/ domingo 7 de abril de 2024

El México del norte y el del sur, hacia el dos de junio

Nuestro país es enorme y muy diverso. Con retos graves antes y hoy. Hay múltiples realidades llamadas México, que no se pueden abarcar en verbalizaciones simples.

Nuestras raíces en el continente y las que entroncan con Europa y África son muy añosas, de inmensas riquezas étnicas, geográficas o culturales. En generaciones nos modelamos plurales, por cómo nos llamamos, qué comemos o cantamos, si profesamos religión o no. En la mundialización, hay mexicanos por todo el globo terráqueo, con doble nacionalidad. El sentido de pertenencia a México es de distintas intensidades. Hay quienes reniegan de esa pertenencia. Me enseñaron, por encima de todas, que está el sentido de pertenencia al género humano, al compartir igual dignidad. Lo demás es muy relativo.

En esta relatividad, menciono percepciones de colores, olores y sabores de México. En el siglo pasado, las abuelas decían: “en el norte, el asado. En el sur, el guisado”. Constaté entonces en Sonora, Chihuahua o Monterrey, disfrutaban carne asada, cabrito o machaca, tortillas de harina. Y si iba a Puebla, Oaxaca o Mérida guisados con aves, cerdo, res o pescado, mucho más variados, más especias; tortillas de maíz. Explicables en buena medida por las cocinas prehispánicas, molcajete y metate incluidos. En estas ciudades hubo conventos de monjas que albergaron solteronas con todo y sus cocineras, muchas indígenas. Recintos monjiles que, en el norte, en la Colonia, no hubo. Sin duda, lo más apreciado de nuestra cocina, en el mundo, es la sureña, con nuevas mixturas. Cocinas distintas, de pescados y mariscos, en las costas; en siglos pasados, solo en Cuaresma se degustaban en el centro del país. O la china, en ruta de chinos del sur al norte del Pacífico, épocas atrás. No me detendré ahora en el olor a pólvora percibido más intenso en el centro y norte, por las fuerzas independentistas en 1810 o las revolucionarias en 1910, o la guerra cristera después.

En industrialización hay contrastes. La vecindad con Estados Unidos, en la Segunda Guerra Mundial, generó demanda de bienes que la economía de guerra les requirió. Luego se redujo esa demanda y el gobierno de México, proteccionista, cerró fronteras. Hubo empresarios norteños -regiomontanos más- que leyeron señales, invirtieron en capacitación y educación para nuevas áreas de oportunidad y dieron valor agregado a la producción nacional. En 1992, con el Tratado de Libre Comercio con Canadá y Estados Unidos, producción e intercambio se multiplicaron. Aparte de entidades norteñas, Jalisco, Guanajuato, Querétaro y Aguascalientes vieron oportunidades. La Ciudad de México -antes Tenochtitlan- desde los aztecas ha tenido rol relevante. El sur no logra industrializarse suficiente, excepto Puebla, Mérida y algunas localidades más.

En procesos electorales ha habido comportamientos ciudadanos diferenciados. La alternancia democrática en el poder, del 2000, y siguientes procesos, las registra. En las últimas tres elecciones presidenciales ha votado más del 63% de los ciudadanos inscritos en el INE. Es en el sur, mayor participación: desde Ciudad de México, Tabasco, Yucatán, Campeche, Colima, Querétaro, Puebla, Morelos, Guerrero, Oaxaca, Veracruz y Tlaxcala. Menor en estados del norte: Baja California, Baja California Sur, Chihuahua o Sonora.

Los pronósticos prevén que, de votar un porcentaje igual o superior al 65 % en el norte, obtendrá Xóchitl Gálvez más votación (de Sonora a Tamaulipas -excepción en las Baja Californias, Sinaloa, Nayarit, San Luis Potosí-), y en el centro y Yucatán. En el sur (de Veracruz, Morelos, Estado de México, hasta Chiapas) votarán mayoritariamente por Morena. Los pronósticos no son leyes fatales, infalibles. El resultado final derivará de lo que se le pegue la gana a cada quién. El género humano se distingue por su libertad. Una participación en centro-norte del país arriba del 65% garantiza futuro de la democracia.

La amenazan dos injerencias: crimen organizado y López Obrador.

