/ jueves 30 de septiembre de 2021

UG TU CONECTE CON LA CIENCIA

Geografía y migración. El valor cultural del territorio

Dra. Miriam Reyes Tovar

Universidad de Guanajuato

Campus Celaya-Salvatierra

Departamento de Estudios Culturales, Demográficos y Políticos



El territorio se nos muestra como un aspecto inherente a los sujetos y viceversa. Pero cuando hablamos de un proceso de movilidad, como lo es la migración internacional, este sentimiento de pertenencia entra en un proceso de discontinuidad. Es decir, este sentimiento de pertenencia se transforma en diferentes manifestaciones sociales culturales y territoriales (Levy y Lussault, 2007, Velasco-Graciet, 2009).

Para los estudiosos sobre los impactos y transformaciones que la migración produce en los lugares de origen y destino, tanto a nivel social, cultural y territorial, esta discontinuidad deberá ser tomada como el punto medular de la reflexión, por ejemplo, podemos observar cómo el “imaginario geográfico global” se ha modificado de acuerdo a las diversas interconexiones existentes entre culturas, los flujos de información, símbolos y significados que han recaído en un proceso de redefinición de las conexiones de los sujetos con sus lugares. Teniendo de esta forma, relaciones que se inscriben en los imaginarios mundializados, del cómo vivir, dónde vivir, cómo sentir y significar el habitar y las diversas relaciones que esto conlleva.

Sin embargo, el supuesto de la movilidad en las migraciones internacionales, permite abogar por un rescate de la dimensión espacial inscrita en un análisis del territorio inmerso en las dinámicas de la cultura, para observar a los territorios de los migrantes como territorios desconectados pero articulados. En este sentido, los relatos de pérdida de identidad, hibridación y desapego territorial, pueden ahondar en un giro hacia y en la migración; y observar la capacidad de reproducir, construir y reconstruir continuamente sus espacios en función de la propia experiencia de vida en la movilidad.

Así, y desde una visión de una geografía en movimiento del mundo contemporáneo (Velasco, 2009), el territorio se presenta como un concepto abierto, en el cual la relación sujeto-espacio permite una re-construcción del territorio desde el movimiento. En la cual, la forma en la que se puede estar aquí y en varios lugares, donde la vida social, cultural y el aspecto del territorio inherente a ellas, hablan no de un fin de territorios, sino de una diversificación de estos. De tal forma, la interacción cultural, social y simbólica en la migración, permite observar una diversificación de territorios, espacios de vida y mundos de significados que nos remiten hacia el lado más sensible de la geografía humana, me refiero hacia el ámbito de la vivencialidad del territorio.

A través de una visión más geográfica de la migración, el migrante, en tanto actor espacial, enfatiza la movilidad existente entre varios espacios geográficos y al mismo tiempo, particulariza en la significación de sus mundos de vida, mediante el significado de lo local, o propiamente, en la importancia que el aspecto del territorio, en relación con los sujetos, posee en el ámbito de las transformaciones actuales de las sociedades.

Los territorios de la migración, el lugar de origen, el lugar de arribo y los lugares de tránsito, al observarlos como puntos donde convergen intercambios, interacciones y encuentros, pueden ser analizados como lugares de múltiples saber-ser del sujeto, como espacios-tiempos interactivos, dinámicos, cambiantes, traducidos y/o reconfigurados, que le otorgan al migrante, “estar aquí y estar allá”, estableciendo diferentes identidades para el territorio en función de sus prácticas y niveles de apropiación y significación simbólico-territorial.

De tal forma, las prácticas y las relaciones establecidas con los lugares de origen, muestran la capacidad para construir e interpretar el mundo de vida de los sujetos, y que materializarán o recordarán en función de las diferentes unidades de significación que lleven a cabo en sus territorios. En este sentido, el valor simbólico que los sujetos le otorgan al territorio desde su experiencia en migración permite observar cómo, mediante las interacciones, la proximidad y la distancia, los territorios se van escribiendo en función de las experiencias y narrativas de los que migran.

Referencias citadas:

Lévy J.& Lussault M. (eds), (2007). Logique de l'espace, esprit des lieux: Géographies à cerisy. Paris: Belin.

Velasco Graciet, H (2009). territorie, mobilités et sociétés. Contradictions géographiques et enjeux pour la géographie. Maison des Sciences de l'Homme d'Aquitaine, Paris.


