/ lunes 14 de febrero de 2022

Comparten Ángel y Rosa un amor a prueba del tiempo

El respeto y apoyo mutuo los ha fortalecido a lo largo de los años

Rosa Ramírez Martínez y J. Ángel Octavo Martínez son un matrimonio de la tercera edad que comenzó hace más de 60 años, tiempo en el que han compartido muchos momentos.

En aquéllos tiempos, las uniones eran sumamente diferentes a lo que conocemos en la actualidad, sin embargo eso no les impidió construir una familia sólida que permanece unida hasta ahora.

Han atravesado múltiples dificultades de las que han salido adelante.

Rosa describió su relación como lo que inició de una casualidad que tuvo lugar en los lejanos años 40, pues ella, siendo originaria de Sinaloa, terminó tras la temprana muerte de su madre en la comunidad Nombre de Dios, en Abasolo, donde conoció a J. Ángel.

“Las relaciones antes eran bien diferentes, casi no hablaban, ni salían, sólo se casaban y lo demás era sobre la marcha, primero nos juntamos y enseguida nos casaron, yo apenas iba a cumplir 13 años”.

Rosa era quien se hacía responsable de muchas cosas para ayudar a su familia desde su corta infancia, pues al quedar huérfana de madre, tuvo que hacerse cargo de cuidar por un tiempo a sus tres hermanitos, pues ella era la mayor, su padre era un ex militar que, por desgracia, tenía gusto por el alcohol y los juegos de azar. Rosa lo respetaba mucho, pero también le temía, en su adolescencia tras tener problemas con otros familiares su padre la llegó a correr de la casa.

“Me acusaron de robarme un huevo de la gallina de mi tía, yo no lo había hecho pero no podía responderles, tenía mucho miedo y me puse a llorar del sentimiento”.

“Siempre me aferré mucho a la Virgen de Guadalupe, en esa ocasión le pedí mucho, al final un tío fue el mensajero entre mi esposo y yo, y me fui con él, al final creo que Dios nos acomoda y hoy aquí estamos con mucho amor como siempre”.

Durante 67 años han compartido buenas y malas rachas.

Ángel vio en Rosa a una mujer trabajadora y hermosa y él, un campesino joven, trató de apoyarla desde ese momento.

Aunque eran muy jóvenes cuando empezaron su vida matrimonial, Rosa y Ángel supieron entenderse, y basaron su relación en el respeto y el apoyo.

“Eramos humildes, primero nos juntamos y pues como era, de inmediato nos casaron, pero no tuvimos la gran fiesta, fue una comida nada más”.

Contrajeron nupcias en una capilla en una comunidad de Pénjamo a donde tuvieron que acudir, pues en su templo local no había padres en ese momento.

Tienen una familia de 10 hijos y decenas de nietos que los apoyan mucho.

La entonces joven pareja empezó sin nada, mas que lo que el trabajo en el campo les daba casi para comer al día.

“Aunque ella era muy chica, siempre me apoyó mucho en el campo, cuando se requería, y en casa también, como pudimos nos fuimos repartiendo las responsabilidades y salimos adelante”, comentó Ángel.

CUANDO EL DINERO SALE POR LA PUERTA, EL AMOR NO TIENE QUE SALTAR POR LA VENTANA

A lo largo de esos 67 años de matrimonio, Ángel y Rosa han pasado por tiempos buenos, pero también han atravesado múltiples crisis, la mayoría de ellas económicas, y si bien reconocen que del amor no se vive, ellos supieron hacer de ese cariño que siempre se han tenido un soporte para su familia.

“Siempre estábamos juntos, trabajando y haciendo muchas cosas, nos dedicamos al comercio y con eso pudimos criar a nuestra familia.

Rosa recordó una ocasión en la que uno de sus hijos enfermó y tras llevarlo a recibir atención médica se quedaron sin dinero para volver a su hogar.

“Fuimos hasta Pénjamo a que atendieran a nuestro hijo y ya para regresar nos habíamos quedado sin dinero, tomamos un tren y desde el entronque a Cuerámaro tuvimos que caminar hasta la casa”.

Como esa tienen decenas de historias, en las que el amor por su familia les brindó fortaleza.

“Yo nunca vi pelear a mis padres, siempre han sido un ejemplo de lo que las relaciones de pareja deberían ser”, comentó Maritza, una de sus hijas.

La familia Martínez Ramírez es numerosa, de 12 hijos, 10 se encuentran vivos, cuatro hombres y seis mujeres, los cuales con el ejemplo de sus padres han formado también familias felices, de acuerdo con el matrimonio, a la fecha todos les apoyan mucho.

“Nos han atendido como reyes, no nos falta nada con su apoyo”.

JÓVENES DEBERÍAN BASAR SUS RELACIONES EN EL RESPETO

La experiencia que los años les han dado a Rosa y Ángel les han dejado claro que las relaciones funcionan principalmente a base del respeto, por lo que ahora aconsejan a los mas jóvenes a afrontar los problemas de manera respetuosa para tener uniones duraderas.

“Ahora hay quienes no se respetan, hacen lo que quieren y luego no les parece, para tener buenas relaciones hay que respetar a quien esta contigo”, indicó Ángel.

Por su parte, Rosa relató que la comprensión y la prudencia también son claves en las relaciones para que éstas se mantengan a flote.

“Hay dificultades en la vida, siempre las hay, pero hay que aprender a escuchar, comprender, no pelear, no ofenderse, el amor sin respeto no existe”.

