/ domingo 13 de diciembre de 2020

SOPA DE LETRAS

En efecto… aquí en Irapuato estamos sin miedo al coronavirus, o dicho de otro modo, no se atienden por parte de gran número de habitantes las recomendaciones del sector salud. Así vemos tráfico vehicular muy cargado y peatones de aquí para allá, haciendo compras por la navidad ya cercana. Peor aún, muchos no acaban de creer que la situación del covid es real.

Es desesperante que no se atiendan las advertencias de los médicos y con ello que se les falte al respeto al no tomar en consideración la heroica labor que realizan día a día en favor de los enfermos por covid 19.

Y es que llámesele como se le llame, lo cierto es que hay un retroceso, un rebrote y un color naranja alerta o dicho de otro modo, un rojo amenazante que no cesará de cobrar vidas.

Ahora sí estamos dándonos cuenta –desafortunadamente- con casos muy cercanos y latentes de que el enemigo está haciendo de las suyas y dejando estragos en la sociedad y en la economía de nuestro país.

Al principio de la pandemia, decíamos: “no conocemos a nadie que lo haya contraído”, ahora –desafortunadamente- todos conocemos o incluso tenemos algún familiar que lo ha contraído.

Nos preguntamos, ¿qué será bueno hacer para que se logre la responsabilidad colectiva?, ¿Cómo actuar ante esas personas con las que tenemos trato fortuito, y que les vale un verdadero comino las indicaciones sanitarias? Así tenemos al que surte el gas doméstico; al que entra y nos deja los garrafones de agua todos manoseados, y que son –algunos de los causantes directos de la transmisión del covid -por citar ejemplos- aunque claro está que también nos incluimos a nosotros mismos si es que andamos de juerga en casas ajenas conviviendo como si no pasara nada, y lo peor, si somos asintomáticos y nos creemos sanos, pero llegamos casa a hacer un contagiadero a los de mayor edad que la nuestra o con algún padecimiento crónico degenerativo. Basta una salida a la tiendita para que todos los cuidados puedan ser echados a por la borda, al toparnos con un solo irresponsable que descuide las reglas mínimas y que por tal motivo quedemos contagiados.

Hay modificaciones en nuestra manera de interactuar. El trabajo desde casa, las reuniones y conferencias en línea, y el Home Office es una modalidad que con motivo de la pandemia se hizo imprescindible y que incluso continuará indefinidamente con o sin pandemia. No sabemos si las cosas van a volver a la normalidad de antes pero lo cierto es que el covid 19 ha cambiado la forma en que vivíamos y nos ha quitado a gente valiosa, pero es necesario no bajar la guardia ante este rebrote (aunque digan algunos que no es tal).

A propósito, en días pasados nos enteramos con profunda tristeza que la Sra. Esthela García quien fuera administradora de esta casa editorial sucumbió ante el terrible virus… excelente persona, siempre con una sonrisa, de un trato en todo momento amable y dispuesta para atender a todos los que le solicitábamos tal o cual cosa. Irreparable pérdida… por eso mando mi más sentido pésame a Andrea y al Ing. Juan sus hijos. Ya descansa en paz al lado de mi entrañable amigo Andrés Báez, reportero estrella de la plana roja de también feliz recuerdo… Dios les tenga en su Santa Gloria.

En efecto… aquí en Irapuato estamos sin miedo al coronavirus, o dicho de otro modo, no se atienden por parte de gran número de habitantes las recomendaciones del sector salud. Así vemos tráfico vehicular muy cargado y peatones de aquí para allá, haciendo compras por la navidad ya cercana. Peor aún, muchos no acaban de creer que la situación del covid es real.

Es desesperante que no se atiendan las advertencias de los médicos y con ello que se les falte al respeto al no tomar en consideración la heroica labor que realizan día a día en favor de los enfermos por covid 19.

Y es que llámesele como se le llame, lo cierto es que hay un retroceso, un rebrote y un color naranja alerta o dicho de otro modo, un rojo amenazante que no cesará de cobrar vidas.

Ahora sí estamos dándonos cuenta –desafortunadamente- con casos muy cercanos y latentes de que el enemigo está haciendo de las suyas y dejando estragos en la sociedad y en la economía de nuestro país.

Al principio de la pandemia, decíamos: “no conocemos a nadie que lo haya contraído”, ahora –desafortunadamente- todos conocemos o incluso tenemos algún familiar que lo ha contraído.

Nos preguntamos, ¿qué será bueno hacer para que se logre la responsabilidad colectiva?, ¿Cómo actuar ante esas personas con las que tenemos trato fortuito, y que les vale un verdadero comino las indicaciones sanitarias? Así tenemos al que surte el gas doméstico; al que entra y nos deja los garrafones de agua todos manoseados, y que son –algunos de los causantes directos de la transmisión del covid -por citar ejemplos- aunque claro está que también nos incluimos a nosotros mismos si es que andamos de juerga en casas ajenas conviviendo como si no pasara nada, y lo peor, si somos asintomáticos y nos creemos sanos, pero llegamos casa a hacer un contagiadero a los de mayor edad que la nuestra o con algún padecimiento crónico degenerativo. Basta una salida a la tiendita para que todos los cuidados puedan ser echados a por la borda, al toparnos con un solo irresponsable que descuide las reglas mínimas y que por tal motivo quedemos contagiados.

Hay modificaciones en nuestra manera de interactuar. El trabajo desde casa, las reuniones y conferencias en línea, y el Home Office es una modalidad que con motivo de la pandemia se hizo imprescindible y que incluso continuará indefinidamente con o sin pandemia. No sabemos si las cosas van a volver a la normalidad de antes pero lo cierto es que el covid 19 ha cambiado la forma en que vivíamos y nos ha quitado a gente valiosa, pero es necesario no bajar la guardia ante este rebrote (aunque digan algunos que no es tal).

A propósito, en días pasados nos enteramos con profunda tristeza que la Sra. Esthela García quien fuera administradora de esta casa editorial sucumbió ante el terrible virus… excelente persona, siempre con una sonrisa, de un trato en todo momento amable y dispuesta para atender a todos los que le solicitábamos tal o cual cosa. Irreparable pérdida… por eso mando mi más sentido pésame a Andrea y al Ing. Juan sus hijos. Ya descansa en paz al lado de mi entrañable amigo Andrés Báez, reportero estrella de la plana roja de también feliz recuerdo… Dios les tenga en su Santa Gloria.