/ sábado 26 de mayo de 2018

¿Sentido del humor o ignorancia?

Armando Trueba Uzeta.

El chiste, la broma y el humor son medios para facilitar el intercambio social. Solemos bromear con la gente que nos rodea y la intensidad del chiste dependerá de los diversos núcleos en los cuales nos desenvolvemos. No será el mismo impetú cuando nos encontramos con nuestros amigos cercanos y de confianza, a quienes podemos decir casi cualquier cosa, que el tono que empleamos en una reunión con personas desconocidas o conocidas, pero con las cuales no tenemos mayor vínculo. Sabemos de la necesidad de regular nuestros comentarios según el medio, so pena de incurrir en impertinencias o en francos resbalones que puedan resultar francamente incómodos, cuando no molestos o enojosos.

Para cada ocasión ajustamos los tipos y niveles de bromas; las hay afectuosas, neutras o negativas, dependiendo si nuestra intención es romper el hielo o burlarnos de alguien o de algo. Así lo hemos ido aprendiendo con la experiencia, mediante la interacción con la familia y con los compañeros de escuela, con quienes en ocasiones somos o fuimos el sujeto activo y en otras el receptor de la broma, sin olvidar aquellos episodios en que nos vimos sujetos al fuego de lo que ahora sabemos se denomina bulling.

El chiste y la chanza son ingredientes necesarios no solo para el esparcimiento humano, sino incluso para acceder al conocimiento y a la sabiduría, pues ayudan a comprender la lógica de las cosas. Se considera que un chiste es bueno precisamente cuando nos ofrece una desviación sorpresiva respecto de la respuesta que era de esperarse, lo cual provoca la gracia y así, mediante el rompimiento del orden lógico, se comprende una idea.

Desde que el hombre se comunica entre sí, el humor siempre ha existido, aunque no en todas las épocas ha sido comprendido tal como hoy se entiende. Baste recordar aquellas etapas de la historia en las cuales el humor era cosa de bufones, payasos y personas con defectos físicos que solo servían para provocar las burlas de los demás. Sin embargo, la risa siempre ha reafirmado la dignidad del hombre; quien sabe burlarse de su realidad y de la circundante, es necesariamente un hombre feliz.

La mirada bromista de la realidad no debe confundirse con frivolidad ni con falta de miramiento para evitar herir al otro. No en todas las cosas encontraremos motivos para reír, pero tampoco no todo es solemne y serio. Esta sutil línea que separa aquello de lo cual nos podemos burlar y de lo que no, es hábilmente manejada por el mexicano cuando sabe reírse de la muerte que, siendo un tema de la mayor seriedad, nos sirve como objeto de ironía y de liberación ante el temor que provoca.

La ciencia médica ha demostrado que la risa y el buen humor tienen que ver con la generación de procesos químicos que suceden en el cuerpo humano. El organismo segrega serotonina y endorfinas cuando estamos de buen humor o reímos, las cuales generan un proceso analgésico.

En sentido opuesto, la falta de humor es signo inequívoco de que algo va mal con quien la padece. La seriedad complica la interacción del hombre y lo aleja del sentido gregario de la sociedad. La muina ha hecho guerreros a los hombres e, incluso, durante etapas de la historia de la humanidad se ha considerado a la risa como un rasgo generador de conductas reprochables e indeseables.

Reír, entonces, es todo un arte que debemos saber cultivar y administrar. Aquellas personalidades que todo el tiempo y ante cualquier circunstancia hacen un chiste, pueden llegar a resultar intolerables u odiosas, tanto como aquellos que nunca sonríen ni digieren las bromas de los demás. Desde luego no siempre es sencillo distinguir en que punto el chascarrillo es apropiado y cuándo resulta absolutamente impertinente y fuera de lugar. Así como hay quienes de manera natural pueden dejar caer el comentario chusco y provocar la carcajada de los demás, hay quienes lo hacen sin conseguir mas que muecas de enfado. No hay reglas para el humor.

