/ miércoles 18 de noviembre de 2020

UG TU CONECTE CON LA CIENCIA

Sobre el Premio Nobel en Fisiología o Medicina 2020


Dr. Héctor Manuel Mora Montes

Departamento de Biología, División de Ciencias Naturales y Exactas

Campus Guanajuato, Universidad de Guanajuato


A lo largo de nuestra historia, los virus han influido en el desenlace de eventos que han definido nuestra identidad y cultura. Ejemplo de ello son las epidemias de rabia que azotaron a las legiones romanas y lograron lo que el ser humano no pudo hacer, parar su expansión. Gracias a un brote de viruela entre los nativos de nuestras tierras, los conquistadores españoles tuvieron éxito en su encomienda al viajar al Nuevo Mundo, y hoy mismo estamos experimentando un nuevo estilo de vida e interacción gracias a la pandemia del SARS-CoV-2. Aunado a todas estas enfermedades que son de conocimiento general por la población, podemos enlistar al papilomavirus, el virus de inmunodeficiencia humana y de la hepatitis B. El pasado 5 de octubre se anunció el Premio Nobel en Fisiología o Medicina 2020, el cual fue otorgado a Harvey J. Alter, Michael Houghton y Charles M. Rice, por el descubrimiento del virus de la hepatitis C.

Desde 1901 se han otorgado 111 premios en esta categoría y 9 de ellos han reconocido el trabajo que diferentes grupos de investigadores han realizado en el campo de la virología, resaltando la relevancia que le seguimos dando a los problemas de salud asociados con los virus. Pero ¿Qué hicieron los grupos lidereados por los tres investigadores galardonados este año? Para ello, debemos de hacer una breve recapitulación de nuestro conocimiento sobre la hepatitis. La inflamación del hígado, o hepatitis, se caracteriza por la adquisición de una coloración amarillenta en la piel y conjuntiva, acompañadas por una pérdida de coloración suigéneris de las heces y la excreción de una orina de un color oscuro. Esta afectación puede ser de corta duración (aguda) o persistir por semanas o meses (crónica) y es causada por diferentes situaciones que incluyen traumatismos en el área abdominal, intoxicación por la ingesta de compuestos que dañan al órgano (como el alcohol y algunos medicamentos), situaciones autoinmunes y la presencia de procesos infecciosos en el tejido hepático. Estos últimos han sido sujetos de intensos estudios desde el comienzo del siglo pasado. Esta investigación previa arrojó que, entre los agentes causantes de hepatitis viral existían dos clases de virus, aquel transmitido por aguas y alimentos contaminados con materia fecal, denominado virus A, y aquel que es transmitido a partir del contacto con sangre y fluidos biológicos contaminados, denominado virus B. Por este último se otorgó el Premio Nobel en Medicina o Fisiología 1976 a Baruch Blumberg.

En los años 70 el grupo de Harvey J. Alter hizo un descubrimiento seminal que terminaría por identificar una nueva clase de virus: trabajando con individuos que habían recibido transfusión sanguínea, su grupo demostró que había un número importante de pacientes que desarrollaban hepatitis a consecuencia de la transfusión sanguínea, y demostraron que la enfermedad era de origen infeccioso y viral, ya que se podía transmitir de individuos enfermos a animales de experimentación sanos, por lo que se le dio el nombre de hepatitis viral no A no B. En 1989, se produjo la aportación del grupo de Michael Houghton: tomaron sangre de animales infectados con el virus no A no B, recolectaron material genético presente en su sangre, sintetizaron proteínas a partir de éste y las pusieron a interactuar con sangre de pacientes humanos infectados con este virus. Esto permitió identificar que los pacientes enfermos producían anticuerpos contra el nuevo virus, y subsecuentemente el genoma de esta nueva entidad biológica, que se denominó virus de la de hepatitis C, fue identificado. La prueba última de que este nuevo virus es el causante del cuadro de hepatitis la generó el grupo de Charles M. Rice en 1997, quienes demostraron que, al inyectar el RNA viral en el hígado de animales sanos era posible generar la sintomatología característica del cuadro de hepatitis, confirmando las sospechas de que este virus, por sí mismo, es el agente causal de la nueva enfermedad.

Gracias a estas investigaciones ha sido posible establecer nuevas estrategias para el diagnóstico y tratamiento de la enfermedad, así como para su prevención en poblaciones susceptibles (como lo son los usuarios de drogas intravenosas y pacientes que requieren transfusiones sanguíneas). A pesar de esto, la hepatitis C sigue siendo un problema de salud preocupante, ya que se reportan más de un millón de muertes anuales alrededor del mundo, a causa de las complicaciones generadas por la infección, entre las que destacan la cirrosis y el cáncer hepático.


