policía, hasta ahorita que vine a caer (...) Lo que hago está bien, patrón, porque estoy limpiando al mundo nada más de porquería. Yo estoy completamente sano y bien...”

La pregunta sigue en pie: ¿finalmente se implementará la pena capital en México? oem-elsol-de-irapuato@hotmail.com