/ lunes 6 de agosto de 2018

Lo de Juárez, entre industria y huachicol

IRAPUATO, Gto.- Lo de Juárez es una comunidad de Irapuato que está asentada en medio de un territorio que se ha caracterizado por tener dos de las actividades que han posicionado a Guanajuato a nivel nacional: por un lado tiene a no más de un kilómetro a uno de los complejos industriales más importantes del país, Castro del Río, y donde se han asentado empresas internacionales como Ford; por el otro, tiene una de las líneas de ductos más importantes de Petróleos Mexicanos y que ha sido de las que más tomas clandestinas y explosiones ha presentado en los últimos cinco años.

En Lo de Juárez, el robo de combustible se ha convertido en una práctica común, pues incluso habitantes como don José Juárez, quien tiene más de 70 años de vivir en esa comunidad, aseguran que en esa comunidad hay que ser sordo y ciego para evitar meterse en problemas con los huachicoleros.

“Aquí hay mucho robo de combustible, pero uno no puede abrir la boca, justo aquí es de donde sacan, se ven muchos puntos y lados y uno tiene que ser ciego y mudo. Uno no puede hacer nada, tiene que callarse, estar ciego y mudo, porque lo amenazan”, dice el hombre de hablar cansino.

De acuerdo con un recuento realizado por Organización Editorial Mexicana, en los últimos cinco años, en Lo de Juárez han ocurrido nueve explosiones de ductos, donde la más grande de ésta ocurrió la mañana del 12 de diciembre de 2017, cuando incluso parte de la comunidad tuvo que ser evacuada, las clases de los niños de la primaria y el jardín de niños que hay en esa zona tuvieron que ser suspendidas y donde tuvieron que pasar seis horas para controlar la conflagración que podía verse desde la zona urbana irapuatense, es decir, desde unos 10 kilómetros de distancia.

Jóvenes, presa fácil del huachicoleo

Martín Rodríguez es otro de los habitantes viejos de Lo de Juárez. El hombre que se dedica a criar ganado para venderlo y sacar algo para llevar dinero a su casa, relató que a los jóvenes les ofrecen entre 500 y 600 pesos por cargar los contenedores de gasolina que son llenados de los ductos que pasan por la comunidad.

“Un camarada que estaba trabajando aquí en su casa me dijo que fuéramos, que estaban dando dinero por cargar huachicol y le dije: 'yo prefiero ganarme 200 diarios a meterme en problemas'. Él me decía que daban chance de agarrar y que además pagaban hasta 500 ó 600 pesos, a cambio de que le ayudara a cargar, pero nunca quise.

“(...) A las personas las convencen muy fácil para meterse en eso, la mera verdad a los chavos es más fácil convencerlos, porque quieren puro dinero fácil, apenas les enseñan un billete y les dicen que los ayuden a cargar las garrafas a la troca y rápido lo hacen”, contó el hombre.

Entre el olor a miedo y gasolina

En Lo de Juárez se respira un ambiente de miedo. Hombres armados a bordo de camioneta pasan una y otra vez por la comunidad. Pero en Lo de Juárez también huele a gasolina cuando los ductos son ordeñados.

Juana López es una mujer que vive en la entrada de la comunidad y cuando han ocurrido los robos de combustible, lo primero que a ella la despierta es el penetrante olor a gasolina que hay en el ambiente.

Don José López ha visto en más de una ocasión cómo de entre la tierra brota el combustible, una imagen que le recuerda a su infancia cuando de la tierra lo que brotaba era agua cristalina.

“Una vez fui a un cerro y que veo el chorreadero de combustible y que mejor agarro y me retiro para otro lado. Por aquí por la escuela también pasan ductos y es muy peligroso”.

Como don José, hay muchos campesinos que se dan vueltas a sus terrenos y no porque tengan siembra en ellos, sino para cuidarlos, pues en cualquier momento les hacen agujeros en sus tierras para robar el hidrocarburo.

“Hay campesinos que andan muy al pendiente de sus tierras, porque si se descuidan ya les andan abriendo la tierra para robarse la gasolina.

“Y es que si se abre la tierra, se escurre la gasolina y se envenenan las tierras. Yo pienso que eso deberían de hacer todos los campesinos y dueños de las tierras, cuidarlas, pero la verdad es que mucha gente está atemorizada”.

Zona de explosiones

Lo de Juárez está ubicada dentro del triángulo del huachicol guanajuatense, donde hay comunidades como Serrano, Santa Bárbara, San Antonio Texas, Ex Hacienda de Márquez y La Calera, donde también hay robo de combustible, pero en Lo de Juárez las explosiones de ductos son más constantes.

