/ viernes 28 de febrero de 2020

SALIR DE LA ZONA DE CONFORT

Hace miles de años sobrevivir cada día era todo un logro, ya que el hombre era nómada, salía a cazar y al mismo tiempo, evitaba volverse alimento de animales salvajes. Cuando descubrió que podía sembrar sus alimentos y domesticar criaturas, dejó de moverse en busca de ellos. Desarrolló sociedades complejas porque al tener la comida asegurada, el tiempo usado para perseguir animales se dedicaba a crear sistemas de organización, construir templos, analizar los astros, etc. Es decir, el tener la certeza sobre su sobrevivencia dedicó sus días a otras actividades.

Demos un brinco en el tiempo para colocarnos en la época actual, las cosas han cambiado tanto que, para lograr estabilidad, se debe cambiar. Pero eso también asusta, dejar lo conocido para brincar a lo incierto suena imposible para mucha gente. Y es que, nadie nos enseña a confiar en nuestras capacidades, hay quienes se enteran de sus cualidades cuando se las dice alguien.

Ahora, pocas cosas son tan fáciles de leer como un “tienes que confiar en ti”, como si fuera asunto de pedirlo por teléfono o en algún supermercado. Es un proceso largo y a veces doloroso y por eso es vital.

El cambio es algo continuo, en las épocas nuestros padres o abuelos, lo moderno daba de qué hablar durante años, en el 2020 cada semana encontramos que, cosas asombrosas dignas de película de ciencia ficción, se han vuelto realidad y la novedad dura 15 días.

Hay dos maneras de incorporarnos a los cambios:

La primera, es la dolorosa. Cuando el entorno es incomprensible y este a su vez no nos requiere porque somos incapaces de aportarle algo. Esta es la peor respuesta ante el cambio, ya que cerrar los ojos, no lo detiene.

Es importante aclarar que permanecer en la zona de confort no es exclusiva de gente adulta, también existen muchos jóvenes que se niegan a avanzar.

La segunda, es de forma voluntaria e implica actualizaciones profesionales, personales, uso de los nuevos medios de comunicación, incrementar las competencias tanto blandas como específicas, identificar lo que está siendo sustituido por la tecnología y pronto dejará de ser realizado por personas, etc.

¿Cómo salir de la zona voluntariamente?

Hay quienes recomiendan hacer grandes cambios de forma inmediata, por ejemplo, dejar el trabajo para emprender. Otros, sugieren ir despacio, para que no resulte traumático. Recomiendo prepararse mentalmente y considerar los escenarios posibles. A lo largo de la semana platiqué con una emprendedora, en su familia tienen miedo a que fracase con su proyecto. Analizando sus fortalezas determinamos que tiene suficiente capital, experiencia en el sector al que desea entrar y conoce buenos proveedores, incluso, tiene un posible cliente para todo su inventario en caso de no funcionar el negocio. Ella no tiene deudas, hijos ni otro tipo de obligaciones, así que la apuesta es a ganar. Sus debilidades: para el proyecto no hay ninguna relevante, excepto la inseguridad que le infunden algunos miembros de su familia.

Lo mejor para salir de la zona de confort es el amplio conocimiento de quiénes somos, en qué somos buenos, en qué mejores que los demás; así como identificar dónde debemos mejorar, igualmente analizar qué factores externos pueden favorecer o entorpecer nuestra evolución. Eso sí, tan malo es no pensar las cosas como pensarlas mucho, ya que mientras tomamos la decisión, el entorno siguió en movimiento.

M.A. Mariana Pérez Fernández

Consultora y Capacitadora en Desarrollo Empresarial

mariana.pefer@gmail.com




Hace miles de años sobrevivir cada día era todo un logro, ya que el hombre era nómada, salía a cazar y al mismo tiempo, evitaba volverse alimento de animales salvajes. Cuando descubrió que podía sembrar sus alimentos y domesticar criaturas, dejó de moverse en busca de ellos. Desarrolló sociedades complejas porque al tener la comida asegurada, el tiempo usado para perseguir animales se dedicaba a crear sistemas de organización, construir templos, analizar los astros, etc. Es decir, el tener la certeza sobre su sobrevivencia dedicó sus días a otras actividades.

Demos un brinco en el tiempo para colocarnos en la época actual, las cosas han cambiado tanto que, para lograr estabilidad, se debe cambiar. Pero eso también asusta, dejar lo conocido para brincar a lo incierto suena imposible para mucha gente. Y es que, nadie nos enseña a confiar en nuestras capacidades, hay quienes se enteran de sus cualidades cuando se las dice alguien.

Ahora, pocas cosas son tan fáciles de leer como un “tienes que confiar en ti”, como si fuera asunto de pedirlo por teléfono o en algún supermercado. Es un proceso largo y a veces doloroso y por eso es vital.

El cambio es algo continuo, en las épocas nuestros padres o abuelos, lo moderno daba de qué hablar durante años, en el 2020 cada semana encontramos que, cosas asombrosas dignas de película de ciencia ficción, se han vuelto realidad y la novedad dura 15 días.

Hay dos maneras de incorporarnos a los cambios:

La primera, es la dolorosa. Cuando el entorno es incomprensible y este a su vez no nos requiere porque somos incapaces de aportarle algo. Esta es la peor respuesta ante el cambio, ya que cerrar los ojos, no lo detiene.

Es importante aclarar que permanecer en la zona de confort no es exclusiva de gente adulta, también existen muchos jóvenes que se niegan a avanzar.

La segunda, es de forma voluntaria e implica actualizaciones profesionales, personales, uso de los nuevos medios de comunicación, incrementar las competencias tanto blandas como específicas, identificar lo que está siendo sustituido por la tecnología y pronto dejará de ser realizado por personas, etc.

¿Cómo salir de la zona voluntariamente?

Hay quienes recomiendan hacer grandes cambios de forma inmediata, por ejemplo, dejar el trabajo para emprender. Otros, sugieren ir despacio, para que no resulte traumático. Recomiendo prepararse mentalmente y considerar los escenarios posibles. A lo largo de la semana platiqué con una emprendedora, en su familia tienen miedo a que fracase con su proyecto. Analizando sus fortalezas determinamos que tiene suficiente capital, experiencia en el sector al que desea entrar y conoce buenos proveedores, incluso, tiene un posible cliente para todo su inventario en caso de no funcionar el negocio. Ella no tiene deudas, hijos ni otro tipo de obligaciones, así que la apuesta es a ganar. Sus debilidades: para el proyecto no hay ninguna relevante, excepto la inseguridad que le infunden algunos miembros de su familia.

Lo mejor para salir de la zona de confort es el amplio conocimiento de quiénes somos, en qué somos buenos, en qué mejores que los demás; así como identificar dónde debemos mejorar, igualmente analizar qué factores externos pueden favorecer o entorpecer nuestra evolución. Eso sí, tan malo es no pensar las cosas como pensarlas mucho, ya que mientras tomamos la decisión, el entorno siguió en movimiento.

M.A. Mariana Pérez Fernández

Consultora y Capacitadora en Desarrollo Empresarial

mariana.pefer@gmail.com