/ jueves 8 de abril de 2021

UG TU CONECTE CON LA CIENCIA

Vacunación es Prevención

M. en C. María del Carmen Rodríguez Robelo
Escuela de Nivel Medio Superior de Guanajuato
Universidad de Guanajuato


A través de la historia de la humanidad nos hemos enfrentado a muchas epidemias y pandemias como la que actualmente tiene a todo el planeta en alerta sanitaria. Estos eventos, no solo impactan directamente en la pérdida de vidas humanas, sino que también han abierto un campo de investigación que hasta la fecha ha llevado a una veloz carrera por encontrar la vacuna o el antídoto adecuado y eficaz, para sobrevivir a la presencia de diversos tipos de microorganismos que invaden nuestro organismo, causando estragos en nuestra salud, que pueden incluso, ser letales.

Es posible que en estos momentos hayamos perdido la vista lo devastadoras que han sido muchas enfermedades hasta tiempos muy recientes ocupaban la atención pública y causaban gran cantidad de pérdidas humanas, entre ellas y por citar algunas, se encuentran la difteria, rabia, fiebre tifoidea, cólera, polio, tétanos, tos ferina y docenas de otras enfermedades infecciosas que parecen ser ahora recuerdos lejanos para la gran mayoría de la población mundial y todo porque para estas enfermedades actualmente ya existe una vacuna.

La posibilidad de erradicar una enfermedad que acaba con la vida de miles de personas es uno de los grandes logros de la humanidad. Las vacunas revolucionaron la medicina para siempre. Por ello es importante mencionar, que esto no hubiera sido posible sin las aportaciones de Edward Jenner “padre de la inmunología”.

Los orígenes de la palabra vacuna se remontan a los primeros tipos de inmunización que los médicos practicaban, la cual se conocía como “la variolización”. Esta técnica que empezó en China e India y llegó a toda Europa, y consistía en infectar de viruela a niños para que la enfermedad sucediera de manera leve y la persona se pudiera recuperar.

La variolización se realizaba a través de diversos métodos poco convencionales como, por ejemplo, vistiendo a niños con ropa de personas que habían tenido viruela, introduciendo por la nariz o en incisiones en la piel costras secas de la piel de los infectados o mojando un algodón con el pus de las ronchas de los enfermos para ponérselo al paciente. Aunque esta práctica era común, había la posibilidad de contraer otras enfermedades en el proceso o de contagiar a otras personas durante el periodo de incubación.

Jenner, quien también había pasado por la variolización, observó que los ganaderos y lecheros contraían una viruela bovina benigna y eran inmunes a la enfermedad humana, entonces tuvo la idea de cambiar el material para variolizar por el de la viruela bovina.

Esta viruela de las vacas era diferente a la humana, pues no daban los mismos síntomas letales, pero era lo suficientemente parecida como para crear inmunidad y proteger a las personas de la viruela humana. A partir de esta observación Jenner hizo un primer ensayo clínico en 1796, al realizar la primera inoculación con una muestra obtenida de las pústulas presentes en las manos de una mujer que había ordeñado una vaca con viruela bovina. Jenner, introdujo la pus en el brazo de un niño, que previamente había arañado con una aguja. Meses después, intentó infectar nuevamente al pequeño, con una viruela de humano observando que este no se había infectado. Siendo la conclusión de este experimento, el inicio de la primera vacunación documentada de la historia y de donde surge el termino vacuna, por las observaciones realizadas a partir de la viruela que les daba a las vacas.

Después del descubrimiento de Jenner, los investigadores apostaron por aislar los virus de enfermedades ya conocidas, intentando probar que estas no se generaban espontáneamente en el cuerpo humano, sino que había microorganismos patógenos que entraban al cuerpo y producían las enfermedades.

Robert Koch, quien es considerado el “padre de la microbiología”, logró identificar a finales del siglo XIX las bacterias de la tuberculosis y el cólera, entre muchas otras, y encontró la relación de estas con la enfermedad que se producía en las personas contagiadas. Koch encontró que las bacterias eran capaces de sobrevivir en el exterior, razón por la cual sugirió la esterilización con calor de los instrumentos quirúrgicos. Posteriormente se descubren los microorganismos responsables de la difteria, la neumonía, la gonorrea, la lepra, el tétano y la sífilis, entre muchas otras.

Louis Pasteur, logró explicar que las enfermedades eran causadas por microorganismos. Él los exponía al oxígeno y calor para debilitarlos sin matarlos. A partir de este proceso, Pasteur logró crear la primera vacuna viral atenuada contra la rabia. Pasteur también contribuyó a la esterilización e higiene de los implementos médicos, porque descubrió que los gérmenes se eliminan elevando la temperatura, proceso que en la actualidad y en honor a él se conoce como pasteurización. Pasteur encontró la metodología de crear vacunas en un laboratorio

George Miller Sternberg, después de sobrevivir a la fiebre amarilla y a la fiebre tifoidea, documentó las causas de la malaria y logró aislar el neumococo, que produce enfermedades como la meningitis, neumonía, otitis o sinusitis y es, además, una de las principales causas de la mortalidad infantil.

