/ miércoles 12 de enero de 2022

V I C I S I T U D E S

ME SENTÍ INCOMODÍSIMO


Las circunstancias lo han ameritado y uno quisiera evitarlo, pero nos encontramos inmersos en una vorágine que nos es difícil detener, y me explico. El domingo pasado fuimos mi esposa, mi hija, mi suegra, mi nieta y un servidor a una tienda comercial, no tanto a comprar sino a darnos una vuelta porque eso de estar siempre encerrados, nos evita el contacto por aquello de lo del virus, pero nos provoca ciertas manifestaciones emocionales que debemos contrarrestar.

Resulta que hubo un momento en que nos separamos, mi hija fue a ver unas cosas, mi esposa se fue con mi suegra y mi nieta a caminar, y yo, pues a checar el precio de unos pants que había visto. Cuando nos volvimos a reunir, nos comentó mi esposa que se había encontrado con una familia, papá, mamá y su hijo. El pequeño se le acercó a mi esposa para decirle que qué bonita estaba la niña, mi nieta. Menciona que todo iba bien hasta que el niño quiso saludar de mano a mi nieta, y mi esposa inmediatamente le quitó la mano antes de que se la tocara, pensando obviamente de evitar todo contagio humano para no arriesgarla o arriesgar al niño, por aquello de los contagios. Cierto o falso, como sea, pero había que proteger, en este caso a nuestra nieta y, por ende, al niño.

Un poco más tarde nos volvimos a separar y me tocó llevarme a mi nieta a distraerla, cuidarla, mientras mi esposa, hija y suegra, iban a ver algunas otras cosas, de mujeres. En mi recorrido, llevando en mis brazos a mi nieta, escucho que alguien me saluda, me toca y me sonríe. Reconocí a quien lo hizo, siendo un exalumno de la licenciatura de enfermería y obstetricia, quien iba con su familia, esposa e hijos, y justo cuando comenzábamos a hablar y preguntarnos cómo estábamos, veo que se acerca uno de sus hijos y quiere tocar a mi nieta en sus manitas. Por instinto de conservación, por prudencia y prevención, o como quieran ustedes llamarle, hice a mi nieta a un lado y le dije al pequeñito que no nos podíamos tocar, y quitó su manita e intención para hacerlo.

La reacción ante un posible contagio se hace patente, aun entre niños, y el riesgo, aunque menos, existe para las dos partes. Mi disculpé con mi exalumno por lo que había dicho y tranquilamente me dice que sus hijos ya saben que no deben saludar de mano a nadie, a lo que le respondí “al fin niños”, porque son muy efusivos e inquietos. Reconozco que me sentí incómodo ante tal hecho y reacción, y también porque observé que su esposa, se retiró poco a poco sin decirme nada, pensando en mis adentros que se habría molestado por lo que había sucedido.

Nuevamente le pedí disculpas a mi exalumno y me dijo que estuviera tranquilo, que no pasaba nada, que era natural y había sido lo correcto, lo que se tenía que hacer. A ese grado hemos llegado, de evitarnos al máximo, pensando que una parte o la otra puede estar contagiado, y, por consecuencia, contagiar a otros. La realidad es que no nos queremos contagiar, y más triste realidad saber que hay quienes no han hecho lo suyo, no han puesto su parte para vacunarse. No lo entiendo. Bendiciones.

ME SENTÍ INCOMODÍSIMO


Las circunstancias lo han ameritado y uno quisiera evitarlo, pero nos encontramos inmersos en una vorágine que nos es difícil detener, y me explico. El domingo pasado fuimos mi esposa, mi hija, mi suegra, mi nieta y un servidor a una tienda comercial, no tanto a comprar sino a darnos una vuelta porque eso de estar siempre encerrados, nos evita el contacto por aquello de lo del virus, pero nos provoca ciertas manifestaciones emocionales que debemos contrarrestar.

Resulta que hubo un momento en que nos separamos, mi hija fue a ver unas cosas, mi esposa se fue con mi suegra y mi nieta a caminar, y yo, pues a checar el precio de unos pants que había visto. Cuando nos volvimos a reunir, nos comentó mi esposa que se había encontrado con una familia, papá, mamá y su hijo. El pequeño se le acercó a mi esposa para decirle que qué bonita estaba la niña, mi nieta. Menciona que todo iba bien hasta que el niño quiso saludar de mano a mi nieta, y mi esposa inmediatamente le quitó la mano antes de que se la tocara, pensando obviamente de evitar todo contagio humano para no arriesgarla o arriesgar al niño, por aquello de los contagios. Cierto o falso, como sea, pero había que proteger, en este caso a nuestra nieta y, por ende, al niño.

Un poco más tarde nos volvimos a separar y me tocó llevarme a mi nieta a distraerla, cuidarla, mientras mi esposa, hija y suegra, iban a ver algunas otras cosas, de mujeres. En mi recorrido, llevando en mis brazos a mi nieta, escucho que alguien me saluda, me toca y me sonríe. Reconocí a quien lo hizo, siendo un exalumno de la licenciatura de enfermería y obstetricia, quien iba con su familia, esposa e hijos, y justo cuando comenzábamos a hablar y preguntarnos cómo estábamos, veo que se acerca uno de sus hijos y quiere tocar a mi nieta en sus manitas. Por instinto de conservación, por prudencia y prevención, o como quieran ustedes llamarle, hice a mi nieta a un lado y le dije al pequeñito que no nos podíamos tocar, y quitó su manita e intención para hacerlo.

La reacción ante un posible contagio se hace patente, aun entre niños, y el riesgo, aunque menos, existe para las dos partes. Mi disculpé con mi exalumno por lo que había dicho y tranquilamente me dice que sus hijos ya saben que no deben saludar de mano a nadie, a lo que le respondí “al fin niños”, porque son muy efusivos e inquietos. Reconozco que me sentí incómodo ante tal hecho y reacción, y también porque observé que su esposa, se retiró poco a poco sin decirme nada, pensando en mis adentros que se habría molestado por lo que había sucedido.

Nuevamente le pedí disculpas a mi exalumno y me dijo que estuviera tranquilo, que no pasaba nada, que era natural y había sido lo correcto, lo que se tenía que hacer. A ese grado hemos llegado, de evitarnos al máximo, pensando que una parte o la otra puede estar contagiado, y, por consecuencia, contagiar a otros. La realidad es que no nos queremos contagiar, y más triste realidad saber que hay quienes no han hecho lo suyo, no han puesto su parte para vacunarse. No lo entiendo. Bendiciones.