/ martes 18 de agosto de 2020

[GALERÍA] La tragedia que golpeó a Irapuato

Desbordamiento de presas, por las intensas lluvias, inundó Irapuato causando muerte y desolación

Niños, bebés, mujeres y hombres muertos, casas destrozadas y cientos de afectados, fueron el terrible resultado que ocasionaron las intensas lluvias aquel 18 de agosto de 1973, pues los irapuatenses jamás imaginaron que su vida cambiaría, al vivir una de las tragedias más grandes que ocurrieron en Irapuato.

Hasta ahora no existe una cifra exacta de las personas fallecidas en la inundación del 18 de agosto de 1973; sin embargo, los irapuatenses aún recuerdan cómo el agua arrasó con sus pertenencias, e incluso, con algunos de sus seres queridos.

  • Era sábado aquel 18 de agosto de 1973, el día que cientos de familia vivieron la tragedia y perdieron sus viviendas, pertenencias y hasta seres queridos

Aquel día el calor era insoportable, las lluvias del día de San Isidro Labrador caían con normalidad, pero los últimos días de junio y todo julio la lluvia no cesó en Irapuato y en Guanajuato, y es que en sólo 10 días había llovido lo que no en cinco años.

Las autoridades de la 16/a Zona Militar realizaron recorridos y advertían que si continuaba lloviendo, Irapuato peligraba y podía inundarse. Sus sospechas fueron ciertas, pues desde el 10 de agosto, hicieron arduos trabajos para contener el agua de las presas como Santa Ana del Conde, La Sandía y La Sardina; por lo que millones de litros de agua terminaron recorriendo el río Guanajuato, al cual le aumentó su nivel en forma alarmante.

El agua que llevaba el río era demasiada y terminó por desbordarse a la altura del cerro de La Garridal, personal del Ejército Mexicano y de la Secretaría de Recursos Hidráulicos trabajador para redireccionar el agua hacia la presa de El Conejo.

La corriente de agua que llevaban tanto el rio Guanajuato, como el río Silao, era intensa; por lo que el rumor de que Irapuato se inundaría corría entre los habitantes. Sin embargo, en ese momento la curiosidad era mayor que el temor, pero fue hasta el 18 de agosto cuando el agua llegó con más fuerza a Irapuato.

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Fue un sábado, cuando cientos de elementos del Ejército Mexicano ponían más de 22 mil costales en los límites de la presa El Conejo, para contener el agua acumulada por la lluvia y por las presas reventadas. Ni miles de costales pudieron evitar la tragedia, pues la presa se reventó, aunque existe otra versión que indica que fue reventada a propósito, a costa de salvar unos terrenos.

El agua entró a la ciudad por el bulevar Arandas, tomó camino por Guerrero y comenzó dispersarse por las calles de las colonias Rodríguez, Santa Julia y el Centro; sin embargo, entró también por la zona norte, por el río Silao, y afectó a Españita, Los Cobos y la zona de lo que ahora es Ciudad Deportiva.

Las casas de adobe cayeron en minutos y se llegaron a contabilizar más de dos mil 500 automóviles, dos mil casas, millonarias pérdidas materiales en muebles y algunos electrodomésticos. Animales de granja y domésticos también fueron arrasados. Irapuato estaba destrozado y aquellos que pudieron sobrevivir aún recuerdan aquel triste día.

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La tragedia en Irapuato llegó a oídos de todos el país, pues incluso el entonces presidente de la República, Luis Echeverría, visitó a la ciudad que fue golpeada por el agua y que, según reporte que le llegó a sus manos, fueron miles de muertos los que dejó la inundación,

Han pasado 47 años de aquella desgracia que sigue presente en la memoria de los que la vivieron, de los que perdieron todo, hasta a un integrante de su familia, y cada año rezan porque no se repita una tragedia como la que sufrieron aquel 18 de agosto.

Niños, bebés, mujeres y hombres muertos, casas destrozadas y cientos de afectados, fueron el terrible resultado que ocasionaron las intensas lluvias aquel 18 de agosto de 1973, pues los irapuatenses jamás imaginaron que su vida cambiaría, al vivir una de las tragedias más grandes que ocurrieron en Irapuato.

Hasta ahora no existe una cifra exacta de las personas fallecidas en la inundación del 18 de agosto de 1973; sin embargo, los irapuatenses aún recuerdan cómo el agua arrasó con sus pertenencias, e incluso, con algunos de sus seres queridos.

  • Era sábado aquel 18 de agosto de 1973, el día que cientos de familia vivieron la tragedia y perdieron sus viviendas, pertenencias y hasta seres queridos

Aquel día el calor era insoportable, las lluvias del día de San Isidro Labrador caían con normalidad, pero los últimos días de junio y todo julio la lluvia no cesó en Irapuato y en Guanajuato, y es que en sólo 10 días había llovido lo que no en cinco años.

Las autoridades de la 16/a Zona Militar realizaron recorridos y advertían que si continuaba lloviendo, Irapuato peligraba y podía inundarse. Sus sospechas fueron ciertas, pues desde el 10 de agosto, hicieron arduos trabajos para contener el agua de las presas como Santa Ana del Conde, La Sandía y La Sardina; por lo que millones de litros de agua terminaron recorriendo el río Guanajuato, al cual le aumentó su nivel en forma alarmante.

El agua que llevaba el río era demasiada y terminó por desbordarse a la altura del cerro de La Garridal, personal del Ejército Mexicano y de la Secretaría de Recursos Hidráulicos trabajador para redireccionar el agua hacia la presa de El Conejo.

La corriente de agua que llevaban tanto el rio Guanajuato, como el río Silao, era intensa; por lo que el rumor de que Irapuato se inundaría corría entre los habitantes. Sin embargo, en ese momento la curiosidad era mayor que el temor, pero fue hasta el 18 de agosto cuando el agua llegó con más fuerza a Irapuato.

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Fue un sábado, cuando cientos de elementos del Ejército Mexicano ponían más de 22 mil costales en los límites de la presa El Conejo, para contener el agua acumulada por la lluvia y por las presas reventadas. Ni miles de costales pudieron evitar la tragedia, pues la presa se reventó, aunque existe otra versión que indica que fue reventada a propósito, a costa de salvar unos terrenos.

El agua entró a la ciudad por el bulevar Arandas, tomó camino por Guerrero y comenzó dispersarse por las calles de las colonias Rodríguez, Santa Julia y el Centro; sin embargo, entró también por la zona norte, por el río Silao, y afectó a Españita, Los Cobos y la zona de lo que ahora es Ciudad Deportiva.

Las casas de adobe cayeron en minutos y se llegaron a contabilizar más de dos mil 500 automóviles, dos mil casas, millonarias pérdidas materiales en muebles y algunos electrodomésticos. Animales de granja y domésticos también fueron arrasados. Irapuato estaba destrozado y aquellos que pudieron sobrevivir aún recuerdan aquel triste día.

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La tragedia en Irapuato llegó a oídos de todos el país, pues incluso el entonces presidente de la República, Luis Echeverría, visitó a la ciudad que fue golpeada por el agua y que, según reporte que le llegó a sus manos, fueron miles de muertos los que dejó la inundación,

Han pasado 47 años de aquella desgracia que sigue presente en la memoria de los que la vivieron, de los que perdieron todo, hasta a un integrante de su familia, y cada año rezan porque no se repita una tragedia como la que sufrieron aquel 18 de agosto.

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