/ sábado 13 de abril de 2019

V I C I S I T U D E S

RICOS Y POBRES; POBREZA Y RIQUEZA

Por: Armando Hernández Origel

En días pasados, miércoles, para ser más exactos, me encontré con un compañero que tenía dos años que no veía, y como era de esperarse nos detuvimos un tiempo para saludarnos y preguntarnos cómo estábamos, en qué la girábamos y si aún estábamos trabajando.

Nos dimos un fuerte abrazo y coincidimos en que los dos nos veíamos bien, a pesar de ya pintarse el cabello de canas, o también el pintarse el pelo del cuero cabelludo porque en uno de los dos ya había menos.

A pesar de las premuras del tiempo pudimos platicar sobre como están pintando las cosas para nuestro país, ahora con el cambio de nuevo gobierno.

Él comentaba que la situación no se ve tan fácil como se podría suponer porque tal parece que las cosas están color de hormiga, dadas la diferencias socioeconómico y políticas que prevalecen en todos los órdenes, comenzando por la desigualdad entre nosotros los mexicanos, donde se hace mucho hincapié entre los que tienen y entre los que no tienen, entre los que tienen mucho y entre los que no tienen nada.

El saber que uno de los dos ya está experimentando la vida de pensionado y el otro está en dicho proceso, comentábamos sobre las formas en que uno se debe jubilar o pensionar, y de los beneficios económicos que se deben prevenir para poder vivir con una pensión digna, de acuerdo a nuestro trabajo y el desgaste en el mismo.

No pudimos evitar comentar sobre las personas que la están pasando mal, no en México sino en varias partes del planeta dadas las condiciones económicas que están afectando a la humanidad entera.

La falta de trabajo, o en el caso de tenerlo, el contar con un salario que no reúne las características necesarias para que una familia pueda vivir decentemente. Las diferencias entre los sueldos que tienen determinadas profesiones o actividades laborales en comparación de otras, que en verdad son inimaginables.

Comentábamos que hace unos días había salido una nota sobre lo que ganaban los futbolistas mexicanos, siendo una cantidad estratosférica e increíble comparada con lo que puede ganar ya no un empleado de alguna institución o empresa reconocida sino de un profesionista, incluyendo los médicos. Se decía que un futbolista ganaba veintiún mil pesos diarios, considerando los patrocinadores y equipos en los que juegan, pero aun así es una suma desorbitante.

Al igual lo que pasa con algunos boxeadores profesionales quienes ganan una millonada por el tiempo que dura un combate.

Lo curioso del caso es que, en una gran mayoría, tanto los boxeadores, como los futbolistas fueron gente que vinieron desde abajo y que poco a poco fueron ganándose un lugar privilegiado, pasando, de ser simples asalariados a ser personas millonarias, pasando de ser pobres a ser ricos. Una diferencia que se va a los extremos, pero así es el mundo capitalista donde vivimos y nos hemos desenvuelto.

Eso lo va marcando mucho el estatus social donde normalmente nos movemos y que no es malo, siendo lo delicado el que no se estandarice de acuerdo con lo que se hace sino por lo que se sabe.

Esas grandes diferencias salariales, de los privilegiados, van haciendo notoria la gran distancia que puede existir entre los que tienen mucho, los ricos, y los que no tienen nada, los pobres. Insisto, no hablo de México sino de una buena cantidad de países en el mundo.

¿Es bueno ser rico, es bueno ser pobre: ¿Es malo ser rico, es malo ser pobre? ¿Y qué pasa con los de la clase media? ¿Me podría preguntar algunos de ustedes, la clase media alta o la media baja? Y seguiremos haciendo una diferencia, por los sueldos, por las profesiones, trabajos u oficios, dándonos cuenta con ellos, que es inevitable que existan, como en inevitable hablar y hablar sobre ello, porque sucede en todas partes.

La riqueza es un estatus que ha prevalecido por miles de siglos y que no dejará de existir, y ésta no es mala cuando se ha adquirido con trabajo, entrega y sacrificio.

Hay quienes heredan grandes fortunas y son ricos, pero hay quienes trabajan ardua, tenaz e inteligentemente y también son ricos.

Las grandes diferencias que existen entre los ricos y los pobres las ha creado y generado el propio hombre, porque ante Dios éstas no existen; las diferencias desaparecen para Él, porque para Él todos somos iguales.

