Durante tres años, Jafet tuvo 120 batallas en contra del cáncer y todas las venció. Aunque en algún momento lo daban por vencido, se repuso y logró salir avante de este combate y por ello fue condecorado como Soldado Honorario del Ejército Mexicano.
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Berenice Guzmán, madre de Jafet, relató que su hijo, quien apenas tiene siete años, fue diagnosticado con leucemia linfoblástica aguda de bajo riesgo, que es un tipo de cáncer que afecta a la sangre y a la médula ósea.
“Le hicieron cirugía del apéndice y ahí le detectaron que tenía anemia de tercer grado; le hicieron el aspirado de médula y lo detectaron con leucemia linfoblástica”, contó la madre de Jafet, quien dijo que cuando tuvo esa noticia se le vinieron miles de pensamientos a su cabeza; “fue difícil, fue triste, porque yo pensé que mi hijo se iba”, confesó.
Sin embargo, Berenice fue la primera que no se dio por vencida y comenzó a llevar a su hijo con diferentes especialistas. Relató que por fortuna fue detectado a tiempo todo y por ello el tratamiento, aunque fue largo, fue efectivo.
Tres años fueron los que Jafet tuvo el padecimiento. En ese periodo recibió 120 quimioterapias; el 12 de abril pasado fue la última. No fue un proceso fácil, pero al final todo rindió frutos: en su último aspirado de médula salió en cero, por lo tanto, ahora está en vigilancia, pues todo indica que venció al cáncer que padeció.
Pese a esa larga, dura y hasta dolorosa batalla, Jafet nunca se rindió. Siguió su vida normal y se graduó del preescolar, ingresó a la primaria Niños Héroes, de su nata Acámbaro, y ahí actualmente cursa el segundo grado. Pero había algo que le faltaba a Jafet por cumplir: ser soldado por al menos un día, pero ya lo logró.
Y es que gracias a que escribió una carta a la fundación celayense “Viviendo mi gran sueño”, dirigida por la doctora Francisca Rentería, Jafet fue elegido para ser parte del programa que la Secretaría de la Defensa Nacional lleva a cabo en varias partes del país de nombrar a niñas y niños con historias de vida sobresalientes como Soldados Honorarios.
“Me gustan mucho los soldados, ya me había subido a unas camionetas y me había tomado fotos, pero nunca me había subido a un tanque”, dijo el pequeño Jafet, quien incluso manipuló el vehículo, fijó la mira en un objetivo y simuló realizar un disparo.
Además, también realizó un recorrido a bordo de un tanque militar y convivió con mandos del Ejército Mexicano.
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“De grande quiero ser militar”, dijo convencido Jafet, quien dijo que esa es su próxima meta y que no descansará hasta poderla lograr.