/ miércoles 27 de noviembre de 2019

V I C I S I T U D E S

TODOS QUEREMOS, DESEAMOS Y ESPERAMOS LA PAZ

Por: Armando Hernández Origel

“Entre los individuos como entre las naciones el RESPETO al derecho ajeno es la paz”. Benito Juárez. Todos queremos paz en el mundo y pedimos paz para nuestro país, para nuestro estado, para nuestro municipio, para nuestra colonia y para nuestro hogar. Todos nos vemos inmersos en este deseo porque eso nos permite una convivencia más digna como seres humanos que somos. Queremos la paz y no la guerra; trabajamos para comprender lo que eso significa, pero nos cuesta mucho trabajo aterrizarla en nuestra vida cotidiana.

Nos es fácil hablar de paz y oramos para que ésta la tengamos en nuestro entorno, pero poco hacemos para que ésta llegue. Desde nuestra persona tenemos que trabajar por nuestra paz interior, ya que ésta se reflejará posteriormente en nuestro hogar, y si se percibe y se practica en nuestro hogar, con nuestros padres, hermanos y demás familiares, pues seguramente que se irá permeando con las personas que conforman nuestro barrio, nuestra colonia.

Si la paz se construye desde lo más pequeño se puede alcanzar a grandes escalas, porque si la familia es el núcleo de la sociedad, y éste está bien fortalecido, no cabe la menor duda que se mantendrá con ese principio de estabilidad y tranquilidad para todos; no para unos cuantos, sino para TODOS.

En nuestra sociedad, cada uno podemos tener un concepto de lo que es la paz, y se podrán identificar los factores que tenemos que combatir y trabajar para lograrla, no para confrontarla sino para hacerla visible y se dé en gran medida. Estoy convencido que todo es cuestión de educación, de cultura, porque esto nos compromete a formar ciudadanos que busquen el respeto a las formas de pensar, aunque no coincidan con las nuestras, porque sabemos bien que en la diversidad está el crecimiento y el complemento de una sociedad.

Entre las personas necesitamos comprensión, dedicación y tolerancia. A la gente se le ha olvidado que no importan los años que se tengan, que lo que importa es buscar ser iguales, pero “no ser igualados” y “aprovechados”; lo que en verdad es importante es el ser respetuosos porque todos tenemos el mismo lugar en donde nos movemos, y no porque sea sólo una idea utópica, sino porque si nos entendiéramos más, no estaríamos deseando lo que otros tienen.

Si los padres comienzan a respetar a sus hijos y a sus demás familiares delante de sus hijos, pues es seguro que éstos respeten a las personas por el simple hecho de serlo, porque están permeando lo que sus padres hicieron en ellos. Con el correr de los años nos hemos enfrentando a los cambios generacionales y al conflicto que éstos conllevan, pero son normales, siendo parte de un ciclo social, donde los jóvenes piensan ya distinto a los mayores.

Es cierto queremos paz, deseamos paz, pero hay que trabajar para lograrla. Bien lo decía Mahatma Gandhi: “No hay camino para la paz, la paz es el camino” La paz se logra con el día a día, sin descanso alguno. Mis estimados lectores, el Señor les bendiga y nos dé a todos su PAZ. Armando Hernández Origel.

TODOS QUEREMOS, DESEAMOS Y ESPERAMOS LA PAZ

Por: Armando Hernández Origel

“Entre los individuos como entre las naciones el RESPETO al derecho ajeno es la paz”. Benito Juárez. Todos queremos paz en el mundo y pedimos paz para nuestro país, para nuestro estado, para nuestro municipio, para nuestra colonia y para nuestro hogar. Todos nos vemos inmersos en este deseo porque eso nos permite una convivencia más digna como seres humanos que somos. Queremos la paz y no la guerra; trabajamos para comprender lo que eso significa, pero nos cuesta mucho trabajo aterrizarla en nuestra vida cotidiana.

Nos es fácil hablar de paz y oramos para que ésta la tengamos en nuestro entorno, pero poco hacemos para que ésta llegue. Desde nuestra persona tenemos que trabajar por nuestra paz interior, ya que ésta se reflejará posteriormente en nuestro hogar, y si se percibe y se practica en nuestro hogar, con nuestros padres, hermanos y demás familiares, pues seguramente que se irá permeando con las personas que conforman nuestro barrio, nuestra colonia.

Si la paz se construye desde lo más pequeño se puede alcanzar a grandes escalas, porque si la familia es el núcleo de la sociedad, y éste está bien fortalecido, no cabe la menor duda que se mantendrá con ese principio de estabilidad y tranquilidad para todos; no para unos cuantos, sino para TODOS.

En nuestra sociedad, cada uno podemos tener un concepto de lo que es la paz, y se podrán identificar los factores que tenemos que combatir y trabajar para lograrla, no para confrontarla sino para hacerla visible y se dé en gran medida. Estoy convencido que todo es cuestión de educación, de cultura, porque esto nos compromete a formar ciudadanos que busquen el respeto a las formas de pensar, aunque no coincidan con las nuestras, porque sabemos bien que en la diversidad está el crecimiento y el complemento de una sociedad.

Entre las personas necesitamos comprensión, dedicación y tolerancia. A la gente se le ha olvidado que no importan los años que se tengan, que lo que importa es buscar ser iguales, pero “no ser igualados” y “aprovechados”; lo que en verdad es importante es el ser respetuosos porque todos tenemos el mismo lugar en donde nos movemos, y no porque sea sólo una idea utópica, sino porque si nos entendiéramos más, no estaríamos deseando lo que otros tienen.

Si los padres comienzan a respetar a sus hijos y a sus demás familiares delante de sus hijos, pues es seguro que éstos respeten a las personas por el simple hecho de serlo, porque están permeando lo que sus padres hicieron en ellos. Con el correr de los años nos hemos enfrentando a los cambios generacionales y al conflicto que éstos conllevan, pero son normales, siendo parte de un ciclo social, donde los jóvenes piensan ya distinto a los mayores.

Es cierto queremos paz, deseamos paz, pero hay que trabajar para lograrla. Bien lo decía Mahatma Gandhi: “No hay camino para la paz, la paz es el camino” La paz se logra con el día a día, sin descanso alguno. Mis estimados lectores, el Señor les bendiga y nos dé a todos su PAZ. Armando Hernández Origel.

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