Si hemos dicho más de alguna ocasión que nada se mantiene estático, que todo está en movimiento, al igual que todo es pasajero y nada es permanente, esto querría decir que pudiese ser que algún día el rico deje de serlo y el pobre por igual. ¿Pero, qué será más fácil o a quién le costará más trabajo comprender esos cambios, si se llegaran a dar?

Bien sabemos que existen ricos que no quieren perder ese privilegio o ese estatus con poder, no se quieren bajar de su peldaño, pero también puede suceder lo contrario, es decir, que hay pobres que no quieren hacerse ricos, que no quieren progresar, o al igual que el rico, al pobre no le gusta subir de su peldaño.

Hay pobres que quieren ser ricos, pero hay ricos que sólo piensan en acrecentar sus fortunas, porque saben cómo hacerlo.

Se ha dicho que los pobres por lo general saben dar de lo poco que tienen, pero que a los ricos cuando dan, sienten que es mucho lo que han dado. Cuestión de visión, cuestión de intereses, cuestión de saber en dónde creen que están parados.

En una ocasión me compartieron un pensamiento que en el fondo tiene mucho de verdad por la forma en como trabajamos las cosas y sabemos que hacer con ellas; éste dice: “Quítale el dinero a un rico y se hará rico de nuevo. Dale dinero a un pobre y se hará pobre de nuevo. La riqueza y la pobreza financieramente hablando, no están en el dinero, sino en lo que hacemos con él”.

Mis estimados lectores, un simple encuentro entre dos compañeros dio pie a hablar sobre los ricos y pobres, sobre la riqueza y la pobreza, porque ambas existen, son palpables y jamás dejarán de existir, por más que nos digan lo contrario.

Es el acontecer de una humanidad que ha marcado diferencias enormes entre sus congéneres. Vean hacia el norte de nuestro país, vean hacia Europa, vean hacia el oriente y nos daremos cuenta que no estoy equivocado. Quisiera estarlo, pero es nuestra realidad humana.

Antes de que se me olvide, quiero y deseo enviar una calurosa felicitación, un abrazo y un beso a mi hermana Lolis, ya que el viernes pasado, día doce, Viernes de Dolores, cumplió un año más de vida, y, por igual, fue su santo.

Que a Lolis y a mis lectores, Nuestro Buen Padre Jesús y Nuestra Buena Madre María los acompañen y bendigan por siempre.


RICOS Y POBRES; POBREZA Y RIQUEZA

Por: Armando Hernández Origel

En días pasados, miércoles, para ser más exactos, me encontré con un compañero que tenía dos años que no veía, y como era de esperarse nos detuvimos un tiempo para saludarnos y preguntarnos cómo estábamos, en qué la girábamos y si aún estábamos trabajando.

Nos dimos un fuerte abrazo y coincidimos en que los dos nos veíamos bien, a pesar de ya pintarse el cabello de canas, o también el pintarse el pelo del cuero cabelludo porque en uno de los dos ya había menos.

A pesar de las premuras del tiempo pudimos platicar sobre como están pintando las cosas para nuestro país, ahora con el cambio de nuevo gobierno.

Él comentaba que la situación no se ve tan fácil como se podría suponer porque tal parece que las cosas están color de hormiga, dadas la diferencias socioeconómico y políticas que prevalecen en todos los órdenes, comenzando por la desigualdad entre nosotros los mexicanos, donde se hace mucho hincapié entre los que tienen y entre los que no tienen, entre los que tienen mucho y entre los que no tienen nada.

El saber que uno de los dos ya está experimentando la vida de pensionado y el otro está en dicho proceso, comentábamos sobre las formas en que uno se debe jubilar o pensionar, y de los beneficios económicos que se deben prevenir para poder vivir con una pensión digna, de acuerdo a nuestro trabajo y el desgaste en el mismo.

No pudimos evitar comentar sobre las personas que la están pasando mal, no en México sino en varias partes del planeta dadas las condiciones económicas que están afectando a la humanidad entera.

La falta de trabajo, o en el caso de tenerlo, el contar con un salario que no reúne las características necesarias para que una familia pueda vivir decentemente. Las diferencias entre los sueldos que tienen determinadas profesiones o actividades laborales en comparación de otras, que en verdad son inimaginables.

Comentábamos que hace unos días había salido una nota sobre lo que ganaban los futbolistas mexicanos, siendo una cantidad estratosférica e increíble comparada con lo que puede ganar ya no un empleado de alguna institución o empresa reconocida sino de un profesionista, incluyendo los médicos. Se decía que un futbolista ganaba veintiún mil pesos diarios, considerando los patrocinadores y equipos en los que juegan, pero aun así es una suma desorbitante.

