/ viernes 12 de enero de 2024

René Victores, profesor cubano que comparte su conocimiento con jóvenes irapuatenses

Fue maestro en su país de origen durante 25 años y en México 26 años

René Victores González, un hombre de 71 años que nació en la ciudad de Artemisa, Cuba, llegó a sus 45 años a México, en donde pudo continuar su profesión de docente, al impartir materias de química y biología; actualmente se encuentra laborando en el Instituto Irapuato y compartió su proceso de cambio y como la cultura mexicana lo atrapó.

Te recomendamos: Guadalupe Vargas, uno de los peluqueros con más experiencia en Irapuato

En entrevista, narró que su experiencia como docente va más de los cincuenta años. Fue maestro en su país de origen durante 25 años y en México 26 años, saliendo a sus 45 años por la situación tan crítica que atravesaba Cuba.

Para René, la docencia es una profesión hermosa pero complicada.

Tengo 51 años de experiencia en la docencia, comenzando en Cuba, donde duré alrededor de 25 años ejerciendo y el resto en México; mi salida fue totalmente coyuntural, pues salí a los 45 años, debido a la situación tanto política como económica en la que estaba atravesando; un amigo que ya no está fue quien buscó durante toda su vida opciones para salirnos de ahí y también tuvo que ver el que conocí a una mexicana”.

Explicó que, a pesar de conocer la cultura mexicana, se impresionó de todos modos al llegar, al observar las edificaciones y la diversidad con la que se conforma.

Yo ya conocía la cultura mexicana, pero al llegar aquí lo primero que me impactó de México fue su infraestructura y después la diversidad; cuando me encontraba en Cuba, escuchaba sobre los Estados Unidos Mexicanos y pensaba que era una onda como la de Estados Unidos, pero cuando llegué a aquí y conocí Puebla, después Tlaxcala, Veracruz, Chiapas y después al centro, me di cuenta de que en cada estado cuentan con su propia cultura, que con los mismos ingredientes elaboran productos completamente diferentes, hasta el físico es distinto”.

Contó que al irse de su país tuvo que hacerlo solo, pero en cuanto tuvo una estabilidad económica pudo traer de uno en uno a sus hijos, quienes tiempo después decidieron irse a vivir a Estados Unidos.

Mencionó que la razón por la que es profesor es porque ama compartir su conocimiento con las demás personas.

Me salí de Cuba solo, dejando ahí a mis dos hijos, a los dos años y medio de que me fui pude traer a uno a México y después de dos años traje al segundo, quienes por un tiempo vivieron en el país para luego mudarse a los Estados Unidos donde la mayor parte de su familia de parte de su madre viven y yo voy y vengo a visitarlos”.

Comentó que el proceso para obtener la nacionalidad mexicana fue realmente complicado, siendo ocho años en los que tuvo que insistir demasiado para lograr quedarse en el país.

Me naturalicé como mexicano desde el 2008, fue un proceso muy complicado ya que existían muchas trabas en aquel tiempo, ya que cuando yo llegué aquí solo existíamos tres o cuatro personas extranjeras y actualmente existen 16 nacionalidades, las regulaciones eran brutales casi como una persecución, los trámites eran muy lentos y el que logra sobrevivir al Instituto Nacional de Migración puede vivir cualquier cosa, porque es muy complicado, fueron ocho años de puros trámites”.

Y nace el amor por compartir conocimientos

René Victores González declaró que su amor por la enseñanza inició gracias a un profesor, quien le enseñó muchas cosas de las que sabe actualmente, tanto que fue como un segundo padre para él.

Yo tuve la dicha de tener un profesor en la secundaria básica, al que creo que fue mi segundo padre, porque mucho de lo que soy desde el punto de vista de los gustos y de la música se los debo a él; al terminar de estudiar la Licenciatura de Pedagogía, tuve la fortuna de trabajar con él como compañeros durante 15 años, quien fue mi mentor y lamentablemente murió a los 49 años y hasta la fecha me duele recordarlo”.
Señaló que al llegar a Irapuato a pedir trabajo se le dio la oportunidad de impartir la clase de química, que, a pesar de no ser su especialidad, gracias a la educación que recibió en Cuba tuvo las bases y la disposición para dar dicha asignatura.

Soy licenciado en Educación con especialidad en Biología, empecé con la Biología, pero al llegar a ser docente en el Instituto Irapuato me plantearon que por el momento no se requerían profesores de Biología sino de Química, gracias a que mi formación en Cuba fue muy sólida, sin antes haber impartido clases de dicha materia lo logré y a los seis meses fui el profesor mejor evaluado. También fui director de la preparatoria, pero tuve que moverme a temas más pedagógicas debido a mi formación; cuando alguien llega a un país y llegas como inmigrante, tienes que tener un espíritu sin miedo y el saber a enfrentarte a lo que sea”.