Es cierto que la risa es un recurso para hacer la vida llevadera, tanto como que también existen cosas serias de las cuales no siempre es fácil o conveniente burlarse; quizá las cosas serias son aquellas que nos provocan angustia y temor y mofarse de ello puede traducirse como una “imprudencia”.

La imprudencia es el efecto más pernicioso del humor. Cuando la burla es impertinente cancela todas sus bondades. Nos podremos burlar de la muerte, pero nunca de la persona fallecida, ni mucho menos de los dolientes. La seriedad no es falta de alegría, sino actitud responsable frente a algo. Cotidianamente decimos que alguien es serio cuando podemos creer en esa persona y, por ende, genera confianza y credibilidad.

La etapa electoral que vivimos en México es cosa seria para todos, en tanto implica una decisión que afectará nuestras vidas y la de nuestros hijos. No significa que este proceso debamos vivirlo con el semblante más circunspecto que podamos plantar, sino que debemos estar conscientes de su trascendencia. Cabe el chiste y la socarronería en medio de la gravedad de la situación, pero con tiento, oportunidad y buen gusto. En el debate presidencial de hace una semana, las cosas no han sido abordadas de manera muy formal. Particularmente López Obrador optó por recurrir a la ocurrencia y al disparate fuera de lugar y poco afortunados. Decía Blas Pascal: “Hay dos sistemas de conseguir la felicidad: uno, hacerse el idiota; el otro, serlo”. La actitud del candidato de Morena orilla a cuestionarnos en que extremo del proverbio quiso colocarse. La futilidad de sus comentarios hace pensar que, o bien no se ha percatado de la seriedad de su misión, o su particular y dudoso sentido del humor es una cortina para disimular su desconocimiento sobre la relevancia de los graves problemas que aquejan al país, cuya discusión no puede ser reemplazada con dicharachos y frases ocurrentes como estrategia para evitar entrar en materia. Debemos preguntarnos si conviene delegar la más alta responsabilidad pública a quien de manera recurrente echa mano de esos impertinentes retruécanos para deliberadamente eludir el abordaje de los temas nacionales.

Armando Trueba Uzeta.

El chiste, la broma y el humor son medios para facilitar el intercambio social. Solemos bromear con la gente que nos rodea y la intensidad del chiste dependerá de los diversos núcleos en los cuales nos desenvolvemos. No será el mismo impetú cuando nos encontramos con nuestros amigos cercanos y de confianza, a quienes podemos decir casi cualquier cosa, que el tono que empleamos en una reunión con personas desconocidas o conocidas, pero con las cuales no tenemos mayor vínculo. Sabemos de la necesidad de regular nuestros comentarios según el medio, so pena de incurrir en impertinencias o en francos resbalones que puedan resultar francamente incómodos, cuando no molestos o enojosos.

Para cada ocasión ajustamos los tipos y niveles de bromas; las hay afectuosas, neutras o negativas, dependiendo si nuestra intención es romper el hielo o burlarnos de alguien o de algo. Así lo hemos ido aprendiendo con la experiencia, mediante la interacción con la familia y con los compañeros de escuela, con quienes en ocasiones somos o fuimos el sujeto activo y en otras el receptor de la broma, sin olvidar aquellos episodios en que nos vimos sujetos al fuego de lo que ahora sabemos se denomina bulling.

El chiste y la chanza son ingredientes necesarios no solo para el esparcimiento humano, sino incluso para acceder al conocimiento y a la sabiduría, pues ayudan a comprender la lógica de las cosas. Se considera que un chiste es bueno precisamente cuando nos ofrece una desviación sorpresiva respecto de la respuesta que era de esperarse, lo cual provoca la gracia y así, mediante el rompimiento del orden lógico, se comprende una idea.

Desde que el hombre se comunica entre sí, el humor siempre ha existido, aunque no en todas las épocas ha sido comprendido tal como hoy se entiende. Baste recordar aquellas etapas de la historia en las cuales el humor era cosa de bufones, payasos y personas con defectos físicos que solo servían para provocar las burlas de los demás. Sin embargo, la risa siempre ha reafirmado la dignidad del hombre; quien sabe burlarse de su realidad y de la circundante, es necesariamente un hombre feliz.

