/ miércoles 8 de marzo de 2023

Buscadoras de Guanajuato: el ejemplo real de sororidad

Se han convertido en la imagen del apoyo entre mujeres y entre ellas han decidido sortear los problemas que se les atraviesa, con un sólo objetivo: encontrar a sus familiares desaparecidos

IRAPUATO, GTO. (OEM-Informex).- Sin proponérselo, pero las buscadoras de personas desaparecidas se han convertido en el vivo ejemplo de lo que es la lucha femenina, pero también de la sororidad, entendido esto como la solidaridad entre las mujeres, particularmente cuando hay situaciones de discriminación sexual y actitudes y comportamientos machistas en contra de ellas.

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Y es que a lo largo de sus búsquedas se han encontrado con toda clase de obstáculos: en la familia viene el primero, pues les dicen que porqué salen solas, que les puede pasar lo mismo que a quienes andan buscando; el segundo viene con las autoridades, pues muchas las desaniman, otras hasta las amedrentan para que desistan de su búsqueda y otras más simple y sencillamente no les hacen caso; no obstante y a pesar de esto, han tejido una red, en donde el núcleo de ésta es lo que las mantiene firmes en su lucha: mitigar el dolor de no saber en dónde están sus familiares desaparecidos.

Las buscadoras se han convertido en ejemplo de sororidad.

En el caso del estado de Guanajuato son varios los colectivos conformados casi en su totalidad por mujeres. Éstos han destacado y llevado el nombre de cada víctima hasta el último rincón del país y su lucha por encontrar a los suyos, con vida o como sea, se ha extendido más allá de sus propios casos, convirtiéndose en una gran red de apoyo para quienes buscan a una persona que fue desaparecida.

Una de estas historias es la de María Teresa Marmolejo López, una mujer de 48 años y quien lleva casi tres años participando en brigadas de búsqueda, esto a pesar de que ella localizó a su hija desde el año 2020.

Larga búsqueda

Cuando la única hija de María Teresa, Dulce Alejandra Marmolejo López, desapareció aquél 16 de julio de 2020, a la edad de 27 años, el mundo se le vino encima a ella y toda su familia; en aquél año apenas comenzaba a tomar fuerza la lucha por los derechos de las personas desaparecidas en el estado y al principio se sintió abandonada, por Dios y por el mundo entero.

Solicitamos ayuda, ayuda que no encontramos en autoridades, en difusión, la sociedad parecía habernos dado la espalda. En los periódicos de la Organización Editorial Mexicana fueron los únicos que publicaron la fotografía de mi hija desaparecida, pero de ahí en más yo me sentía sola”, recordó Teresa.

Poco tiempo después de la desaparición de su hija fue que encontró a quienes ahora reconoce como su segunda familia, las mujeres de los colectivos de búsqueda, poco después se unió al colectivo Hasta Encontrarte, de quienes sólo recibió apoyo y cariño, tal cual si de una madre o hermana se tratara.

Ahora ayuda a otras mujeres, como a ella la ayudaron.

Ellas son mi familia ahora, agradezco mucho haberlas encontrado y que me abrazaran cuando yo llevaba esa derrota sobre los hombros, de no saber dónde estaba mi hija”.

Seguiré buscando y ayudaré como me ayudaron

En uno de los tantos ejemplos de solidaridad entre madres buscadoras, María Teresa decidió continuar con sus labores al lado del colectivo Hasta Encontrarte y la Brigada de Búsqueda Independiente, aún después de la localización e identificación del cuerpo de su hija, a la cual le entregaron sin vida en agosto de 2020.

Fue como mes y medio lo que estuve sin saber de mi hija. Ella no regresó como yo hubiera querido que regresara, pero pude encontrarla, era todo lo que quería cuando empecé a buscarla, hallarla como fuera”, recordó.

Fue tanto por convicción como también por una promesa que hizo lo que mantiene a María Teresa al pie de lucha junto con todas las buscadoras que aún no encuentran a sus hijos, esposos, hermanos o hermanas.

Cada camino es un dolor, a veces podrán verme sonreír, pero es una sonrisa fingida, sigo con ellas y sigo buscando y que me dejen seguir siendo parte de ellas es un honor, seguir con ellas, caminado juntas, ellas me ayudaron, encontré a mi hija y siguen ayudándome ante las situaciones que se presentan, yo hago y haré lo mismo por siempre”.

