/ miércoles 14 de julio de 2021

V I C I S I T U D E S

AGARRONES DEPORTIVOS DE ANTAÑO

Me voy a remontar a mis años mozos, a aquellos en donde el deporte también era nuestra prioridad, porque nos gustaba practicarlo, y de paso verlo, ya fuera que jugáramos nosotros o viéramos a nuestros amigos jugar. Como todo en la vida había quienes jugaban bien, otros muy bien, y algunos más sólo jugaban por divertirse; lo demás no importaba.

Probablemente algunos de quienes hacen el favor de leerme, aunque sea en unas pocas líneas, y estudiaron en la gloriosa Prepa Oficial, recordarán que al final de donde se ubican las canchas de basquetbol, colindando con el entonces Parque de Convivencia, hoy Irekua, había un triangulito de tierra, donde en cada descanso nos íbamos a jugar al futbol, y más cuando algún maestro llegaba a faltar y teníamos más tiempo para hacerlo, o aunque llegásemos a perder alguna que otra clase.

Las cascaritas se ponían muy interesantes, pues comenzábamos a jugar los del mismo grupo, luego se fueron integrando compañeros de otros grupos y eran grupo contra grupo, y más aún, era tanta gente la que se concentraba en aquel lugar que ya hasta retas se tenían qué hacer.

De ahí surgieron iniciativas y proyectos estudiantiles para integrar equipos reglamentarios, para poderlos inscribir en los torneos internos de la prepa o en la entonces Liga Irapuatense de Futbol Amateur, en la categoría juvenil. En este momento me acuerdo del Club Sertoma; estaba el equipo de La Prepa Osos, y nosotros, que armamos, lo que parecía un trabuco, el Verdiblanco FLUMINENSE, con varios compañeros muy buenos que se dieron a conocer.

Aquellos agarrones que se iniciaron en el triangulito de tierra en los recreos se convirtieron en agarrones, en el campo de la prepa, pero principalmente en el Campo Revolución Dos, el de tierra, que estaba a cargo de la LIFA. Al menos los que integrábamos estos equipos, estábamos siempre esperando la fecha en que nos tocaba enfrentarnos, por aquello de la “supremacía deportiva”, por el coraje y apasionamiento que se vivía, por las entradas fuertes, y, por ende, por el resultado.

Los “grandes”, en cuanto a edad me refiero, eran los de la Prepa Osos, pues iban un año antes que nosotros, y eso les hacía pensar que nos ganarían, pero no era así, pues confieso que los tres equipos estábamos bien equilibrados. Los del Sertoma y los del Fluminense, cursábamos el mismo semestre. Nos conocíamos y nos llevábamos bien, pero a la hora del partido, era otra cosa. De hecho, en lo particular, llegué a tener buenos amigos, al igual con los de la Prepa Osos. Algunos ya partieron al encuentro del Señor, pero otros, a Dios gracias, aún nos seguimos viendo, y con gusto nos saludamos cuando nos encontramos.

En cuanto a los que integrábamos al FLUMINENSE, obvio es pensar que éramos más allegados, y teníamos una amistad más estrecha. Cuando algunos de ellos lean la presente colaboración, porque sé que me leen, seguro estoy que les traerán grandes y gratos recuerdos.

Recordar en vivir, no hay duda. El Señor nos llene de bendiciones. Mtro. Armando.


AGARRONES DEPORTIVOS DE ANTAÑO

Me voy a remontar a mis años mozos, a aquellos en donde el deporte también era nuestra prioridad, porque nos gustaba practicarlo, y de paso verlo, ya fuera que jugáramos nosotros o viéramos a nuestros amigos jugar. Como todo en la vida había quienes jugaban bien, otros muy bien, y algunos más sólo jugaban por divertirse; lo demás no importaba.

Probablemente algunos de quienes hacen el favor de leerme, aunque sea en unas pocas líneas, y estudiaron en la gloriosa Prepa Oficial, recordarán que al final de donde se ubican las canchas de basquetbol, colindando con el entonces Parque de Convivencia, hoy Irekua, había un triangulito de tierra, donde en cada descanso nos íbamos a jugar al futbol, y más cuando algún maestro llegaba a faltar y teníamos más tiempo para hacerlo, o aunque llegásemos a perder alguna que otra clase.

Las cascaritas se ponían muy interesantes, pues comenzábamos a jugar los del mismo grupo, luego se fueron integrando compañeros de otros grupos y eran grupo contra grupo, y más aún, era tanta gente la que se concentraba en aquel lugar que ya hasta retas se tenían qué hacer.

De ahí surgieron iniciativas y proyectos estudiantiles para integrar equipos reglamentarios, para poderlos inscribir en los torneos internos de la prepa o en la entonces Liga Irapuatense de Futbol Amateur, en la categoría juvenil. En este momento me acuerdo del Club Sertoma; estaba el equipo de La Prepa Osos, y nosotros, que armamos, lo que parecía un trabuco, el Verdiblanco FLUMINENSE, con varios compañeros muy buenos que se dieron a conocer.

Aquellos agarrones que se iniciaron en el triangulito de tierra en los recreos se convirtieron en agarrones, en el campo de la prepa, pero principalmente en el Campo Revolución Dos, el de tierra, que estaba a cargo de la LIFA. Al menos los que integrábamos estos equipos, estábamos siempre esperando la fecha en que nos tocaba enfrentarnos, por aquello de la “supremacía deportiva”, por el coraje y apasionamiento que se vivía, por las entradas fuertes, y, por ende, por el resultado.

Los “grandes”, en cuanto a edad me refiero, eran los de la Prepa Osos, pues iban un año antes que nosotros, y eso les hacía pensar que nos ganarían, pero no era así, pues confieso que los tres equipos estábamos bien equilibrados. Los del Sertoma y los del Fluminense, cursábamos el mismo semestre. Nos conocíamos y nos llevábamos bien, pero a la hora del partido, era otra cosa. De hecho, en lo particular, llegué a tener buenos amigos, al igual con los de la Prepa Osos. Algunos ya partieron al encuentro del Señor, pero otros, a Dios gracias, aún nos seguimos viendo, y con gusto nos saludamos cuando nos encontramos.

En cuanto a los que integrábamos al FLUMINENSE, obvio es pensar que éramos más allegados, y teníamos una amistad más estrecha. Cuando algunos de ellos lean la presente colaboración, porque sé que me leen, seguro estoy que les traerán grandes y gratos recuerdos.

Recordar en vivir, no hay duda. El Señor nos llene de bendiciones. Mtro. Armando.