Afirmó que la razón por la cual es maestro es por el gusto de compartir sus conocimientos además de que, el trabajar como monitor en su secundaria abonó a su gusto por la profesión, ya que se dedicaba a impartir las clases que él había recibido a sus demás compañeros.

Soy maestro porque no soy egoísta, un maestro tiene que compartir y desde que abrí los ojos me gusta compartir; cuando estaba cursando el primer año de secundaria se estaba atravesando una escasez de maestros en la ciudad en la que estaba, fue cuando me pidieron que fuese un monitor, dar la clase que había recibido por la mañana a otros alumnos; el ser monitor es observar y guiar el aprendizaje de mis compañeros, fue desde ahí que supe que quería ser docente”.

Mencionó que al tener tantos años siendo profesor han habido muchas cosas, situaciones y experiencias que se le quedaron grabadas, como el vivir la pérdida de una alumna por cáncer y el enterarse que fue su sostén en muchas ocasiones.

He tenido muchas experiencias las que me han marcado, durante los 15 años en los que trabajé en las escuelas en el campo de Cuba, donde había 500 alumnos en una edificación donde se comía, se dormía, estudiaba y trabajaba durante una semana completa sin salir, los muchachos se encontraban lejos de sus familias y tuve que fungir muchas veces como padre, como consejero, cura, de todo un poco, pero hubo una en la que sigo recordando, sobre una alumna que tuve, la cual murió de cáncer a la edad de 15 años, cuando asistí al velorio su madre se me tiró al cuello y me dijo ‘uno de los días más felices que tuvo mi hija fue con usted, cuando la llevó a la Habana a ver el planetario y al cine”.

Aseguró que su profesión ha sido difícil y que actualmente no se le tiene un respeto social como en años pasados y que esto puede arreglarse al enfocarse en el verdadero trabajo de las y los maestros.

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“El trabajo de los maestros es muy duro y poco reconocido, últimamente el maestro es el que tiene la culpa de todo pero el docente es solo una parte de la educación pero hay elementos sociales y familiares que influyen, los y las alumnas tienen todos los derechos pero nada de deberes, hay que revalorizar el trabajo del maestro y con esto recuperar el respeto social”.

René Victores González, un hombre de 71 años que nació en la ciudad de Artemisa, Cuba, llegó a sus 45 años a México, en donde pudo continuar su profesión de docente, al impartir materias de química y biología; actualmente se encuentra laborando en el Instituto Irapuato y compartió su proceso de cambio y como la cultura mexicana lo atrapó.

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En entrevista, narró que su experiencia como docente va más de los cincuenta años. Fue maestro en su país de origen durante 25 años y en México 26 años, saliendo a sus 45 años por la situación tan crítica que atravesaba Cuba.

Para René, la docencia es una profesión hermosa pero complicada.

Tengo 51 años de experiencia en la docencia, comenzando en Cuba, donde duré alrededor de 25 años ejerciendo y el resto en México; mi salida fue totalmente coyuntural, pues salí a los 45 años, debido a la situación tanto política como económica en la que estaba atravesando; un amigo que ya no está fue quien buscó durante toda su vida opciones para salirnos de ahí y también tuvo que ver el que conocí a una mexicana”.

Explicó que, a pesar de conocer la cultura mexicana, se impresionó de todos modos al llegar, al observar las edificaciones y la diversidad con la que se conforma.

Yo ya conocía la cultura mexicana, pero al llegar aquí lo primero que me impactó de México fue su infraestructura y después la diversidad; cuando me encontraba en Cuba, escuchaba sobre los Estados Unidos Mexicanos y pensaba que era una onda como la de Estados Unidos, pero cuando llegué a aquí y conocí Puebla, después Tlaxcala, Veracruz, Chiapas y después al centro, me di cuenta de que en cada estado cuentan con su propia cultura, que con los mismos ingredientes elaboran productos completamente diferentes, hasta el físico es distinto”.

Contó que al irse de su país tuvo que hacerlo solo, pero en cuanto tuvo una estabilidad económica pudo traer de uno en uno a sus hijos, quienes tiempo después decidieron irse a vivir a Estados Unidos.

Mencionó que la razón por la que es profesor es porque ama compartir su conocimiento con las demás personas.