Mujeres sororas

En el Día Internacional de la Mujer es de reconocerse la labor que las madres buscadoras han realizado a lo largo de cinco años, cuando surgió el primero de 17 colectivos que ya hay en el estado; sin embargo, antes de que existiera la colectividad, unas tendieron su mano a otras que se encontraban incapacitadas por el dolor y el miedo y reunieron fuerza para cumplir con sus objetivos.

En el colectivo de búsqueda Hasta Encontrarte así se dio inicio, las integrantes aportaron su tiempo, adquirieron herramientas y comenzaron a organizar la labor.

Las largas jornadas de búsqueda son realizadas en todo tipo de terrenos, algunos lejanos, otros cerca de las ciudades; mientras unas excavan o buscan fosas, otras se dedican a preparar o traer alimentos para todas.

Son ellas las que salen a buscar con sus propias manos a sus familiares.

Cuando algunas deben salir a trabajar para seguir obteniendo fondos necesarios para las búsquedas y para el sustento de sus familias, otras se turnan para salir a las labores de campo. Ese sistema es funcional para ellas, de tal manera que al menos en los últimos dos años, la mayoría de los hallazgos de cuerpos inhumados de forma clandestina han sido realizados por las brigadas de búsqueda.

María Teresa relató que, hasta ahora, las buscadoras jamás la han dejado sola, siempre se han mantenido al pendiente de su situación dado que ella siempre fue de escasos recursos y todos sabían que contaba únicamente con trabajos temporales, el demás tiempo lo empleaba recogiendo botellas y cartón para alimentar y proveer a sus nietos que quedaron a su cargo y seguir con las búsquedas.

Cuando necesité, ellas siempre me ofrecieron hasta traerme una sopita para que comiera si me hacía falta y hoy, gracias a su apoyo, voy a poder cumplir el sueño de mi nieta que está próxima a cumplir sus 15 años y con su ayuda voy a poder hacer algo para ella”.

Este es el mensaje que dejan las decenas de mujeres luchadoras al frente de los colectivos de búsqueda de personas desaparecidas, que no han hecho más que luchar por los derechos, buscar restos y pedir justicia.

En Guanajuato hay 17 colectivos distribuidos en el estado, en donde sus integrantes buscan a unas dos mil 700 personas, de acuerdo con el más reciente reporte de la Comisión Nacional de Búsqueda; dos mil 700 familias que no han tenido noticias de sus familiares desde hace tiempo, dos mil 700 mujeres que buscan en la sororidad la fuerza para seguir adelante para encontrar a los suyos.

IRAPUATO, GTO. (OEM-Informex).- Sin proponérselo, pero las buscadoras de personas desaparecidas se han convertido en el vivo ejemplo de lo que es la lucha femenina, pero también de la sororidad, entendido esto como la solidaridad entre las mujeres, particularmente cuando hay situaciones de discriminación sexual y actitudes y comportamientos machistas en contra de ellas.

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Y es que a lo largo de sus búsquedas se han encontrado con toda clase de obstáculos: en la familia viene el primero, pues les dicen que porqué salen solas, que les puede pasar lo mismo que a quienes andan buscando; el segundo viene con las autoridades, pues muchas las desaniman, otras hasta las amedrentan para que desistan de su búsqueda y otras más simple y sencillamente no les hacen caso; no obstante y a pesar de esto, han tejido una red, en donde el núcleo de ésta es lo que las mantiene firmes en su lucha: mitigar el dolor de no saber en dónde están sus familiares desaparecidos.

Las buscadoras se han convertido en ejemplo de sororidad.

En el caso del estado de Guanajuato son varios los colectivos conformados casi en su totalidad por mujeres. Éstos han destacado y llevado el nombre de cada víctima hasta el último rincón del país y su lucha por encontrar a los suyos, con vida o como sea, se ha extendido más allá de sus propios casos, convirtiéndose en una gran red de apoyo para quienes buscan a una persona que fue desaparecida.

Una de estas historias es la de María Teresa Marmolejo López, una mujer de 48 años y quien lleva casi tres años participando en brigadas de búsqueda, esto a pesar de que ella localizó a su hija desde el año 2020.

Larga búsqueda

Cuando la única hija de María Teresa, Dulce Alejandra Marmolejo López, desapareció aquél 16 de julio de 2020, a la edad de 27 años, el mundo se le vino encima a ella y toda su familia; en aquél año apenas comenzaba a tomar fuerza la lucha por los derechos de las personas desaparecidas en el estado y al principio se sintió abandonada, por Dios y por el mundo entero.

