/ domingo 7 de junio de 2020

El teatro se muda a Zoom para no detenerse

¿Podría la tecnología ser la respuesta para que el quehacer teatral encuentre nuevas formas?

Al inicio de la cuarentena, la Red de Espacios Culturales Independientes Organizados, Recio, calculaba una pérdida de 9 millones 712 mil 330 pesos tan sólo en sus 15 foros. Ante estos números y la incertidumbre del regreso a los teatros, actores, productores y directores se han cobijado en las bondades de la tecnología, para llegar a su público y generar recursos económicos, a través de la venta de boletos en línea para obras adaptadas a la aplicación zoom, que permite tener audio, video e interacción con el público.

Ana Francis Mor, de Las Reinas Chulas, asegura que este formato ha resultado una sorpresa por la respuesta al Cabarezoom, donde han presentado propuestas como La curva de la estupidez y ¡Salva tu vida! con Buda en cuarentena; con localidades de 400 pesos. “El público ha sido muy generoso, desde el principio lo dejamos súper claro, la mitad de lo recaudado es para que la gente no pierda su trabajo y poder seguir pagando las quincenas”, asegura. “El precio no está a discusión, porque no es un precio por el espectáculo, es un precio por el rescate. Pretendemos que ninguno de los veintitantos empleados que tenemos, pierda su trabajo”.

Maya Zapata creó en este formato Mala Malena, en la que además debutó como directora y guionista. Zapata asegura que es necesario que la gente entienda que el quehacer artístico debe ser redituado.

“No es una gran suma, pero me rehúso a fomentar esta idea de que la creación dramático-teatral tenga que ser gratis”; este proyecto inició el pasado 8 de mayo con un costo de 99 pesos y ahora va de 50 hasta 200 pesos, “el público paga lo que crea que valga el esfuerzo de llevar este proyecto a las personas”, afirma.

Boris Schoemann, director de La Capilla, que cerró sus puertas el pasado 19 de marzo, recalcó que la venta de boletos en los espectáculos impulsados por el espacio artístico que dirige, ha tenido una excelente aceptación entre los que buscan seguir en contacto con el teatro, pese al encierro, al vender un promedio de 40 boletos, “es una buena reacción en el sentido de que tampoco es fácil ver el teatro a través de las pantallas. Me parece fundamental que los artistas, en particular los independientes que vivimos de lo que podemos presentar al público, empecemos a dejar este primer impulso que tuvimos de subir el trabajo de manera gratuita”; expresó Schoemann, quien divide lo recaudado entre los actores y “el pago de los sueldos del personal del teatro”.

A pesar de los buenos resultados, no se aventura a confirmar si este formato sobrevivirá más allá de la pandemia.

“Creo que es una manera en la que yo no había pensado, porque el teatro es presencial, esto es una nueva manera de expresarse, de difundir las obras para un público nuevo desde otro lado o que nos compra boletos por solidaridad para apoyar al teatro la capilla, para la compañía, para los actores pero también hay quienes están muy agradecidos de poder ver estas obras desde su casa”, concluye.

“No es un precio por el espectáculo, es un precio por el rescate”

Ana Francis Mor

Actriz

Las capacidades histriónicas, de producción, dirección y escritura pueden adaptarse a otros formatos, pero hay incertidumbre sobre el futuro del online


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Al inicio de la cuarentena, la Red de Espacios Culturales Independientes Organizados, Recio, calculaba una pérdida de 9 millones 712 mil 330 pesos tan sólo en sus 15 foros. Ante estos números y la incertidumbre del regreso a los teatros, actores, productores y directores se han cobijado en las bondades de la tecnología, para llegar a su público y generar recursos económicos, a través de la venta de boletos en línea para obras adaptadas a la aplicación zoom, que permite tener audio, video e interacción con el público.

Ana Francis Mor, de Las Reinas Chulas, asegura que este formato ha resultado una sorpresa por la respuesta al Cabarezoom, donde han presentado propuestas como La curva de la estupidez y ¡Salva tu vida! con Buda en cuarentena; con localidades de 400 pesos. “El público ha sido muy generoso, desde el principio lo dejamos súper claro, la mitad de lo recaudado es para que la gente no pierda su trabajo y poder seguir pagando las quincenas”, asegura. “El precio no está a discusión, porque no es un precio por el espectáculo, es un precio por el rescate. Pretendemos que ninguno de los veintitantos empleados que tenemos, pierda su trabajo”.

Maya Zapata creó en este formato Mala Malena, en la que además debutó como directora y guionista. Zapata asegura que es necesario que la gente entienda que el quehacer artístico debe ser redituado.

“No es una gran suma, pero me rehúso a fomentar esta idea de que la creación dramático-teatral tenga que ser gratis”; este proyecto inició el pasado 8 de mayo con un costo de 99 pesos y ahora va de 50 hasta 200 pesos, “el público paga lo que crea que valga el esfuerzo de llevar este proyecto a las personas”, afirma.

Boris Schoemann, director de La Capilla, que cerró sus puertas el pasado 19 de marzo, recalcó que la venta de boletos en los espectáculos impulsados por el espacio artístico que dirige, ha tenido una excelente aceptación entre los que buscan seguir en contacto con el teatro, pese al encierro, al vender un promedio de 40 boletos, “es una buena reacción en el sentido de que tampoco es fácil ver el teatro a través de las pantallas. Me parece fundamental que los artistas, en particular los independientes que vivimos de lo que podemos presentar al público, empecemos a dejar este primer impulso que tuvimos de subir el trabajo de manera gratuita”; expresó Schoemann, quien divide lo recaudado entre los actores y “el pago de los sueldos del personal del teatro”.

A pesar de los buenos resultados, no se aventura a confirmar si este formato sobrevivirá más allá de la pandemia.

“Creo que es una manera en la que yo no había pensado, porque el teatro es presencial, esto es una nueva manera de expresarse, de difundir las obras para un público nuevo desde otro lado o que nos compra boletos por solidaridad para apoyar al teatro la capilla, para la compañía, para los actores pero también hay quienes están muy agradecidos de poder ver estas obras desde su casa”, concluye.

“No es un precio por el espectáculo, es un precio por el rescate”

Ana Francis Mor

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