Cualquier comentario sobre este artículo, favor de dirigirlo a eugreka@ugto.mx. Para consulta de más artículos www.ugto.mx/eugreka

Sobre el Premio Nobel en Fisiología o Medicina 2020


Dr. Héctor Manuel Mora Montes

Departamento de Biología, División de Ciencias Naturales y Exactas

Campus Guanajuato, Universidad de Guanajuato


A lo largo de nuestra historia, los virus han influido en el desenlace de eventos que han definido nuestra identidad y cultura. Ejemplo de ello son las epidemias de rabia que azotaron a las legiones romanas y lograron lo que el ser humano no pudo hacer, parar su expansión. Gracias a un brote de viruela entre los nativos de nuestras tierras, los conquistadores españoles tuvieron éxito en su encomienda al viajar al Nuevo Mundo, y hoy mismo estamos experimentando un nuevo estilo de vida e interacción gracias a la pandemia del SARS-CoV-2. Aunado a todas estas enfermedades que son de conocimiento general por la población, podemos enlistar al papilomavirus, el virus de inmunodeficiencia humana y de la hepatitis B. El pasado 5 de octubre se anunció el Premio Nobel en Fisiología o Medicina 2020, el cual fue otorgado a Harvey J. Alter, Michael Houghton y Charles M. Rice, por el descubrimiento del virus de la hepatitis C.

Desde 1901 se han otorgado 111 premios en esta categoría y 9 de ellos han reconocido el trabajo que diferentes grupos de investigadores han realizado en el campo de la virología, resaltando la relevancia que le seguimos dando a los problemas de salud asociados con los virus. Pero ¿Qué hicieron los grupos lidereados por los tres investigadores galardonados este año? Para ello, debemos de hacer una breve recapitulación de nuestro conocimiento sobre la hepatitis. La inflamación del hígado, o hepatitis, se caracteriza por la adquisición de una coloración amarillenta en la piel y conjuntiva, acompañadas por una pérdida de coloración suigéneris de las heces y la excreción de una orina de un color oscuro. Esta afectación puede ser de corta duración (aguda) o persistir por semanas o meses (crónica) y es causada por diferentes situaciones que incluyen traumatismos en el área abdominal, intoxicación por la ingesta de compuestos que dañan al órgano (como el alcohol y algunos medicamentos), situaciones autoinmunes y la presencia de procesos infecciosos en el tejido hepático. Estos últimos han sido sujetos de intensos estudios desde el comienzo del siglo pasado. Esta investigación previa arrojó que, entre los agentes causantes de hepatitis viral existían dos clases de virus, aquel transmitido por aguas y alimentos contaminados con materia fecal, denominado virus A, y aquel que es transmitido a partir del contacto con sangre y fluidos biológicos contaminados, denominado virus B. Por este último se otorgó el Premio Nobel en Medicina o Fisiología 1976 a Baruch Blumberg.

En los años 70 el grupo de Harvey J. Alter hizo un descubrimiento seminal que terminaría por identificar una nueva clase de virus: trabajando con individuos que habían recibido transfusión sanguínea, su grupo demostró que había un número importante de pacientes que desarrollaban hepatitis a consecuencia de la transfusión sanguínea, y demostraron que la enfermedad era de origen infeccioso y viral, ya que se podía transmitir de individuos enfermos a animales de experimentación sanos, por lo que se le dio el nombre de hepatitis viral no A no B. En 1989, se produjo la aportación del grupo de Michael Houghton: tomaron sangre de animales infectados con el virus no A no B, recolectaron material genético presente en su sangre, sintetizaron proteínas a partir de éste y las pusieron a interactuar con sangre de pacientes humanos infectados con este virus. Esto permitió identificar que los pacientes enfermos producían anticuerpos contra el nuevo virus, y subsecuentemente el genoma de esta nueva entidad biológica, que se denominó virus de la de hepatitis C, fue identificado. La prueba última de que este nuevo virus es el causante del cuadro de hepatitis la generó el grupo de Charles M. Rice en 1997, quienes demostraron que, al inyectar el RNA viral en el hígado de animales sanos era posible generar la sintomatología característica del cuadro de hepatitis, confirmando las sospechas de que este virus, por sí mismo, es el agente causal de la nueva enfermedad.

Gracias a estas investigaciones ha sido posible establecer nuevas estrategias para el diagnóstico y tratamiento de la enfermedad, así como para su prevención en poblaciones susceptibles (como lo son los usuarios de drogas intravenosas y pacientes que requieren transfusiones sanguíneas). A pesar de esto, la hepatitis C sigue siendo un problema de salud preocupante, ya que se reportan más de un millón de muertes anuales alrededor del mundo, a causa de las complicaciones generadas por la infección, entre las que destacan la cirrosis y el cáncer hepático.


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