/ domingo 22 de julio de 2018

VOLUNTAD POLÍTICA

Y pues ahí está el dilema. Será benéfico para la ciudadanía que se autorice el uso de armas de fuego. Las opiniones son harto divididas; por un lado se tiene que de ser procedente la iniciativa que se está “cocinando” en el Congreso, y que de ser aprobada daría como resultado que muchos las utilizarían en donde no deben.

Unos para andar fanfarroneando, otros incluso hasta para andar delinquiendo; y si va a ser así la cosa, entonces qué caso benéfico tendrá que se apruebe algo que va a ser perjudicial a la sociedad.

Si un arma es bien utilizada por el ciudadano, se habrá logrado el verdadero propósito para el cuál fue ideado, pero –insistimos- ¿y si no?

La situación no sólo estriba en un permiso de Gobierno, registro del arma y ya. Eso incluso se encuentra contemplado desde hace varios ayeres. Existen opiniones tendientes a que se impida estrictamente el uso de armas como combate a la delincuencia.

Para ambas posiciones, es decir, a favor o en contra del uso de armas de fuego, se requiere verdadera voluntad política. Si se pone un freno… un hasta aquí pero de manera enérgica, por parte de la Autoridad hacia aquellos que por el sólo hecho de portar un arma prohibida sabrán que les traerá como consecuencia la pena de prisión preventiva, sin derecho a fianza, o dicho de otro modo, que habrán de estar real, verdadera y físicamente en la cárcel. Si se pusiera mano dura en esto que ya es un reclamo y una exigencia de la gente de bien de nuestra sociedad, entonces los individuos que porten armas de fuego la pensarían dos veces antes de hacer sus fechorías, y por tanto, los homicidios a manos armadas sin duda irían a la baja. ¿Qué se requiere? Lo hemos dicho, voluntad política.

Si se permite el uso de armas de fuego al ciudadano común, -debemos decirlo y no olvidar- que el delincuente tiene ese disfraz precisamente de ciudadano común, y la cosa será aún más compleja para las autoridades policíacas. Detectar a un delincuente armado entre los ciudadanos de bien será cosa muy compleja, porque recordemos de paso, que no se puede estar revisando ni cateando a todos los citadinos uno a uno y fácilmente tendremos entre nosotros a individuos armados simplemente porque la ley les permite andar “empistolados”.

La ingesta de alcohol en y fuera de los convivios sociales es una constante ya histórica en nuestra sociedad a la que no podemos –ni pretendemos- extraernos por más que se le busque, y según las estadísticas, la combinación de ambos factores, esto es, de convivios en donde hay personas bebiendo y a la vez andan armadas, son más propensos a sacar y utilizar su arma de manera injustificada, lo que ha dado como resultado el aumento en homicidios de manera exponencial. Esto -claro está- entre el grupo de personas sin capacitación alguna ni adiestramiento de armas, como es el caso de la gran mayoría de los ciudadanos que no tenemos instrucción en el uso de armas de fuego. oem-elsol-de-irapuato@hotmai.com



Y pues ahí está el dilema. Será benéfico para la ciudadanía que se autorice el uso de armas de fuego. Las opiniones son harto divididas; por un lado se tiene que de ser procedente la iniciativa que se está “cocinando” en el Congreso, y que de ser aprobada daría como resultado que muchos las utilizarían en donde no deben.

Unos para andar fanfarroneando, otros incluso hasta para andar delinquiendo; y si va a ser así la cosa, entonces qué caso benéfico tendrá que se apruebe algo que va a ser perjudicial a la sociedad.

Si un arma es bien utilizada por el ciudadano, se habrá logrado el verdadero propósito para el cuál fue ideado, pero –insistimos- ¿y si no?

La situación no sólo estriba en un permiso de Gobierno, registro del arma y ya. Eso incluso se encuentra contemplado desde hace varios ayeres. Existen opiniones tendientes a que se impida estrictamente el uso de armas como combate a la delincuencia.

Para ambas posiciones, es decir, a favor o en contra del uso de armas de fuego, se requiere verdadera voluntad política. Si se pone un freno… un hasta aquí pero de manera enérgica, por parte de la Autoridad hacia aquellos que por el sólo hecho de portar un arma prohibida sabrán que les traerá como consecuencia la pena de prisión preventiva, sin derecho a fianza, o dicho de otro modo, que habrán de estar real, verdadera y físicamente en la cárcel. Si se pusiera mano dura en esto que ya es un reclamo y una exigencia de la gente de bien de nuestra sociedad, entonces los individuos que porten armas de fuego la pensarían dos veces antes de hacer sus fechorías, y por tanto, los homicidios a manos armadas sin duda irían a la baja. ¿Qué se requiere? Lo hemos dicho, voluntad política.

Si se permite el uso de armas de fuego al ciudadano común, -debemos decirlo y no olvidar- que el delincuente tiene ese disfraz precisamente de ciudadano común, y la cosa será aún más compleja para las autoridades policíacas. Detectar a un delincuente armado entre los ciudadanos de bien será cosa muy compleja, porque recordemos de paso, que no se puede estar revisando ni cateando a todos los citadinos uno a uno y fácilmente tendremos entre nosotros a individuos armados simplemente porque la ley les permite andar “empistolados”.

La ingesta de alcohol en y fuera de los convivios sociales es una constante ya histórica en nuestra sociedad a la que no podemos –ni pretendemos- extraernos por más que se le busque, y según las estadísticas, la combinación de ambos factores, esto es, de convivios en donde hay personas bebiendo y a la vez andan armadas, son más propensos a sacar y utilizar su arma de manera injustificada, lo que ha dado como resultado el aumento en homicidios de manera exponencial. Esto -claro está- entre el grupo de personas sin capacitación alguna ni adiestramiento de armas, como es el caso de la gran mayoría de los ciudadanos que no tenemos instrucción en el uso de armas de fuego. oem-elsol-de-irapuato@hotmai.com