/ miércoles 4 de septiembre de 2019

V I C I S I T U D E S

NO ESTÁN PARA DISCUTIRSE, ESTÁN PARA CUMPLIRSE

Por: Armando Origel

La semana previa al inicio de clases, circunstancialmente me vi inmerso en un diálogo que tenían dos maestras de secundaria que estaban asistiendo a los cursos de capacitación y actualización docente, que como cada año organizan las autoridades educativas, a través de las supervisiones escolares.

Llamó mucho mi atención que una de ellas preguntaba a su compañera, cómo estaba viendo los cursos, pero más me intrigó cuando la respuesta fue contundente y rápida, sin tanto pensarlo, diciéndole que no había nada nuevo, que reformas se hacían, iban y venían, pero que las cosas en las escuelas seguían igual, y los maestros cada vez están más indefensos. Al escuchar eso me dije a mi mismo: “dónde he escuchado antes eso”; la respuesta era evidente en el trabajo cíclico y sin avances significativos que tenemos en la educación, desde hace varias décadas, independientemente que las autoridades actuales se defiendan y argumenten lo contrario; argumentos normales en ellas.

Sé de maestras que ya han descansado desde hace tiempo, sea porque están pensionadas o jubiladas o porque trabajaban en escuelas particulares y nunca pudieron estabilizar sus prestaciones, pero que cuando se presentan oportunidades, pues deciden reincorporarse a seguir trabajando, siendo lo triste de todo esto, que mencionan que las cosas cada vez están peor, pues se trabajaba con más responsabilidad y resultados en sus tiempos de bonanza.

La “mejor cosa” para que las actividades y acciones “marchen bien” y “no se metan en problemas”, es “hacer esas cosas” que a uno le ´piden sin cuestionar absolutamente nada, es decir, simplemente “así me lo piden, así me lo indicaron, pues así lo hago”; no me meto en problemas y seguimos trabajando tranquilamente. Era fácil, y lo sigue siendo actualmente, responsabilizar a las jerarquías el argumentar en hacer las cosas, como ellas lo pedían, y me explico:

Un maestro solicitaba a los alumnos y a los padres de familia realizar algunas acciones determinadas dentro de la institución, y cuando alguno de ellos, alumnos o papás, se oponían o cuestionaban lo que el docente les había indicado y se lo externaban a él, el maestro siempre se defendía con decir que era orden e indicación del subdirector, que si querían pasaran a hablar con él.

Cuando los papás se acercaban a mostrar su inconformidad ante tales acciones, el subdirector les decía que eran órdenes e indicaciones del director. Cuando llegaban a éste, simplemente les respondía que así les había llegado la indicación por parte de la, en aquel entonces, inspección, y ésta seguía en el orden de jerarquía, por lo que era difícil responsabilizar a las personas “que en verdad daban la orden” de tal o cual acción.

Ante la autoridad educativa no hay de otra, pues se defienden diciendo: “esto se debe hacer así, no es para cuestionarse, debatirse o discutirse; es para cumplirse”. Así de sencillo; no hay de otra. El Señor los colme de bendiciones. ARMANDO

NO ESTÁN PARA DISCUTIRSE, ESTÁN PARA CUMPLIRSE

Por: Armando Origel

La semana previa al inicio de clases, circunstancialmente me vi inmerso en un diálogo que tenían dos maestras de secundaria que estaban asistiendo a los cursos de capacitación y actualización docente, que como cada año organizan las autoridades educativas, a través de las supervisiones escolares.

Llamó mucho mi atención que una de ellas preguntaba a su compañera, cómo estaba viendo los cursos, pero más me intrigó cuando la respuesta fue contundente y rápida, sin tanto pensarlo, diciéndole que no había nada nuevo, que reformas se hacían, iban y venían, pero que las cosas en las escuelas seguían igual, y los maestros cada vez están más indefensos. Al escuchar eso me dije a mi mismo: “dónde he escuchado antes eso”; la respuesta era evidente en el trabajo cíclico y sin avances significativos que tenemos en la educación, desde hace varias décadas, independientemente que las autoridades actuales se defiendan y argumenten lo contrario; argumentos normales en ellas.

Sé de maestras que ya han descansado desde hace tiempo, sea porque están pensionadas o jubiladas o porque trabajaban en escuelas particulares y nunca pudieron estabilizar sus prestaciones, pero que cuando se presentan oportunidades, pues deciden reincorporarse a seguir trabajando, siendo lo triste de todo esto, que mencionan que las cosas cada vez están peor, pues se trabajaba con más responsabilidad y resultados en sus tiempos de bonanza.

La “mejor cosa” para que las actividades y acciones “marchen bien” y “no se metan en problemas”, es “hacer esas cosas” que a uno le ´piden sin cuestionar absolutamente nada, es decir, simplemente “así me lo piden, así me lo indicaron, pues así lo hago”; no me meto en problemas y seguimos trabajando tranquilamente. Era fácil, y lo sigue siendo actualmente, responsabilizar a las jerarquías el argumentar en hacer las cosas, como ellas lo pedían, y me explico:

Un maestro solicitaba a los alumnos y a los padres de familia realizar algunas acciones determinadas dentro de la institución, y cuando alguno de ellos, alumnos o papás, se oponían o cuestionaban lo que el docente les había indicado y se lo externaban a él, el maestro siempre se defendía con decir que era orden e indicación del subdirector, que si querían pasaran a hablar con él.

Cuando los papás se acercaban a mostrar su inconformidad ante tales acciones, el subdirector les decía que eran órdenes e indicaciones del director. Cuando llegaban a éste, simplemente les respondía que así les había llegado la indicación por parte de la, en aquel entonces, inspección, y ésta seguía en el orden de jerarquía, por lo que era difícil responsabilizar a las personas “que en verdad daban la orden” de tal o cual acción.

Ante la autoridad educativa no hay de otra, pues se defienden diciendo: “esto se debe hacer así, no es para cuestionarse, debatirse o discutirse; es para cumplirse”. Así de sencillo; no hay de otra. El Señor los colme de bendiciones. ARMANDO

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