Solicitamos ayuda, ayuda que no encontramos en autoridades, en difusión, la sociedad parecía habernos dado la espalda. En los periódicos de la Organización Editorial Mexicana fueron los únicos que publicaron la fotografía de mi hija desaparecida, pero de ahí en más yo me sentía sola”, recordó Teresa.

Poco tiempo después de la desaparición de su hija fue que encontró a quienes ahora reconoce como su segunda familia, las mujeres de los colectivos de búsqueda, poco después se unió al colectivo Hasta Encontrarte, de quienes sólo recibió apoyo y cariño, tal cual si de una madre o hermana se tratara.

Ahora ayuda a otras mujeres, como a ella la ayudaron.

Ellas son mi familia ahora, agradezco mucho haberlas encontrado y que me abrazaran cuando yo llevaba esa derrota sobre los hombros, de no saber dónde estaba mi hija”.

Seguiré buscando y ayudaré como me ayudaron

En uno de los tantos ejemplos de solidaridad entre madres buscadoras, María Teresa decidió continuar con sus labores al lado del colectivo Hasta Encontrarte y la Brigada de Búsqueda Independiente, aún después de la localización e identificación del cuerpo de su hija, a la cual le entregaron sin vida en agosto de 2020.

Fue como mes y medio lo que estuve sin saber de mi hija. Ella no regresó como yo hubiera querido que regresara, pero pude encontrarla, era todo lo que quería cuando empecé a buscarla, hallarla como fuera”, recordó.

Fue tanto por convicción como también por una promesa que hizo lo que mantiene a María Teresa al pie de lucha junto con todas las buscadoras que aún no encuentran a sus hijos, esposos, hermanos o hermanas.

Cada camino es un dolor, a veces podrán verme sonreír, pero es una sonrisa fingida, sigo con ellas y sigo buscando y que me dejen seguir siendo parte de ellas es un honor, seguir con ellas, caminado juntas, ellas me ayudaron, encontré a mi hija y siguen ayudándome ante las situaciones que se presentan, yo hago y haré lo mismo por siempre”.

Mujeres sororas

En el Día Internacional de la Mujer es de reconocerse la labor que las madres buscadoras han realizado a lo largo de cinco años, cuando surgió el primero de 17 colectivos que ya hay en el estado; sin embargo, antes de que existiera la colectividad, unas tendieron su mano a otras que se encontraban incapacitadas por el dolor y el miedo y reunieron fuerza para cumplir con sus objetivos.

En el colectivo de búsqueda Hasta Encontrarte así se dio inicio, las integrantes aportaron su tiempo, adquirieron herramientas y comenzaron a organizar la labor.

Las largas jornadas de búsqueda son realizadas en todo tipo de terrenos, algunos lejanos, otros cerca de las ciudades; mientras unas excavan o buscan fosas, otras se dedican a preparar o traer alimentos para todas.

Son ellas las que salen a buscar con sus propias manos a sus familiares.

Cuando algunas deben salir a trabajar para seguir obteniendo fondos necesarios para las búsquedas y para el sustento de sus familias, otras se turnan para salir a las labores de campo. Ese sistema es funcional para ellas, de tal manera que al menos en los últimos dos años, la mayoría de los hallazgos de cuerpos inhumados de forma clandestina han sido realizados por las brigadas de búsqueda.

María Teresa relató que, hasta ahora, las buscadoras jamás la han dejado sola, siempre se han mantenido al pendiente de su situación dado que ella siempre fue de escasos recursos y todos sabían que contaba únicamente con trabajos temporales, el demás tiempo lo empleaba recogiendo botellas y cartón para alimentar y proveer a sus nietos que quedaron a su cargo y seguir con las búsquedas.

Cuando necesité, ellas siempre me ofrecieron hasta traerme una sopita para que comiera si me hacía falta y hoy, gracias a su apoyo, voy a poder cumplir el sueño de mi nieta que está próxima a cumplir sus 15 años y con su ayuda voy a poder hacer algo para ella”.

Este es el mensaje que dejan las decenas de mujeres luchadoras al frente de los colectivos de búsqueda de personas desaparecidas, que no han hecho más que luchar por los derechos, buscar restos y pedir justicia.

En Guanajuato hay 17 colectivos distribuidos en el estado, en donde sus integrantes buscan a unas dos mil 700 personas, de acuerdo con el más reciente reporte de la Comisión Nacional de Búsqueda; dos mil 700 familias que no han tenido noticias de sus familiares desde hace tiempo, dos mil 700 mujeres que buscan en la sororidad la fuerza para seguir adelante para encontrar a los suyos.

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