REFLEJOS DE SOL

BATAS

En algunas instituciones del sector salud, por no decir que en todas, el personal de enfermería, médicos o inclusive el de intendencia acostumbra salir de las clínicas con ropa del hospital, verbigracia, batas e incluso vestimenta de quirófano. Las autoridades sanitarias han hecho especial hincapié en tomar medidas rigurosas de higiene para evitar la propagación del coronavirus; sin embargo, no se han percatado que al salir a la calle con esas ropas a ingerir sus alimentos, estos empleados pudieran ser una potencial infección biológica.

GÉRMENES

Se comenta que en los gérmenes de los hospitales son incluso más peligrosos y a través de las batas de médicos y ropa de enfermeras esto se convierte en canal de transmisión de enfermedades infectocontagiosas. De hecho, la página redacción médica dice que un estudio de American Journal of Infection Control señalaba que más de un 60% de la ropa utilizada por médicos “contiene bacterias potencialmente peligrosas”.

BACTERIAS

También dice que “si el riesgo de transmitir ciertos organismos es elevado dentro de los hospitales por el simple contacto con pacientes, estas posibilidades aumentan potencialmente si el profesional traslada esa bata fuera del centro de trabajo”. Agrega que usar las batas fuera del hospital puede exponer a los pacientes -y a la ciudadanía en general- a infecciones bacterianas resistentes a los antibióticos.

EXPUESTOS

No es por causar pánico, pero creemos que el IMSS, el ISSSTE y otras instituciones deben extremar medidas y prohibir a su personal salir a la calle con ropa de hospital sean batas o de quirófano o intendencia. Reconocemos la labor que desempeña el personal médico y de enfermería pues, además, son los primeros que se exponen a toda clase de bichos, pero es necesario tomar conciencia de los riesgos al salir de las instalaciones médicas.

AGUA

En la entidad, existen organismos operadores de agua potable que tienen números negros, finanzas sanas y considerables ingresos. Uno de ellos es el Sistema de Agua Potable y Alcantarillado de León (SAPAL) que, dicen, tiene más de dos mil millones de pesos “bajo el colchón”; el otro se encuentra en Irapuato, JAPAMI, que se dio el lujo de “prestar” al gobierno municipal 150 millones de pesos. Dichos organismos deben hacer un esfuerzo para solidarizarse con los usuarios, en estos momentos de crisis sanitaria y económica, y dejar de cobrar por el servicio puesto que muchos trabajadores se han quedado sin empleo. ¿Lo harán?