/ lunes 19 de marzo de 2018

Nada qué celebrar en el Día del Artesano, reprochan indígenas mixtecos

Los artesanos dan fiel testimonio de nuestra historia, pero es uno de los sectores más discriminados, vulnerables y olvidados

San Miguel Chicahua, Oaxaca.- Los artesanos son los artistas que dan fiel testimonio de nuestra historia, sensibilidad, creatividad e imaginación de nuestro pueblo; sin embargo son de los sectores más discriminados, vulnerables y olvidados.

Rosa García es una indígena mixteca de 57 años, vive en San Miguel Huautla, se dedica al campo y también teje la palma para poder subsistir, tiene tres hijos y todos han emigrado ante la carencia que viven en sus comunidades.

Las manos rústicas tejen diario un sombrero que se traduce en cuatro pesos que no le alcanzan ni para un kilo de frijol, sin embargo hace este trabajo porque ha sido una tradición en su familia; recuerda que su abuela lo hacía y su madre también.

La tienda de la comunidad les compra la docena a 48 pesos, ella invierte la mitad para comprar la palma que en ocasiones se escasea y aumenta de precio por la lluvia que inclemente cae y no permite que la puedan trabajar.

Aunque cuenta con tres hijos, dice que ellos al igual que ella, tienen que subsistir con lo que tienen, y en la capital comprende que es más difícil, pues al menos en el pueblo hay quintoniles, lengua de vaca u otras hierbas que bien sirven para alimentarse.

No les exige nada a sus hijos, vive de lo que sale de la venta de sus artesanías, no sabe que es celebrar, por ello tampoco sabe que el 19 de marzo es El Día del Artesano, pues en su comunidad nadie lo celebra.

“Cuando es la fiesta del pueblo en agosto, visitantes vienen y compran sombrero, tenates o bolsas, hay algunos que pagan el precio justo, pero también hay quien regatea y nos pide bajar lo que con trabajo hacemos”, esa es su única celebración, vender un poquito más.

Sentada en su banco de madera, junto al brasero que le sirve de estufa, poco a poco le da forma a la palma que tiene que seleccionar, cortar y empezar a entretejer con paciencia y cariño, porque cualquier cosa así se hace, menciona.

Tiene que llevar a los chivos y toros a pastar, se despide y guarda entre su bolsa de plástico sus palmas y el sombrero que ha iniciado, pues el tiempo no puede perder.

San Miguel Chicahua, Oaxaca.- Los artesanos son los artistas que dan fiel testimonio de nuestra historia, sensibilidad, creatividad e imaginación de nuestro pueblo; sin embargo son de los sectores más discriminados, vulnerables y olvidados.

Rosa García es una indígena mixteca de 57 años, vive en San Miguel Huautla, se dedica al campo y también teje la palma para poder subsistir, tiene tres hijos y todos han emigrado ante la carencia que viven en sus comunidades.

Las manos rústicas tejen diario un sombrero que se traduce en cuatro pesos que no le alcanzan ni para un kilo de frijol, sin embargo hace este trabajo porque ha sido una tradición en su familia; recuerda que su abuela lo hacía y su madre también.

La tienda de la comunidad les compra la docena a 48 pesos, ella invierte la mitad para comprar la palma que en ocasiones se escasea y aumenta de precio por la lluvia que inclemente cae y no permite que la puedan trabajar.

Aunque cuenta con tres hijos, dice que ellos al igual que ella, tienen que subsistir con lo que tienen, y en la capital comprende que es más difícil, pues al menos en el pueblo hay quintoniles, lengua de vaca u otras hierbas que bien sirven para alimentarse.

No les exige nada a sus hijos, vive de lo que sale de la venta de sus artesanías, no sabe que es celebrar, por ello tampoco sabe que el 19 de marzo es El Día del Artesano, pues en su comunidad nadie lo celebra.

“Cuando es la fiesta del pueblo en agosto, visitantes vienen y compran sombrero, tenates o bolsas, hay algunos que pagan el precio justo, pero también hay quien regatea y nos pide bajar lo que con trabajo hacemos”, esa es su única celebración, vender un poquito más.

Sentada en su banco de madera, junto al brasero que le sirve de estufa, poco a poco le da forma a la palma que tiene que seleccionar, cortar y empezar a entretejer con paciencia y cariño, porque cualquier cosa así se hace, menciona.

Tiene que llevar a los chivos y toros a pastar, se despide y guarda entre su bolsa de plástico sus palmas y el sombrero que ha iniciado, pues el tiempo no puede perder.

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