Cualquier comentario sobre este artículo, favor de dirigirlo a eugreka@ugto.mx. Para consulta de más artículos www.ugto.mx/eugreka

Geografía y migración. El valor cultural del territorio

Dra. Miriam Reyes Tovar

Universidad de Guanajuato

Campus Celaya-Salvatierra

Departamento de Estudios Culturales, Demográficos y Políticos



El territorio se nos muestra como un aspecto inherente a los sujetos y viceversa. Pero cuando hablamos de un proceso de movilidad, como lo es la migración internacional, este sentimiento de pertenencia entra en un proceso de discontinuidad. Es decir, este sentimiento de pertenencia se transforma en diferentes manifestaciones sociales culturales y territoriales (Levy y Lussault, 2007, Velasco-Graciet, 2009).

Para los estudiosos sobre los impactos y transformaciones que la migración produce en los lugares de origen y destino, tanto a nivel social, cultural y territorial, esta discontinuidad deberá ser tomada como el punto medular de la reflexión, por ejemplo, podemos observar cómo el “imaginario geográfico global” se ha modificado de acuerdo a las diversas interconexiones existentes entre culturas, los flujos de información, símbolos y significados que han recaído en un proceso de redefinición de las conexiones de los sujetos con sus lugares. Teniendo de esta forma, relaciones que se inscriben en los imaginarios mundializados, del cómo vivir, dónde vivir, cómo sentir y significar el habitar y las diversas relaciones que esto conlleva.

Sin embargo, el supuesto de la movilidad en las migraciones internacionales, permite abogar por un rescate de la dimensión espacial inscrita en un análisis del territorio inmerso en las dinámicas de la cultura, para observar a los territorios de los migrantes como territorios desconectados pero articulados. En este sentido, los relatos de pérdida de identidad, hibridación y desapego territorial, pueden ahondar en un giro hacia y en la migración; y observar la capacidad de reproducir, construir y reconstruir continuamente sus espacios en función de la propia experiencia de vida en la movilidad.

Así, y desde una visión de una geografía en movimiento del mundo contemporáneo (Velasco, 2009), el territorio se presenta como un concepto abierto, en el cual la relación sujeto-espacio permite una re-construcción del territorio desde el movimiento. En la cual, la forma en la que se puede estar aquí y en varios lugares, donde la vida social, cultural y el aspecto del territorio inherente a ellas, hablan no de un fin de territorios, sino de una diversificación de estos. De tal forma, la interacción cultural, social y simbólica en la migración, permite observar una diversificación de territorios, espacios de vida y mundos de significados que nos remiten hacia el lado más sensible de la geografía humana, me refiero hacia el ámbito de la vivencialidad del territorio.

A través de una visión más geográfica de la migración, el migrante, en tanto actor espacial, enfatiza la movilidad existente entre varios espacios geográficos y al mismo tiempo, particulariza en la significación de sus mundos de vida, mediante el significado de lo local, o propiamente, en la importancia que el aspecto del territorio, en relación con los sujetos, posee en el ámbito de las transformaciones actuales de las sociedades.

Los territorios de la migración, el lugar de origen, el lugar de arribo y los lugares de tránsito, al observarlos como puntos donde convergen intercambios, interacciones y encuentros, pueden ser analizados como lugares de múltiples saber-ser del sujeto, como espacios-tiempos interactivos, dinámicos, cambiantes, traducidos y/o reconfigurados, que le otorgan al migrante, “estar aquí y estar allá”, estableciendo diferentes identidades para el territorio en función de sus prácticas y niveles de apropiación y significación simbólico-territorial.

De tal forma, las prácticas y las relaciones establecidas con los lugares de origen, muestran la capacidad para construir e interpretar el mundo de vida de los sujetos, y que materializarán o recordarán en función de las diferentes unidades de significación que lleven a cabo en sus territorios. En este sentido, el valor simbólico que los sujetos le otorgan al territorio desde su experiencia en migración permite observar cómo, mediante las interacciones, la proximidad y la distancia, los territorios se van escribiendo en función de las experiencias y narrativas de los que migran.

Referencias citadas:

Lévy J.& Lussault M. (eds), (2007). Logique de l'espace, esprit des lieux: Géographies à cerisy. Paris: Belin.

Velasco Graciet, H (2009). territorie, mobilités et sociétés. Contradictions géographiques et enjeux pour la géographie. Maison des Sciences de l'Homme d'Aquitaine, Paris.


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