La explosiones de ductos ocurren lo mismo en la mañana que en la tarde o la noche. Eso habla de que los huachicoleros no tienen un horario para perpetrar el robo de combustible.

Por explosiones han muerto cuatro huachicoleros en Lo de Juárez desde 2014 a la fecha. Ha muerto también dos personas ahogadas en pozos que hicieron para robar combustible, como aquel 11 de enero de 2015, cuando murieron Roberto, a quien conocía como el “Pelón”, y Oscar, alias el “Chimpa”, cuando uno de ellos cayó al pozo de donde estaban extrayendo garrafas de gasolina para seguir consumiendo bebidas alcohólicas y al ver que esto sucedía, su compañero se metió a rescatarlo y también murió ahogado.

Don Martín Rodríguez asegura que él ha visto cómo personal de Petróleos Mexicanos ha visto en flagrancia a los que ordeñan los ductos, pero sólo les destruyen las garrafas y los dejan ir.

“Por eso uno ni se mete y si ve, mejor no hace nada, porque al final ni les hacen nada. Vemos cómo se han llevado a muchos a la cárcel y luego esos mismos regresan otra vez a robar combustible y a robar a la gente de la comunidad. Mejor uno si ve, ni se mete, ¿para qué quiere uno problemas? Es mejor no agarrar, pero tampoco meterse en eso porque es como todos los delitos: una vez que entras, ya es difícil salir”.

Por eso, muchos de los habitantes de Lo de Juárez no se han dejado seducir por el dinero fácil que representa el huachicoleo y en vez de eso prefieren irse a las industrias que tienen a un kilómetro de distancia. Como Ramiro Serna, un joven de 27 años, quien trabaja en Ford Getrag y quien gana 200 pesos diarios.

“Prefiero ese dinero seguro, pero mío, que a que me vayan a hacer algo a mí o a mi familia. Es tentador ganar 500 pesos diarios, pero es más bonito regresar y abrazar con toda la tranquilidad a mi familia, pues por eso me regresé de Estados Unidos, para estar con ellos y cada quien es libre de meterse en lo que quiera, pero a mí eso no me atrae”.



IRAPUATO, Gto.- Lo de Juárez es una comunidad de Irapuato que está asentada en medio de un territorio que se ha caracterizado por tener dos de las actividades que han posicionado a Guanajuato a nivel nacional: por un lado tiene a no más de un kilómetro a uno de los complejos industriales más importantes del país, Castro del Río, y donde se han asentado empresas internacionales como Ford; por el otro, tiene una de las líneas de ductos más importantes de Petróleos Mexicanos y que ha sido de las que más tomas clandestinas y explosiones ha presentado en los últimos cinco años.

En Lo de Juárez, el robo de combustible se ha convertido en una práctica común, pues incluso habitantes como don José Juárez, quien tiene más de 70 años de vivir en esa comunidad, aseguran que en esa comunidad hay que ser sordo y ciego para evitar meterse en problemas con los huachicoleros.

“Aquí hay mucho robo de combustible, pero uno no puede abrir la boca, justo aquí es de donde sacan, se ven muchos puntos y lados y uno tiene que ser ciego y mudo. Uno no puede hacer nada, tiene que callarse, estar ciego y mudo, porque lo amenazan”, dice el hombre de hablar cansino.

De acuerdo con un recuento realizado por Organización Editorial Mexicana, en los últimos cinco años, en Lo de Juárez han ocurrido nueve explosiones de ductos, donde la más grande de ésta ocurrió la mañana del 12 de diciembre de 2017, cuando incluso parte de la comunidad tuvo que ser evacuada, las clases de los niños de la primaria y el jardín de niños que hay en esa zona tuvieron que ser suspendidas y donde tuvieron que pasar seis horas para controlar la conflagración que podía verse desde la zona urbana irapuatense, es decir, desde unos 10 kilómetros de distancia.

Jóvenes, presa fácil del huachicoleo

Martín Rodríguez es otro de los habitantes viejos de Lo de Juárez. El hombre que se dedica a criar ganado para venderlo y sacar algo para llevar dinero a su casa, relató que a los jóvenes les ofrecen entre 500 y 600 pesos por cargar los contenedores de gasolina que son llenados de los ductos que pasan por la comunidad.