La época en la que estos tres científicos desarrollaron su trabajo fue muy importante, ya que durante este tiempo la comunidad médica se dio cuenta que había varias formas de lograr inmunidad. Una era eliminando al virus o bacteria, pero manteniéndolo intacto para ponerlo en el cuerpo humano. Otra forma era atenuar o debilitar al virus para quitarle la parte más dañina, pero que pueda enseñarle al cuerpo a reconocer el virus en una futura oportunidad.

Desde entonces, década tras década, antiguas enfermedades fueron conquistadas con nuevas vacunas: fiebre tifoidea (1896); tuberculosis (1906); difteria (1923); tos ferina (1926); fiebre amarilla (1932); gripe (1937); poliomielitis (1952); sarampión (1963); paperas (1967); rubéola (1969); varicela (1974); neumococo (1977); meningitis (1978); hepatitis b (1981); virus del papiloma humano (2006); ébola (2019).

La Organización Mundial de la Salud (OMS), estima que la vacunación previene de 2 a 3 millones de muertes cada año, y que han contribuido a reducir la mortalidad infantil en más de la mitad desde 1990. Sin embargo, contar con una vacuna segura y efectiva no conduce directamente a la erradicación de una enfermedad. Se requieren campañas sostenidas de vacunación con amplia cobertura, incentivos para la producción de dosis, así como estrategias de comunicación para combatir la desconfianza de la sociedad y sobre todo la desinformación.

Desde que la OMS declaró el brote de coronavirus como una pandemia en el mes de marzo del año pasado, todos estamos aguardando que se produzca una vacuna segura y eficaz, que nos proteja del coronavirus. Sin embargo, ninguno de nosotros nos hemos puesto a considerar que la vacunación no será el final de la pandemia, ni una solución milagrosa ni inmediata. Será más bien el comienzo de una nueva etapa: producir y distribuir miles de millones de dosis de una o varias vacunas, por lo cual platea el mayor desafío en toda la historia de la industria farmacéutica.

En la historia de las vacunas, nunca se había logrado un progreso tan rápido: en estos momentos, hay 11 vacunas experimentales en la fase final de desarrollo. Y se espera saber si alguna funciona en las próximas semanas o meses. Las esperanzas son altas, pero incluso si varias vacunas resultan efectivas, es posible que tarde muchos años para ser distribuidas y aplicadas a todas las personas del mundo.

En la actualidad, los científicos han logrado desarrollar una tecnología que extrae en RNA o el ADN de los patógenos para inyectarlos al cuerpo humano, así estos pedazos de material genético harán que las células humanas produzcan proteína para educar al sistema inmune. La primera vez que una vacuna con esta tecnología podría ser usada sería con la emergencia de COVID-19.

Proteger a las personas de enfermedades no dejará de ser una acción prioritaria, la innovación científica tiene la posibilidad de salvar miles de vidas e incluso, erradicar enfermedades para siempre. Los patógenos conviven con el humano y eso es algo que no se puede cambiar, pero la ciencia se adaptará, buscará soluciones e innovará para proteger a la humanidad como lo lleva haciendo por más de mil años.

Incluso con una vacuna eficaz, es muy probable que el coronavirus nunca desaparezca del todo. Es posible que se vuelva endémico. Es decir, mientras se frenan los brotes en ciertas partes del planeta, en otras regiones podrían persistir las infecciones y volver año tras año como la gripe estacional.

“Ya sean bacterianos, virales o parasitarios, prácticamente todos los patógenos de enfermedades que han afectado a las personas durante los últimos miles de años todavía están con nosotros, porque es casi imposible erradicarlos por completo", indica la historiadora turca Nükhet Varlik de la Universidad de Carolina del Sur, Estados Unidos. “Una vez agregadas al repertorio de patógenos que afectan a las sociedades humanas, la mayoría de las enfermedades infecciosas llegaron para quedarse…”

Concluyendo, vacunarse contra alguna enfermedad es una acción preventiva, que permite a nuestro sistema inmunológico estar preparado y alerta ante la entrada de los microorganismos patógenos, movilizando a todos los mecanismos de defensa a fin de que los síntomas causados por el contagio sean más leves. Por ello desde pequeños debemos mantener actualizado nuestro sistema de vacunación, el cual está establecido por la Secretaria de Salud de nuestro país, y donde se especifican todo el esquema de vacunación desde recién nacidos hasta la edad adulta, por ello la vacunación es prevención y más vale prevenir que remediar…