“Cuando un volcán explota, el otro debe estar tranquilo, siempre nos dijeron eso, y puedo decir con total seguridad que es lo que funciona para mantener relaciones saludables.

Rosa Ramírez Martínez y J. Ángel Octavo Martínez son un matrimonio de la tercera edad que comenzó hace más de 60 años, tiempo en el que han compartido muchos momentos.

En aquéllos tiempos, las uniones eran sumamente diferentes a lo que conocemos en la actualidad, sin embargo eso no les impidió construir una familia sólida que permanece unida hasta ahora.

Han atravesado múltiples dificultades de las que han salido adelante.

Rosa describió su relación como lo que inició de una casualidad que tuvo lugar en los lejanos años 40, pues ella, siendo originaria de Sinaloa, terminó tras la temprana muerte de su madre en la comunidad Nombre de Dios, en Abasolo, donde conoció a J. Ángel.

“Las relaciones antes eran bien diferentes, casi no hablaban, ni salían, sólo se casaban y lo demás era sobre la marcha, primero nos juntamos y enseguida nos casaron, yo apenas iba a cumplir 13 años”.

Rosa era quien se hacía responsable de muchas cosas para ayudar a su familia desde su corta infancia, pues al quedar huérfana de madre, tuvo que hacerse cargo de cuidar por un tiempo a sus tres hermanitos, pues ella era la mayor, su padre era un ex militar que, por desgracia, tenía gusto por el alcohol y los juegos de azar. Rosa lo respetaba mucho, pero también le temía, en su adolescencia tras tener problemas con otros familiares su padre la llegó a correr de la casa.

“Me acusaron de robarme un huevo de la gallina de mi tía, yo no lo había hecho pero no podía responderles, tenía mucho miedo y me puse a llorar del sentimiento”.

“Siempre me aferré mucho a la Virgen de Guadalupe, en esa ocasión le pedí mucho, al final un tío fue el mensajero entre mi esposo y yo, y me fui con él, al final creo que Dios nos acomoda y hoy aquí estamos con mucho amor como siempre”.

Durante 67 años han compartido buenas y malas rachas.

Ángel vio en Rosa a una mujer trabajadora y hermosa y él, un campesino joven, trató de apoyarla desde ese momento.

Aunque eran muy jóvenes cuando empezaron su vida matrimonial, Rosa y Ángel supieron entenderse, y basaron su relación en el respeto y el apoyo.

“Eramos humildes, primero nos juntamos y pues como era, de inmediato nos casaron, pero no tuvimos la gran fiesta, fue una comida nada más”.

Contrajeron nupcias en una capilla en una comunidad de Pénjamo a donde tuvieron que acudir, pues en su templo local no había padres en ese momento.

Tienen una familia de 10 hijos y decenas de nietos que los apoyan mucho.

La entonces joven pareja empezó sin nada, mas que lo que el trabajo en el campo les daba casi para comer al día.

“Aunque ella era muy chica, siempre me apoyó mucho en el campo, cuando se requería, y en casa también, como pudimos nos fuimos repartiendo las responsabilidades y salimos adelante”, comentó Ángel.

CUANDO EL DINERO SALE POR LA PUERTA, EL AMOR NO TIENE QUE SALTAR POR LA VENTANA

A lo largo de esos 67 años de matrimonio, Ángel y Rosa han pasado por tiempos buenos, pero también han atravesado múltiples crisis, la mayoría de ellas económicas, y si bien reconocen que del amor no se vive, ellos supieron hacer de ese cariño que siempre se han tenido un soporte para su familia.

“Siempre estábamos juntos, trabajando y haciendo muchas cosas, nos dedicamos al comercio y con eso pudimos criar a nuestra familia.

Rosa recordó una ocasión en la que uno de sus hijos enfermó y tras llevarlo a recibir atención médica se quedaron sin dinero para volver a su hogar.

“Fuimos hasta Pénjamo a que atendieran a nuestro hijo y ya para regresar nos habíamos quedado sin dinero, tomamos un tren y desde el entronque a Cuerámaro tuvimos que caminar hasta la casa”.

Como esa tienen decenas de historias, en las que el amor por su familia les brindó fortaleza.

“Yo nunca vi pelear a mis padres, siempre han sido un ejemplo de lo que las relaciones de pareja deberían ser”, comentó Maritza, una de sus hijas.

La familia Martínez Ramírez es numerosa, de 12 hijos, 10 se encuentran vivos, cuatro hombres y seis mujeres, los cuales con el ejemplo de sus padres han formado también familias felices, de acuerdo con el matrimonio, a la fecha todos les apoyan mucho.

“Nos han atendido como reyes, no nos falta nada con su apoyo”.

JÓVENES DEBERÍAN BASAR SUS RELACIONES EN EL RESPETO

La experiencia que los años les han dado a Rosa y Ángel les han dejado claro que las relaciones funcionan principalmente a base del respeto, por lo que ahora aconsejan a los mas jóvenes a afrontar los problemas de manera respetuosa para tener uniones duraderas.

“Ahora hay quienes no se respetan, hacen lo que quieren y luego no les parece, para tener buenas relaciones hay que respetar a quien esta contigo”, indicó Ángel.

Por su parte, Rosa relató que la comprensión y la prudencia también son claves en las relaciones para que éstas se mantengan a flote.

“Hay dificultades en la vida, siempre las hay, pero hay que aprender a escuchar, comprender, no pelear, no ofenderse, el amor sin respeto no existe”.

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