Ser madre no es una tarea fácil, pero ser una madre migrante, que viaja con sus hijos es dos, tres o hasta diez veces más complejo por todo los riesgos, problemas y complejidades que ello implica.
Melangeli Mendoza y su pequeño, Arlington, de seis años, son originarios de Venezuela y llevan viajando poco más de un mes, pero, en su caso, aseguró que gracias al estar rodeada de tanta gente que la cuida y apoya, el viaje no ha sido tan complicado como se esperaría.
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“Cuando uno viaja con un hijo es difícil, por lo menos la travesía de la selva, pero me siento acompañada y respaldada por todos quienes nos acompañan a mi hijo y a mí, en todos los lugares a los que hemos llegado, hemos tenido la suerte de encontrarnos con gente muy buena que no duda en ayudarnos”.
Melangeli aprovechó para animar a las mamás migrantes, para decirles que ellas pueden salir adelante, a pesar de las trabas y lo complejo que pueda verse, nunca perder de vista su objetivo, buscar más oportunidades para ellas y sus hijas e hijos.
“La verdad es que hay días en que no dormimos por estar al pendiente de los hijos, a veces mi hermana me ayuda bastante en cuidarlo, nos turnamos para cuidarnos entre nosotros, es difícil, pero sí se puede, hay que esforzarnos por salir adelante principalmente por nuestros hijos y por nosotras”.
Por su parte, Soledad Casarín, una mujer de 68 años, originaria de Ecuador, ha viajado desde hace meses junto con su nieto Dominic y aseguró que a pesar de su edad, su travesía no ha sido tan compleja, ya que todas las personas con las que viajó desde el inicio, se esforzaron por cuidarla a ella y a su nieto, algo que agradeció profundamente, debido a que ella ya había escuchado lo complicado que era el migrar.
“La verdad es que tuve una experiencia maravillosa, todos me adoptaron como su abuela, me cuidaron a mí y a mi nieto en todo momento, salimos completamente ilesos de todo el viaje hasta ahora”.
Externó sus buenos deseos para todas las madres que diariamente atraviesan las fronteras en busca de una vida mejor para ellas y sus hijos, esperando que tengan la misma suerte que ella.
“Deseo que todas las mamás que tomaron la difícil decisión de irse de sus hogares junto con sus niños puedan llegar con bien, como lo hicimos nosotros, que se encuentren con ángeles de gran corazón que les ayuden a seguir con su viaje y que no sufran, porque sé que las mujeres corremos más peligros y los nenes ni se diga”.
Ginesca Ramos, una madre soltera quien inició su viaje junto con otra mujer, contó que al llegar al municipio de Irapuato se quedó sola con su pequeña Valentina, de cuatro años, pero gracias a la buena voluntad de quienes integran la asociación Amigos del Tren, recibió asilo y asistencia para su hija, quien cuenta con estrabismo y sospechan, cuenta con una enfermedad mental.
“No sé si ella tiene una condición especial, ahora mismo estamos con eso, ahora que tengo el apoyo de Amigos del Tren este ellos van a ver todo eso en la bebé, porque no sabemos si tiene Síndrome de Down, estamos esperando que lleguen los del DIF para que nos ayuden a tener un diagnóstico”.
Compartió que, en lo personal, ya no quiere viajar en el tren, por miedo a que le suceda algo a Valentina, es por esto que si tiene oportunidad de seguir en México, lo hará, siempre y cuando los resultados sean siempre positivos para su hija.
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“Así que, esperando en Dios a ver qué pasa si me detiene a quedarme aquí en México me quedo, la verdad que no tengo cómo agradecerle a los Amigos del Tren que me han ayudado mucho y bueno, seguiré servir bien sirviéndoles a ellos y al Señor pues primero que todo muy bien”.