Cualquier comentario sobre este artículo, favor de dirigirlo a eugreka@ugto.mx. Para consulta de más artículos www.ugto.mx/eugreka

Vacunación es Prevención

M. en C. María del Carmen Rodríguez Robelo
Escuela de Nivel Medio Superior de Guanajuato
Universidad de Guanajuato


A través de la historia de la humanidad nos hemos enfrentado a muchas epidemias y pandemias como la que actualmente tiene a todo el planeta en alerta sanitaria. Estos eventos, no solo impactan directamente en la pérdida de vidas humanas, sino que también han abierto un campo de investigación que hasta la fecha ha llevado a una veloz carrera por encontrar la vacuna o el antídoto adecuado y eficaz, para sobrevivir a la presencia de diversos tipos de microorganismos que invaden nuestro organismo, causando estragos en nuestra salud, que pueden incluso, ser letales.

Es posible que en estos momentos hayamos perdido la vista lo devastadoras que han sido muchas enfermedades hasta tiempos muy recientes ocupaban la atención pública y causaban gran cantidad de pérdidas humanas, entre ellas y por citar algunas, se encuentran la difteria, rabia, fiebre tifoidea, cólera, polio, tétanos, tos ferina y docenas de otras enfermedades infecciosas que parecen ser ahora recuerdos lejanos para la gran mayoría de la población mundial y todo porque para estas enfermedades actualmente ya existe una vacuna.

La posibilidad de erradicar una enfermedad que acaba con la vida de miles de personas es uno de los grandes logros de la humanidad. Las vacunas revolucionaron la medicina para siempre. Por ello es importante mencionar, que esto no hubiera sido posible sin las aportaciones de Edward Jenner “padre de la inmunología”.

Los orígenes de la palabra vacuna se remontan a los primeros tipos de inmunización que los médicos practicaban, la cual se conocía como “la variolización”. Esta técnica que empezó en China e India y llegó a toda Europa, y consistía en infectar de viruela a niños para que la enfermedad sucediera de manera leve y la persona se pudiera recuperar.

La variolización se realizaba a través de diversos métodos poco convencionales como, por ejemplo, vistiendo a niños con ropa de personas que habían tenido viruela, introduciendo por la nariz o en incisiones en la piel costras secas de la piel de los infectados o mojando un algodón con el pus de las ronchas de los enfermos para ponérselo al paciente. Aunque esta práctica era común, había la posibilidad de contraer otras enfermedades en el proceso o de contagiar a otras personas durante el periodo de incubación.

Jenner, quien también había pasado por la variolización, observó que los ganaderos y lecheros contraían una viruela bovina benigna y eran inmunes a la enfermedad humana, entonces tuvo la idea de cambiar el material para variolizar por el de la viruela bovina.

Esta viruela de las vacas era diferente a la humana, pues no daban los mismos síntomas letales, pero era lo suficientemente parecida como para crear inmunidad y proteger a las personas de la viruela humana. A partir de esta observación Jenner hizo un primer ensayo clínico en 1796, al realizar la primera inoculación con una muestra obtenida de las pústulas presentes en las manos de una mujer que había ordeñado una vaca con viruela bovina. Jenner, introdujo la pus en el brazo de un niño, que previamente había arañado con una aguja. Meses después, intentó infectar nuevamente al pequeño, con una viruela de humano observando que este no se había infectado. Siendo la conclusión de este experimento, el inicio de la primera vacunación documentada de la historia y de donde surge el termino vacuna, por las observaciones realizadas a partir de la viruela que les daba a las vacas.

Después del descubrimiento de Jenner, los investigadores apostaron por aislar los virus de enfermedades ya conocidas, intentando probar que estas no se generaban espontáneamente en el cuerpo humano, sino que había microorganismos patógenos que entraban al cuerpo y producían las enfermedades.

Robert Koch, quien es considerado el “padre de la microbiología”, logró identificar a finales del siglo XIX las bacterias de la tuberculosis y el cólera, entre muchas otras, y encontró la relación de estas con la enfermedad que se producía en las personas contagiadas. Koch encontró que las bacterias eran capaces de sobrevivir en el exterior, razón por la cual sugirió la esterilización con calor de los instrumentos quirúrgicos. Posteriormente se descubren los microorganismos responsables de la difteria, la neumonía, la gonorrea, la lepra, el tétano y la sífilis, entre muchas otras.

Louis Pasteur, logró explicar que las enfermedades eran causadas por microorganismos. Él los exponía al oxígeno y calor para debilitarlos sin matarlos. A partir de este proceso, Pasteur logró crear la primera vacuna viral atenuada contra la rabia. Pasteur también contribuyó a la esterilización e higiene de los implementos médicos, porque descubrió que los gérmenes se eliminan elevando la temperatura, proceso que en la actualidad y en honor a él se conoce como pasteurización. Pasteur encontró la metodología de crear vacunas en un laboratorio

George Miller Sternberg, después de sobrevivir a la fiebre amarilla y a la fiebre tifoidea, documentó las causas de la malaria y logró aislar el neumococo, que produce enfermedades como la meningitis, neumonía, otitis o sinusitis y es, además, una de las principales causas de la mortalidad infantil.

