/ viernes 14 de mayo de 2021

PLURALISMO Y DEMOCRACIA

LUIS ENRIQUE TAFOYA


El acompañamiento de las teorías sobre la democracia, pretenden facilitarnos en entendimiento su complejidad, sin avisarnos de deslumbramientos en su porvenir, aunque por mucho que así lo parezca, y no me atrevería sin ningún argumento a la razón opinar sobre el futuro de la democracia, pero sí ofrecer una observación sobre el estado actual de los regímenes democráticos, y con eso ya tenemos bastante, así que en esta disertación mi intención es pura y simple.

Por otro lado, abordar cualquier tema que conlleve a la democracia, ya es complicado, basta con sus definiciones desde los antiguos hasta los modernos ¿Qué son dos mil años de historia? La respuesta posiblemente sería: miles de libros. Únicamente, pretendo dar una opinión como base a las falsas promesas de la democracia, escritas por un contemporáneo pensador italiano, Norberto Bobbio; no precisamente por la complicidad de pensamiento, sino por la naturalidad en que las expresa.

Claro que la democracia no excluye de ciertas reglas en su practicismo, es dinámica, si no lo fuera sería otra cosa, los regímenes democráticos están plegados de discursos y de promesas, como la reivindicación de los intereses, la persistencia de las oligarquías, el espacio limitado, el poder invisible y el nacimiento de la sociedad pluralista, todas del pensamiento liberal y democrático de Locke, Rousseau, Tocqueville, Bentham, Stuart Mill, al final dan por sentado la cruda realidad de la forma de gobierno menos peor.

Como premisa: el modelo ideal de una sociedad democrática era el de una sociedad cintrípeta, pero nos encontramos con la una sociedad centrífuga, por ello es una falsa promesa, la democracia no tiene un solo centro de poder sino muchos, por lo tanto una sociedad que subyace en los gobiernos democráticos es pluralista.

Las sociedades políticas, concebidas como el producto artificial de la voluntad de los individuos, de igual forma en la concepción democrática en términos individualistas, en ellas se produce la premisa de la falsa promesa de la democracia: el nacimiento de una sociedad pluralista. Dahl insistía en las sociedades poliárquicas, donde nos encontramos indistintamente con el pluralismo, aunque Bobbio haga la advertencia de las “arenas movedizas” al entrar en la discusión sobre el pluralismo, de quienes intentaban salir con la cabeza se hundían más con los pies. Una cosa es cierta, intentare no mover tanto los pies para seguir respirando.

En necesario hacer “otra advertencia”: para demostrar mi punto sin hundirme, en el debate (actual) sobre el pluralismo he leído (a Sartori además de Bobbio) que la sociedad democrática y la pluralista son la misma cosa; esto no es verdad: el concepto de democracia y el concepto del pluralismo no tienen la misma extensión; basta con identificar a las sociedades feudales con muchos centros de poder y un poder central débil, o bien, la democracia de los antiguos, en la que toda la actividad pública (directa) se desarrollaba en la polis y en ella no se admitía algún cuerpo intermedio entre el individuo y la sociedad. En conclusión, se puede perfectamente dar una sociedad pluralista que no sea democrática y una sociedad democrática que no sea pluralista.

Aunque ambos conceptos externen diferencias, tienen como cierta finalidad evitar el abuso del poder, en cada una de las circunstancias suscritas no evita lo monocrático del ideal democrático en el valor de la premisa en su estado representativo. En otras palabras, la democracia de los modernos es el Estado

LUIS ENRIQUE TAFOYA


El acompañamiento de las teorías sobre la democracia, pretenden facilitarnos en entendimiento su complejidad, sin avisarnos de deslumbramientos en su porvenir, aunque por mucho que así lo parezca, y no me atrevería sin ningún argumento a la razón opinar sobre el futuro de la democracia, pero sí ofrecer una observación sobre el estado actual de los regímenes democráticos, y con eso ya tenemos bastante, así que en esta disertación mi intención es pura y simple.

Por otro lado, abordar cualquier tema que conlleve a la democracia, ya es complicado, basta con sus definiciones desde los antiguos hasta los modernos ¿Qué son dos mil años de historia? La respuesta posiblemente sería: miles de libros. Únicamente, pretendo dar una opinión como base a las falsas promesas de la democracia, escritas por un contemporáneo pensador italiano, Norberto Bobbio; no precisamente por la complicidad de pensamiento, sino por la naturalidad en que las expresa.

Claro que la democracia no excluye de ciertas reglas en su practicismo, es dinámica, si no lo fuera sería otra cosa, los regímenes democráticos están plegados de discursos y de promesas, como la reivindicación de los intereses, la persistencia de las oligarquías, el espacio limitado, el poder invisible y el nacimiento de la sociedad pluralista, todas del pensamiento liberal y democrático de Locke, Rousseau, Tocqueville, Bentham, Stuart Mill, al final dan por sentado la cruda realidad de la forma de gobierno menos peor.

Como premisa: el modelo ideal de una sociedad democrática era el de una sociedad cintrípeta, pero nos encontramos con la una sociedad centrífuga, por ello es una falsa promesa, la democracia no tiene un solo centro de poder sino muchos, por lo tanto una sociedad que subyace en los gobiernos democráticos es pluralista.

Las sociedades políticas, concebidas como el producto artificial de la voluntad de los individuos, de igual forma en la concepción democrática en términos individualistas, en ellas se produce la premisa de la falsa promesa de la democracia: el nacimiento de una sociedad pluralista. Dahl insistía en las sociedades poliárquicas, donde nos encontramos indistintamente con el pluralismo, aunque Bobbio haga la advertencia de las “arenas movedizas” al entrar en la discusión sobre el pluralismo, de quienes intentaban salir con la cabeza se hundían más con los pies. Una cosa es cierta, intentare no mover tanto los pies para seguir respirando.

En necesario hacer “otra advertencia”: para demostrar mi punto sin hundirme, en el debate (actual) sobre el pluralismo he leído (a Sartori además de Bobbio) que la sociedad democrática y la pluralista son la misma cosa; esto no es verdad: el concepto de democracia y el concepto del pluralismo no tienen la misma extensión; basta con identificar a las sociedades feudales con muchos centros de poder y un poder central débil, o bien, la democracia de los antiguos, en la que toda la actividad pública (directa) se desarrollaba en la polis y en ella no se admitía algún cuerpo intermedio entre el individuo y la sociedad. En conclusión, se puede perfectamente dar una sociedad pluralista que no sea democrática y una sociedad democrática que no sea pluralista.

Aunque ambos conceptos externen diferencias, tienen como cierta finalidad evitar el abuso del poder, en cada una de las circunstancias suscritas no evita lo monocrático del ideal democrático en el valor de la premisa en su estado representativo. En otras palabras, la democracia de los modernos es el Estado

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