“Un camarada que estaba trabajando aquí en su casa me dijo que fuéramos, que estaban dando dinero por cargar huachicol y le dije: 'yo prefiero ganarme 200 diarios a meterme en problemas'. Él me decía que daban chance de agarrar y que además pagaban hasta 500 ó 600 pesos, a cambio de que le ayudara a cargar, pero nunca quise.

“(...) A las personas las convencen muy fácil para meterse en eso, la mera verdad a los chavos es más fácil convencerlos, porque quieren puro dinero fácil, apenas les enseñan un billete y les dicen que los ayuden a cargar las garrafas a la troca y rápido lo hacen”, contó el hombre.

Entre el olor a miedo y gasolina

En Lo de Juárez se respira un ambiente de miedo. Hombres armados a bordo de camioneta pasan una y otra vez por la comunidad. Pero en Lo de Juárez también huele a gasolina cuando los ductos son ordeñados.

Juana López es una mujer que vive en la entrada de la comunidad y cuando han ocurrido los robos de combustible, lo primero que a ella la despierta es el penetrante olor a gasolina que hay en el ambiente.

Don José López ha visto en más de una ocasión cómo de entre la tierra brota el combustible, una imagen que le recuerda a su infancia cuando de la tierra lo que brotaba era agua cristalina.

“Una vez fui a un cerro y que veo el chorreadero de combustible y que mejor agarro y me retiro para otro lado. Por aquí por la escuela también pasan ductos y es muy peligroso”.

Como don José, hay muchos campesinos que se dan vueltas a sus terrenos y no porque tengan siembra en ellos, sino para cuidarlos, pues en cualquier momento les hacen agujeros en sus tierras para robar el hidrocarburo.

“Hay campesinos que andan muy al pendiente de sus tierras, porque si se descuidan ya les andan abriendo la tierra para robarse la gasolina.

“Y es que si se abre la tierra, se escurre la gasolina y se envenenan las tierras. Yo pienso que eso deberían de hacer todos los campesinos y dueños de las tierras, cuidarlas, pero la verdad es que mucha gente está atemorizada”.

Zona de explosiones

Lo de Juárez está ubicada dentro del triángulo del huachicol guanajuatense, donde hay comunidades como Serrano, Santa Bárbara, San Antonio Texas, Ex Hacienda de Márquez y La Calera, donde también hay robo de combustible, pero en Lo de Juárez las explosiones de ductos son más constantes.

La explosiones de ductos ocurren lo mismo en la mañana que en la tarde o la noche. Eso habla de que los huachicoleros no tienen un horario para perpetrar el robo de combustible.

Por explosiones han muerto cuatro huachicoleros en Lo de Juárez desde 2014 a la fecha. Ha muerto también dos personas ahogadas en pozos que hicieron para robar combustible, como aquel 11 de enero de 2015, cuando murieron Roberto, a quien conocía como el “Pelón”, y Oscar, alias el “Chimpa”, cuando uno de ellos cayó al pozo de donde estaban extrayendo garrafas de gasolina para seguir consumiendo bebidas alcohólicas y al ver que esto sucedía, su compañero se metió a rescatarlo y también murió ahogado.

Don Martín Rodríguez asegura que él ha visto cómo personal de Petróleos Mexicanos ha visto en flagrancia a los que ordeñan los ductos, pero sólo les destruyen las garrafas y los dejan ir.

“Por eso uno ni se mete y si ve, mejor no hace nada, porque al final ni les hacen nada. Vemos cómo se han llevado a muchos a la cárcel y luego esos mismos regresan otra vez a robar combustible y a robar a la gente de la comunidad. Mejor uno si ve, ni se mete, ¿para qué quiere uno problemas? Es mejor no agarrar, pero tampoco meterse en eso porque es como todos los delitos: una vez que entras, ya es difícil salir”.

Por eso, muchos de los habitantes de Lo de Juárez no se han dejado seducir por el dinero fácil que representa el huachicoleo y en vez de eso prefieren irse a las industrias que tienen a un kilómetro de distancia. Como Ramiro Serna, un joven de 27 años, quien trabaja en Ford Getrag y quien gana 200 pesos diarios.

“Prefiero ese dinero seguro, pero mío, que a que me vayan a hacer algo a mí o a mi familia. Es tentador ganar 500 pesos diarios, pero es más bonito regresar y abrazar con toda la tranquilidad a mi familia, pues por eso me regresé de Estados Unidos, para estar con ellos y cada quien es libre de meterse en lo que quiera, pero a mí eso no me atrae”.



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