La época en la que estos tres científicos desarrollaron su trabajo fue muy importante, ya que durante este tiempo la comunidad médica se dio cuenta que había varias formas de lograr inmunidad. Una era eliminando al virus o bacteria, pero manteniéndolo intacto para ponerlo en el cuerpo humano. Otra forma era atenuar o debilitar al virus para quitarle la parte más dañina, pero que pueda enseñarle al cuerpo a reconocer el virus en una futura oportunidad.

Desde entonces, década tras década, antiguas enfermedades fueron conquistadas con nuevas vacunas: fiebre tifoidea (1896); tuberculosis (1906); difteria (1923); tos ferina (1926); fiebre amarilla (1932); gripe (1937); poliomielitis (1952); sarampión (1963); paperas (1967); rubéola (1969); varicela (1974); neumococo (1977); meningitis (1978); hepatitis b (1981); virus del papiloma humano (2006); ébola (2019).

La Organización Mundial de la Salud (OMS), estima que la vacunación previene de 2 a 3 millones de muertes cada año, y que han contribuido a reducir la mortalidad infantil en más de la mitad desde 1990. Sin embargo, contar con una vacuna segura y efectiva no conduce directamente a la erradicación de una enfermedad. Se requieren campañas sostenidas de vacunación con amplia cobertura, incentivos para la producción de dosis, así como estrategias de comunicación para combatir la desconfianza de la sociedad y sobre todo la desinformación.

Desde que la OMS declaró el brote de coronavirus como una pandemia en el mes de marzo del año pasado, todos estamos aguardando que se produzca una vacuna segura y eficaz, que nos proteja del coronavirus. Sin embargo, ninguno de nosotros nos hemos puesto a considerar que la vacunación no será el final de la pandemia, ni una solución milagrosa ni inmediata. Será más bien el comienzo de una nueva etapa: producir y distribuir miles de millones de dosis de una o varias vacunas, por lo cual platea el mayor desafío en toda la historia de la industria farmacéutica.

En la historia de las vacunas, nunca se había logrado un progreso tan rápido: en estos momentos, hay 11 vacunas experimentales en la fase final de desarrollo. Y se espera saber si alguna funciona en las próximas semanas o meses. Las esperanzas son altas, pero incluso si varias vacunas resultan efectivas, es posible que tarde muchos años para ser distribuidas y aplicadas a todas las personas del mundo.

En la actualidad, los científicos han logrado desarrollar una tecnología que extrae en RNA o el ADN de los patógenos para inyectarlos al cuerpo humano, así estos pedazos de material genético harán que las células humanas produzcan proteína para educar al sistema inmune. La primera vez que una vacuna con esta tecnología podría ser usada sería con la emergencia de COVID-19.

Proteger a las personas de enfermedades no dejará de ser una acción prioritaria, la innovación científica tiene la posibilidad de salvar miles de vidas e incluso, erradicar enfermedades para siempre. Los patógenos conviven con el humano y eso es algo que no se puede cambiar, pero la ciencia se adaptará, buscará soluciones e innovará para proteger a la humanidad como lo lleva haciendo por más de mil años.

Incluso con una vacuna eficaz, es muy probable que el coronavirus nunca desaparezca del todo. Es posible que se vuelva endémico. Es decir, mientras se frenan los brotes en ciertas partes del planeta, en otras regiones podrían persistir las infecciones y volver año tras año como la gripe estacional.

“Ya sean bacterianos, virales o parasitarios, prácticamente todos los patógenos de enfermedades que han afectado a las personas durante los últimos miles de años todavía están con nosotros, porque es casi imposible erradicarlos por completo", indica la historiadora turca Nükhet Varlik de la Universidad de Carolina del Sur, Estados Unidos. “Una vez agregadas al repertorio de patógenos que afectan a las sociedades humanas, la mayoría de las enfermedades infecciosas llegaron para quedarse…”

Concluyendo, vacunarse contra alguna enfermedad es una acción preventiva, que permite a nuestro sistema inmunológico estar preparado y alerta ante la entrada de los microorganismos patógenos, movilizando a todos los mecanismos de defensa a fin de que los síntomas causados por el contagio sean más leves. Por ello desde pequeños debemos mantener actualizado nuestro sistema de vacunación, el cual está establecido por la Secretaria de Salud de nuestro país, y donde se especifican todo el esquema de vacunación desde recién nacidos hasta la edad adulta, por ello la vacunación es prevención y más vale prevenir que remediar…

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