/ miércoles 6 de julio de 2022

VICISITUDES | ¿EN DÓNDE NOS ENCONTRAREMOS EN REALIDAD?

En su momento Virgilio llegó a escribir que: “El amor conquista todas las cosas; démosle paso al amor”. Es un sentimiento exquisito que salió del alma y corazón de este gran personaje, con el único fin de decir al mundo que lo mejor que podemos hacer es amar y amar a todo aquello que nos plazca. Quisiéramos hoy en día poner en práctica este valor, esta virtud, tan plena y tan profunda que ve en los demás la mejor forma de darse, sin esperar nada a cambio. Pero muchas veces la realidad vivida en la propia persona, en la familia y en la sociedad pone en entredicho está oportunidad de amar.

Es fuerte lo que León Tolstoi, llegó a afirmar cuando escribió: “Decir que uno puede amar a una persona por toda una vida es como declarar que una vela puede mantenerse prendida mientras dure su existencia”. ¿Amar o dejar de amar? Esa es la cuestión y dependerá de lo que hayamos vivido desde nuestro seno materno, desde lo más profundo de nuestra familia, al lado de nuestros padres y hermanos. Nuestro Señor Jesús nos enseñó a amar a los demás como nos amamos a nosotros mismos, entonces pensaremos que si no nos amamos, es muy difícil amar a los próximos.

Tales de Mileto nos pone en predicamento, y nos hace pensar en lo que estamos haciendo con ese sentimiento del amor, porque no se limita a decir que lo hagamos, sino que seamos empáticos y veamos lo que pudiese suceder, llegado nuestro momento de vivirlo. Él nos dice: “Ama a tus padres. Si te causan algunas ligeras incomodidades, aprende a soportarlas. El pago y el galardón que a tus padres dieres, aquel mismo deben esperar de tus hijos”. ¿Qué tanto podemos hacer por nuestros padres, sin pensar en lo que harán nuestros hijos llegado nuestro momento de vivenciarlo, por aquello de la edad y de las enfermedades?.

Horacio nos cuetiona al preguntarnos: “¿Quién es el hombre bueno?” Y al mismo tiempo nos da la respuesta: “El hombre bueno es aquel que obedece a sus padres y acata las leyes humanas y divinas”. ¿Será difícil ponerlo en práctica?¿Existe el hombre bueno?¿Qué está pasando en la sociedad mundial tan maltrecha que estamos contemplando, porque no hacemos en general nada para corregir el rumbo?

Demócrates nos habla de los hombres jóvenes, como los que vienen a reflejar lo que pasa en el mundo, ya que según su sentir: “Los jóvenes son como las plantas: por los primeros frutos se ve lo que podemos esperar por el porvenir”. ¿Estará en lo cierto? ¿Esto, quiero imaginarlo, nos vislumbra un panorama nada halagador?

¿Qué querría decir Cervantes cuando afirmó que: “Aun entre los demonios hay unos peores que otros, y entre muchos malos hombres suele haber alguno bueno”. Es esperanzador si vemos que aún “entre los malos” existen personas buenas. ¿En que dimensión estamos realmente hoy en el mundo?. Bendiciones. Mtrto. Armando.

En su momento Virgilio llegó a escribir que: “El amor conquista todas las cosas; démosle paso al amor”. Es un sentimiento exquisito que salió del alma y corazón de este gran personaje, con el único fin de decir al mundo que lo mejor que podemos hacer es amar y amar a todo aquello que nos plazca. Quisiéramos hoy en día poner en práctica este valor, esta virtud, tan plena y tan profunda que ve en los demás la mejor forma de darse, sin esperar nada a cambio. Pero muchas veces la realidad vivida en la propia persona, en la familia y en la sociedad pone en entredicho está oportunidad de amar.

Es fuerte lo que León Tolstoi, llegó a afirmar cuando escribió: “Decir que uno puede amar a una persona por toda una vida es como declarar que una vela puede mantenerse prendida mientras dure su existencia”. ¿Amar o dejar de amar? Esa es la cuestión y dependerá de lo que hayamos vivido desde nuestro seno materno, desde lo más profundo de nuestra familia, al lado de nuestros padres y hermanos. Nuestro Señor Jesús nos enseñó a amar a los demás como nos amamos a nosotros mismos, entonces pensaremos que si no nos amamos, es muy difícil amar a los próximos.

Tales de Mileto nos pone en predicamento, y nos hace pensar en lo que estamos haciendo con ese sentimiento del amor, porque no se limita a decir que lo hagamos, sino que seamos empáticos y veamos lo que pudiese suceder, llegado nuestro momento de vivirlo. Él nos dice: “Ama a tus padres. Si te causan algunas ligeras incomodidades, aprende a soportarlas. El pago y el galardón que a tus padres dieres, aquel mismo deben esperar de tus hijos”. ¿Qué tanto podemos hacer por nuestros padres, sin pensar en lo que harán nuestros hijos llegado nuestro momento de vivenciarlo, por aquello de la edad y de las enfermedades?.

Horacio nos cuetiona al preguntarnos: “¿Quién es el hombre bueno?” Y al mismo tiempo nos da la respuesta: “El hombre bueno es aquel que obedece a sus padres y acata las leyes humanas y divinas”. ¿Será difícil ponerlo en práctica?¿Existe el hombre bueno?¿Qué está pasando en la sociedad mundial tan maltrecha que estamos contemplando, porque no hacemos en general nada para corregir el rumbo?

Demócrates nos habla de los hombres jóvenes, como los que vienen a reflejar lo que pasa en el mundo, ya que según su sentir: “Los jóvenes son como las plantas: por los primeros frutos se ve lo que podemos esperar por el porvenir”. ¿Estará en lo cierto? ¿Esto, quiero imaginarlo, nos vislumbra un panorama nada halagador?

¿Qué querría decir Cervantes cuando afirmó que: “Aun entre los demonios hay unos peores que otros, y entre muchos malos hombres suele haber alguno bueno”. Es esperanzador si vemos que aún “entre los malos” existen personas buenas. ¿En que dimensión estamos realmente hoy en el mundo?. Bendiciones. Mtrto. Armando.