Al igual lo que pasa con algunos boxeadores profesionales quienes ganan una millonada por el tiempo que dura un combate.

Lo curioso del caso es que, en una gran mayoría, tanto los boxeadores, como los futbolistas fueron gente que vinieron desde abajo y que poco a poco fueron ganándose un lugar privilegiado, pasando, de ser simples asalariados a ser personas millonarias, pasando de ser pobres a ser ricos. Una diferencia que se va a los extremos, pero así es el mundo capitalista donde vivimos y nos hemos desenvuelto.

Eso lo va marcando mucho el estatus social donde normalmente nos movemos y que no es malo, siendo lo delicado el que no se estandarice de acuerdo con lo que se hace sino por lo que se sabe.

Esas grandes diferencias salariales, de los privilegiados, van haciendo notoria la gran distancia que puede existir entre los que tienen mucho, los ricos, y los que no tienen nada, los pobres. Insisto, no hablo de México sino de una buena cantidad de países en el mundo.

¿Es bueno ser rico, es bueno ser pobre: ¿Es malo ser rico, es malo ser pobre? ¿Y qué pasa con los de la clase media? ¿Me podría preguntar algunos de ustedes, la clase media alta o la media baja? Y seguiremos haciendo una diferencia, por los sueldos, por las profesiones, trabajos u oficios, dándonos cuenta con ellos, que es inevitable que existan, como en inevitable hablar y hablar sobre ello, porque sucede en todas partes.

La riqueza es un estatus que ha prevalecido por miles de siglos y que no dejará de existir, y ésta no es mala cuando se ha adquirido con trabajo, entrega y sacrificio.

Hay quienes heredan grandes fortunas y son ricos, pero hay quienes trabajan ardua, tenaz e inteligentemente y también son ricos.

Las grandes diferencias que existen entre los ricos y los pobres las ha creado y generado el propio hombre, porque ante Dios éstas no existen; las diferencias desaparecen para Él, porque para Él todos somos iguales.

Si hemos dicho más de alguna ocasión que nada se mantiene estático, que todo está en movimiento, al igual que todo es pasajero y nada es permanente, esto querría decir que pudiese ser que algún día el rico deje de serlo y el pobre por igual. ¿Pero, qué será más fácil o a quién le costará más trabajo comprender esos cambios, si se llegaran a dar?

Bien sabemos que existen ricos que no quieren perder ese privilegio o ese estatus con poder, no se quieren bajar de su peldaño, pero también puede suceder lo contrario, es decir, que hay pobres que no quieren hacerse ricos, que no quieren progresar, o al igual que el rico, al pobre no le gusta subir de su peldaño.

Hay pobres que quieren ser ricos, pero hay ricos que sólo piensan en acrecentar sus fortunas, porque saben cómo hacerlo.

Se ha dicho que los pobres por lo general saben dar de lo poco que tienen, pero que a los ricos cuando dan, sienten que es mucho lo que han dado. Cuestión de visión, cuestión de intereses, cuestión de saber en dónde creen que están parados.

En una ocasión me compartieron un pensamiento que en el fondo tiene mucho de verdad por la forma en como trabajamos las cosas y sabemos que hacer con ellas; éste dice: “Quítale el dinero a un rico y se hará rico de nuevo. Dale dinero a un pobre y se hará pobre de nuevo. La riqueza y la pobreza financieramente hablando, no están en el dinero, sino en lo que hacemos con él”.

Mis estimados lectores, un simple encuentro entre dos compañeros dio pie a hablar sobre los ricos y pobres, sobre la riqueza y la pobreza, porque ambas existen, son palpables y jamás dejarán de existir, por más que nos digan lo contrario.

Es el acontecer de una humanidad que ha marcado diferencias enormes entre sus congéneres. Vean hacia el norte de nuestro país, vean hacia Europa, vean hacia el oriente y nos daremos cuenta que no estoy equivocado. Quisiera estarlo, pero es nuestra realidad humana.

Antes de que se me olvide, quiero y deseo enviar una calurosa felicitación, un abrazo y un beso a mi hermana Lolis, ya que el viernes pasado, día doce, Viernes de Dolores, cumplió un año más de vida, y, por igual, fue su santo.

Que a Lolis y a mis lectores, Nuestro Buen Padre Jesús y Nuestra Buena Madre María los acompañen y bendigan por siempre.


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