La sobreexplotación natural y la política agroalimentaria del país están haciendo que las comunidades rurales del país queden abandonadas, que los jóvenes ya no le vean el amor a la tierra y queden en el desempleo y a merced del tráfico y de las drogas.
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Así lo aseguró el obispo de la Diócesis de Irapuato, Enrique Díaz Díaz, quien durante su mensaje dominical dijo que es necesario hacer un alto y reflexionar sobre el daño que se le está causando a la tierra, pues la falta de lluvias o el exceso de éstas en algunas regiones son el sinónimo de los daños provocados al medio ambiente.
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“No ha llovido prácticamente nada, la tierra se agrieta y reclama la bendición de la lluvia, ya son varios años en los que las cosechas de temporal ya no han sido productivas por falta de lluvias o por lluvias torrenciales, muchos de estos campos se han quedo o desiertos o se prestan para rentan para otras actividades, como los monocultivos, y se van quedando desiertos.
“Además, la funesta política agropecuaria produce miles de migrantes, tanto a las ciudades como a Estados Unidos, y las familias en las comunidades van quedando abandonadas, los jóvenes ya no le tienen amor a la tierra y se tornan comodinos, desempleados o fáciles víctimas del tráfico y las drogas”, dijo el obispo de la Diócesis de Irapuato.
Enrique Díaz Díaz señaló que es momento de hacer una reflexión del daño causado a la tierra, pero también es momento de pasar a las acciones concretas, pues entre más pase el tiempo, más deterioro habrá y no se ven soluciones tangibles a esta problemática.
“Muchos dicen que la tierra ya no produce como antes, pero al sacar sus cuentas salen perdiendo, en lugar de sacar una ganancia, son pocos los que se han quedado en esos terrenos de temporal y buscan arrancar algún fruto del desgastando campo”.
De acuerdo con la Comisión Nacional del Agua, hasta el 30 de junio, 70% del territorio nacional presentaba algún grado de sequía y el panorama iba incrementando, debido a la escasez de lluvias.