“Una devoción es un estímulo que dirigiéndose a la inteligencia y al corazón permite al hombre dar a Dios el culto que le es debido, no sólo con la exactitud y puntualidad que requiere la más elemental justicia, sino también con aquella libertad alegre y aquella gozosa prontitud que exige el amor…” Así es como el jesuita P.H. Monier Vinard concebía con justa razón lo que es una devoción.
La solidez de la devoción al Sagrado Corazón de Jesús no se basa exclusivamente en las visiones de santos, ni en revelaciones privadas, sino que ésta encuentra su mayor sustento en el hecho de que sólo replica de algún modo el evangelio; no añada ni quita nada a la palabra divina, pues es reiteración y afirmación de la misma… realiza la voluntad del Creador. La devoción es obra que ayuda a la salvación de los hombres al recordarles de algún modo que Jesús amoroso padeció en la cruz para la redención del género humano. Por tanto no es de extrañar que así como en tiempos pretéritos y cuando la fe decaía entre los hombres, el que todo lo puede les diera un signo, una señal para reanimar su fe, también ahora en tiempos modernos lo hace a través de la devoción al Corazón Sacratísimo de su hijo la cuál es un poderoso auxiliar para acrecentar la fe de los hombres y su amor a Jesucristo quien nos enseñó a dirigirnos con confianza al Padre diciéndole en la oración del Padre Nuestro. Por tanto debemos dejar en claro que las revelaciones privadas no son el origen de esta devoción ni la causa, sino más bien que con motivo de ellas es que la Santa Madre Iglesia ha puesto énfasis en un riguroso estudio de la misma y a la postre su aprobación.
No teniendo más pretensión que la de difundir el amor de Dios a través de la devoción al Corazón de su hijo amado, es por lo que sin duda afirmamos antes de adentrarnos en ella, será necesario que previamente conozcamos los evangelios de la vida de nuestro Señor Jesucristo, puesto que la devoción al Sagrado Corazón es Cristo-Céntrica y no puede ser entendida de otra manera. El eje principal es nuestro Señor Jesús, como lo refiriera el Papa León XIII en su encíclica Annum-Sacrum: “…los homenajes, señales de sumisión y de piedad que uno ofrece al divino Corazón, son referidos realmente y en propiedad a Cristo en persona”.
El amor a tan tierna devoción hace que no nos la guardemos solamente para nosotros de manera egoísta, sino que la difundamos por todos los medios que tengamos a nuestro alcance hasta hacerla llegar a lo más lejos de que seamos capaces.
Reafirmada por la feligresía, nos proponemos mostrar algunos testimonios anónimos de creyentes que han experimentado el amor de Dios a través del Sagrado Corazón de Jesús en sus vidas con motivo de su festividad en este año, que dicho sea de paso, ha sido sacudido por la pandemia.
Vi la llaga del costado de Jesús sangrar
“Era el domingo 05 de agosto de 2012, asistí como de costumbre a escuchar la Santa Misa. Una vez que comulgué volví a mi lugar. Y comencé como es mi costumbre, a hacer la oración de San Ignacio: Alma de Cristo, santifícame; Cuerpo de Cristo, Sálvame; Corazón de Cristo, vivifícame; y cuando llegué a la parte de la oración que dice: “Sangre de Cristo, embriágame… vi cómo brotó sangre de la llaga del costado del crucifijo que se venera en ese templo de San José y que se encuentra en la parte más alta del altar principal. Por lo que me llené de entusiasmo, hincándome en seguida en actitud de agradecimiento y humildad. Debo decir que tal suceso fue una visión que el Señor me regaló, pues no supe de nadie más que la hubiera visto también. Con ello recordé que del Corazón de Jesús salió sangre y agua significando los sacramentos del bautismo y de la comunión; fue hermoso haberla vivenciado puesto que fortaleció grandemente mi fe y mi devoción al Corazón Sacratísimo de Jesús, al cual doy gracias a Dios por tan grande regalo. (Anónimo)
Gracias Señor por todo
“Era el mes de agosto de 2015. Me encontraba en el templo del Sagrado Corazón de Jesús, visitándole en su Sagrario. En ese momento solamente se encontraba un señor, digamos, de la tercera edad, que de igual manera hacía lo propio.
Después de estar yo unos minutos en oración, y ya casi para terminar, sentí repentinamente la presencia de Sta. Margarita María de Alacoque. No me pregunten por qué sabía que era ella, pues no podría explicárselos. Aclaro, nunca la vi, solo la sentía en el espíritu, la cual me dijo:
“Ponte de hinojos frente al Santísimo y recibirás una gracia”
Por tanto, así lo hice; salí del reclinatorio, me puse en el pasillito, frente al Santísimo y como me encontraba ya terminando mi oración dije la siguiente frase: “Gracias Señor por todo” a la par de que el señor que les comenté la dijo también simultánea y exactamente igual que yo en vos alta: “Gracias Señor por todo”. (Anónimo)
El Sagrado Corazón de Jesús da rumbo a la vida de las personas que se entregan a Él
Para mí la devoción al SCJ es luz y guía. Luz porque ha iluminado todos los caminos de mi vida. Antes de conocerla temía al futuro por incierto, había temor… pero con la luz del SCJ me hizo ver con claridad que lo que viene, no está fuera de su control y por tal motivo creció mi confianza en él. Y es Guía porque la persona que no lleva un rumbo definido, en muchas ocasiones teme, siente tristeza por ir navegando sólo en un mar de tinieblas que en no pocas ocasiones provoca, temor, miedo, mucho miedo y depresión. Créanme que al conocer al SCJ es como ver de repente la luz bendita de un faro que inmediatamente te da el rumbo seguro que te pone a salvo y que no conocías; te hace sentir que no estás solo y que pese a esa oscuridad en la que te encuentras Él te guiará por el camino que necesitas andar, pues Él es el mismo Camino, la Verdad y la Vida. Te orienta oportunamente en ese mar de soledad y angustia en el que te hallabas y que del cuál no encontrabas la salida. (Anónimo).
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Total confianza en el Sagrado Corazón de Jesús
“No hubiera existido medio alguno por el cual alguien tan lleno de miseria como yo, me hubiera transformado. Sólo haber adquirido la devoción al SCJ lo hizo y me libró de la perdición; me ha llenado plenamente. Soy un hombre lleno de firmeza basada en la total confianza que tengo en mi Señor Jesús, a través de su Deífico Corazón”. (Anónimo).
Pese a la pandemia que estamos sufriendo, practiquemos toda nuestra vida en la medida de nuestras posibilidades la devoción al Sagrado Corazón de Jesús, y démosla a conocer a todos los hombres por todas las maneras de que seamos capaces y así contribuyamos a expandir Su Reino.
