/ domingo 27 de febrero de 2022

Tigres de agua y de papel

Según el calendario lunar chino, el cuatro de febrero dio inicio el año del Tigre de Agua, que anuncia mucha movilidad, desarrollo y crecimiento. Los astrólogos tradiconales lo asocian con la llegada del tigre negro que precede la de Cai Shen, dios de la prosperidad. Esto fue uno de los motivos que determinaron la inauguración en esta fecha de los Juegos Olímpicos de Invierno en Pekín, donde pudimos ver a Vladimir Putin como uno de los visitantes más ilustres.

Al día siguiente de la clausura, sucedió lo que muchos esperabamos; a pesar de las negativas reiteradas del gobierno ruso (el arte de la guerra aplicado en su forma más excelsa), sus tropas entraron en Ucrania. Y aunque las sanciones económicas comenzaron a llover al día siguiente, y siguen estrechando el cerco al gigante euroasiático y a sus líderes, ninguna de las potencias occidentales, lo ha reiterado el presidente Volodymyr Zelesky en cada uno de sus discursos, está dispuesta a sacrificar tropas para enfrentar al invasor en suelo ucraniano.

El mundo observa indignado y temeroso un enfrentamiento que muchos no alcanzamos a vivir durante la Guerra Fría, ni con la crisis de los misiles o la invasión de Checoslovaquia en el 68. Pero hay una gran diferencia con lo que sucede en estos años, los discursos han cambiado diametralmente. Como si volviéramos a los inicios del siglo XX, ya no se esgrime la ideología bidimensional del mundo libre vs la dictadura del proletariado; se invoca una doctrina de defensa del territorio contra políticas de acoso imperialista. Tanto Rusia como China, tan o más capitalistas que las potencias de occidente, aducen la seguridad de sus áreas de influencia como algo esencial en su desarrollo futuro. Y uno de los grandes conflictos que podían estallar, Ucrania y Taiwán, se ha desatado.

Tras la Caída del Muro y el desarrollo de una Europa occidental en paz que, aunque no ha quebrado del todo los nacionalismos, ha permitido la cooperación y convivencia en niveles nunca antes imaginados, no existe un discurso unificador que mitigue de forma definitiva las tensiones entre las grandes potencias restantes y emergentes.

¿Es en nombre de la democracia que Estados Unidos siguió presionando a Rusia a través de la OTAN desde la frontera del Oder hasta más allá del Dnieper? ¿Hasta qué límites están dispuestos a llegar? Ninguna potencia occidental está preparada para recibir millares de cadáveres de sus hijos en caso de un enfrentamiento militar a gran escala. Los políticos en Europa y Washington lo saben. Putin lo sabe. China también. Por ello, Mao Zedong decía que las potencias occidentales eran tigres de papel, aparentemente muy poderosos, pero vacíos por dentro. Por el momento, sólo mueven la chequera y pagan para que otros combatan. ¿Seguirán así de lograr Putin sus propósitos en Ucrania? ¿Qué pasará si el tigre chino decide realizar una maniobra similar en Taiwán para retar en dos frentes a Occidente?

No sé si los jóvenes de estas generaciones acudirían a enlistarse masivamente por defender la democracia en una lejana nación. Lo dudo mucho, pues bien han aprendido de los intereses ocultos tras cada guerra. Hasta el año pasado, Afganistán seguía ocupada en respuesta a un ataque directo, y vimos cómo terminó aquello. Tal vez, el viejo Mao no estaba tan equivocado, pero tampoco olvidemos lo que dijo la respecto un ruso nacido cerca de la frontera de Ucrania, Nikita Kruschev: el tigre tiene dientes nucleares.


Comentarios a mi correo electrónico: panquevadas@gmail.com


Según el calendario lunar chino, el cuatro de febrero dio inicio el año del Tigre de Agua, que anuncia mucha movilidad, desarrollo y crecimiento. Los astrólogos tradiconales lo asocian con la llegada del tigre negro que precede la de Cai Shen, dios de la prosperidad. Esto fue uno de los motivos que determinaron la inauguración en esta fecha de los Juegos Olímpicos de Invierno en Pekín, donde pudimos ver a Vladimir Putin como uno de los visitantes más ilustres.

Al día siguiente de la clausura, sucedió lo que muchos esperabamos; a pesar de las negativas reiteradas del gobierno ruso (el arte de la guerra aplicado en su forma más excelsa), sus tropas entraron en Ucrania. Y aunque las sanciones económicas comenzaron a llover al día siguiente, y siguen estrechando el cerco al gigante euroasiático y a sus líderes, ninguna de las potencias occidentales, lo ha reiterado el presidente Volodymyr Zelesky en cada uno de sus discursos, está dispuesta a sacrificar tropas para enfrentar al invasor en suelo ucraniano.

El mundo observa indignado y temeroso un enfrentamiento que muchos no alcanzamos a vivir durante la Guerra Fría, ni con la crisis de los misiles o la invasión de Checoslovaquia en el 68. Pero hay una gran diferencia con lo que sucede en estos años, los discursos han cambiado diametralmente. Como si volviéramos a los inicios del siglo XX, ya no se esgrime la ideología bidimensional del mundo libre vs la dictadura del proletariado; se invoca una doctrina de defensa del territorio contra políticas de acoso imperialista. Tanto Rusia como China, tan o más capitalistas que las potencias de occidente, aducen la seguridad de sus áreas de influencia como algo esencial en su desarrollo futuro. Y uno de los grandes conflictos que podían estallar, Ucrania y Taiwán, se ha desatado.

Tras la Caída del Muro y el desarrollo de una Europa occidental en paz que, aunque no ha quebrado del todo los nacionalismos, ha permitido la cooperación y convivencia en niveles nunca antes imaginados, no existe un discurso unificador que mitigue de forma definitiva las tensiones entre las grandes potencias restantes y emergentes.

¿Es en nombre de la democracia que Estados Unidos siguió presionando a Rusia a través de la OTAN desde la frontera del Oder hasta más allá del Dnieper? ¿Hasta qué límites están dispuestos a llegar? Ninguna potencia occidental está preparada para recibir millares de cadáveres de sus hijos en caso de un enfrentamiento militar a gran escala. Los políticos en Europa y Washington lo saben. Putin lo sabe. China también. Por ello, Mao Zedong decía que las potencias occidentales eran tigres de papel, aparentemente muy poderosos, pero vacíos por dentro. Por el momento, sólo mueven la chequera y pagan para que otros combatan. ¿Seguirán así de lograr Putin sus propósitos en Ucrania? ¿Qué pasará si el tigre chino decide realizar una maniobra similar en Taiwán para retar en dos frentes a Occidente?

No sé si los jóvenes de estas generaciones acudirían a enlistarse masivamente por defender la democracia en una lejana nación. Lo dudo mucho, pues bien han aprendido de los intereses ocultos tras cada guerra. Hasta el año pasado, Afganistán seguía ocupada en respuesta a un ataque directo, y vimos cómo terminó aquello. Tal vez, el viejo Mao no estaba tan equivocado, pero tampoco olvidemos lo que dijo la respecto un ruso nacido cerca de la frontera de Ucrania, Nikita Kruschev: el tigre tiene dientes nucleares.


Comentarios a mi correo electrónico: panquevadas@gmail.com


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