La mirada bromista de la realidad no debe confundirse con frivolidad ni con falta de miramiento para evitar herir al otro. No en todas las cosas encontraremos motivos para reír, pero tampoco no todo es solemne y serio. Esta sutil línea que separa aquello de lo cual nos podemos burlar y de lo que no, es hábilmente manejada por el mexicano cuando sabe reírse de la muerte que, siendo un tema de la mayor seriedad, nos sirve como objeto de ironía y de liberación ante el temor que provoca.

La ciencia médica ha demostrado que la risa y el buen humor tienen que ver con la generación de procesos químicos que suceden en el cuerpo humano. El organismo segrega serotonina y endorfinas cuando estamos de buen humor o reímos, las cuales generan un proceso analgésico.

En sentido opuesto, la falta de humor es signo inequívoco de que algo va mal con quien la padece. La seriedad complica la interacción del hombre y lo aleja del sentido gregario de la sociedad. La muina ha hecho guerreros a los hombres e, incluso, durante etapas de la historia de la humanidad se ha considerado a la risa como un rasgo generador de conductas reprochables e indeseables.

Reír, entonces, es todo un arte que debemos saber cultivar y administrar. Aquellas personalidades que todo el tiempo y ante cualquier circunstancia hacen un chiste, pueden llegar a resultar intolerables u odiosas, tanto como aquellos que nunca sonríen ni digieren las bromas de los demás. Desde luego no siempre es sencillo distinguir en que punto el chascarrillo es apropiado y cuándo resulta absolutamente impertinente y fuera de lugar. Así como hay quienes de manera natural pueden dejar caer el comentario chusco y provocar la carcajada de los demás, hay quienes lo hacen sin conseguir mas que muecas de enfado. No hay reglas para el humor.

Es cierto que la risa es un recurso para hacer la vida llevadera, tanto como que también existen cosas serias de las cuales no siempre es fácil o conveniente burlarse; quizá las cosas serias son aquellas que nos provocan angustia y temor y mofarse de ello puede traducirse como una “imprudencia”.

La imprudencia es el efecto más pernicioso del humor. Cuando la burla es impertinente cancela todas sus bondades. Nos podremos burlar de la muerte, pero nunca de la persona fallecida, ni mucho menos de los dolientes. La seriedad no es falta de alegría, sino actitud responsable frente a algo. Cotidianamente decimos que alguien es serio cuando podemos creer en esa persona y, por ende, genera confianza y credibilidad.

La etapa electoral que vivimos en México es cosa seria para todos, en tanto implica una decisión que afectará nuestras vidas y la de nuestros hijos. No significa que este proceso debamos vivirlo con el semblante más circunspecto que podamos plantar, sino que debemos estar conscientes de su trascendencia. Cabe el chiste y la socarronería en medio de la gravedad de la situación, pero con tiento, oportunidad y buen gusto. En el debate presidencial de hace una semana, las cosas no han sido abordadas de manera muy formal. Particularmente López Obrador optó por recurrir a la ocurrencia y al disparate fuera de lugar y poco afortunados. Decía Blas Pascal: “Hay dos sistemas de conseguir la felicidad: uno, hacerse el idiota; el otro, serlo”. La actitud del candidato de Morena orilla a cuestionarnos en que extremo del proverbio quiso colocarse. La futilidad de sus comentarios hace pensar que, o bien no se ha percatado de la seriedad de su misión, o su particular y dudoso sentido del humor es una cortina para disimular su desconocimiento sobre la relevancia de los graves problemas que aquejan al país, cuya discusión no puede ser reemplazada con dicharachos y frases ocurrentes como estrategia para evitar entrar en materia. Debemos preguntarnos si conviene delegar la más alta responsabilidad pública a quien de manera recurrente echa mano de esos impertinentes retruécanos para deliberadamente eludir el abordaje de los temas nacionales.

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