Me salí de Cuba solo, dejando ahí a mis dos hijos, a los dos años y medio de que me fui pude traer a uno a México y después de dos años traje al segundo, quienes por un tiempo vivieron en el país para luego mudarse a los Estados Unidos donde la mayor parte de su familia de parte de su madre viven y yo voy y vengo a visitarlos”.

Comentó que el proceso para obtener la nacionalidad mexicana fue realmente complicado, siendo ocho años en los que tuvo que insistir demasiado para lograr quedarse en el país.

Me naturalicé como mexicano desde el 2008, fue un proceso muy complicado ya que existían muchas trabas en aquel tiempo, ya que cuando yo llegué aquí solo existíamos tres o cuatro personas extranjeras y actualmente existen 16 nacionalidades, las regulaciones eran brutales casi como una persecución, los trámites eran muy lentos y el que logra sobrevivir al Instituto Nacional de Migración puede vivir cualquier cosa, porque es muy complicado, fueron ocho años de puros trámites”.

Y nace el amor por compartir conocimientos

René Victores González declaró que su amor por la enseñanza inició gracias a un profesor, quien le enseñó muchas cosas de las que sabe actualmente, tanto que fue como un segundo padre para él.

Yo tuve la dicha de tener un profesor en la secundaria básica, al que creo que fue mi segundo padre, porque mucho de lo que soy desde el punto de vista de los gustos y de la música se los debo a él; al terminar de estudiar la Licenciatura de Pedagogía, tuve la fortuna de trabajar con él como compañeros durante 15 años, quien fue mi mentor y lamentablemente murió a los 49 años y hasta la fecha me duele recordarlo”.
Señaló que al llegar a Irapuato a pedir trabajo se le dio la oportunidad de impartir la clase de química, que, a pesar de no ser su especialidad, gracias a la educación que recibió en Cuba tuvo las bases y la disposición para dar dicha asignatura.

Soy licenciado en Educación con especialidad en Biología, empecé con la Biología, pero al llegar a ser docente en el Instituto Irapuato me plantearon que por el momento no se requerían profesores de Biología sino de Química, gracias a que mi formación en Cuba fue muy sólida, sin antes haber impartido clases de dicha materia lo logré y a los seis meses fui el profesor mejor evaluado. También fui director de la preparatoria, pero tuve que moverme a temas más pedagógicas debido a mi formación; cuando alguien llega a un país y llegas como inmigrante, tienes que tener un espíritu sin miedo y el saber a enfrentarte a lo que sea”.

Afirmó que la razón por la cual es maestro es por el gusto de compartir sus conocimientos además de que, el trabajar como monitor en su secundaria abonó a su gusto por la profesión, ya que se dedicaba a impartir las clases que él había recibido a sus demás compañeros.

Soy maestro porque no soy egoísta, un maestro tiene que compartir y desde que abrí los ojos me gusta compartir; cuando estaba cursando el primer año de secundaria se estaba atravesando una escasez de maestros en la ciudad en la que estaba, fue cuando me pidieron que fuese un monitor, dar la clase que había recibido por la mañana a otros alumnos; el ser monitor es observar y guiar el aprendizaje de mis compañeros, fue desde ahí que supe que quería ser docente”.

Mencionó que al tener tantos años siendo profesor han habido muchas cosas, situaciones y experiencias que se le quedaron grabadas, como el vivir la pérdida de una alumna por cáncer y el enterarse que fue su sostén en muchas ocasiones.

He tenido muchas experiencias las que me han marcado, durante los 15 años en los que trabajé en las escuelas en el campo de Cuba, donde había 500 alumnos en una edificación donde se comía, se dormía, estudiaba y trabajaba durante una semana completa sin salir, los muchachos se encontraban lejos de sus familias y tuve que fungir muchas veces como padre, como consejero, cura, de todo un poco, pero hubo una en la que sigo recordando, sobre una alumna que tuve, la cual murió de cáncer a la edad de 15 años, cuando asistí al velorio su madre se me tiró al cuello y me dijo ‘uno de los días más felices que tuvo mi hija fue con usted, cuando la llevó a la Habana a ver el planetario y al cine”.

Aseguró que su profesión ha sido difícil y que actualmente no se le tiene un respeto social como en años pasados y que esto puede arreglarse al enfocarse en el verdadero trabajo de las y los maestros.

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“El trabajo de los maestros es muy duro y poco reconocido, últimamente el maestro es el que tiene la culpa de todo pero el docente es solo una parte de la educación pero hay elementos sociales y familiares que influyen, los y las alumnas tienen todos los derechos pero nada de deberes, hay que revalorizar el trabajo del maestro y con esto recuperar el respeto social”.

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