Hoy domingo siete, primer debate. En familia y con amigos, analicemos, deliberemos proyectos. Y sin odio ni violencias, lleguemos todos juntos a cita del dos de junio.


Analista político

  • @jalcants

Nuestro país es enorme y muy diverso. Con retos graves antes y hoy. Hay múltiples realidades llamadas México, que no se pueden abarcar en verbalizaciones simples.

Nuestras raíces en el continente y las que entroncan con Europa y África son muy añosas, de inmensas riquezas étnicas, geográficas o culturales. En generaciones nos modelamos plurales, por cómo nos llamamos, qué comemos o cantamos, si profesamos religión o no. En la mundialización, hay mexicanos por todo el globo terráqueo, con doble nacionalidad. El sentido de pertenencia a México es de distintas intensidades. Hay quienes reniegan de esa pertenencia. Me enseñaron, por encima de todas, que está el sentido de pertenencia al género humano, al compartir igual dignidad. Lo demás es muy relativo.

En esta relatividad, menciono percepciones de colores, olores y sabores de México. En el siglo pasado, las abuelas decían: “en el norte, el asado. En el sur, el guisado”. Constaté entonces en Sonora, Chihuahua o Monterrey, disfrutaban carne asada, cabrito o machaca, tortillas de harina. Y si iba a Puebla, Oaxaca o Mérida guisados con aves, cerdo, res o pescado, mucho más variados, más especias; tortillas de maíz. Explicables en buena medida por las cocinas prehispánicas, molcajete y metate incluidos. En estas ciudades hubo conventos de monjas que albergaron solteronas con todo y sus cocineras, muchas indígenas. Recintos monjiles que, en el norte, en la Colonia, no hubo. Sin duda, lo más apreciado de nuestra cocina, en el mundo, es la sureña, con nuevas mixturas. Cocinas distintas, de pescados y mariscos, en las costas; en siglos pasados, solo en Cuaresma se degustaban en el centro del país. O la china, en ruta de chinos del sur al norte del Pacífico, épocas atrás. No me detendré ahora en el olor a pólvora percibido más intenso en el centro y norte, por las fuerzas independentistas en 1810 o las revolucionarias en 1910, o la guerra cristera después.

En industrialización hay contrastes. La vecindad con Estados Unidos, en la Segunda Guerra Mundial, generó demanda de bienes que la economía de guerra les requirió. Luego se redujo esa demanda y el gobierno de México, proteccionista, cerró fronteras. Hubo empresarios norteños -regiomontanos más- que leyeron señales, invirtieron en capacitación y educación para nuevas áreas de oportunidad y dieron valor agregado a la producción nacional. En 1992, con el Tratado de Libre Comercio con Canadá y Estados Unidos, producción e intercambio se multiplicaron. Aparte de entidades norteñas, Jalisco, Guanajuato, Querétaro y Aguascalientes vieron oportunidades. La Ciudad de México -antes Tenochtitlan- desde los aztecas ha tenido rol relevante. El sur no logra industrializarse suficiente, excepto Puebla, Mérida y algunas localidades más.

En procesos electorales ha habido comportamientos ciudadanos diferenciados. La alternancia democrática en el poder, del 2000, y siguientes procesos, las registra. En las últimas tres elecciones presidenciales ha votado más del 63% de los ciudadanos inscritos en el INE. Es en el sur, mayor participación: desde Ciudad de México, Tabasco, Yucatán, Campeche, Colima, Querétaro, Puebla, Morelos, Guerrero, Oaxaca, Veracruz y Tlaxcala. Menor en estados del norte: Baja California, Baja California Sur, Chihuahua o Sonora.

Los pronósticos prevén que, de votar un porcentaje igual o superior al 65 % en el norte, obtendrá Xóchitl Gálvez más votación (de Sonora a Tamaulipas -excepción en las Baja Californias, Sinaloa, Nayarit, San Luis Potosí-), y en el centro y Yucatán. En el sur (de Veracruz, Morelos, Estado de México, hasta Chiapas) votarán mayoritariamente por Morena. Los pronósticos no son leyes fatales, infalibles. El resultado final derivará de lo que se le pegue la gana a cada quién. El género humano se distingue por su libertad. Una participación en centro-norte del país arriba del 65% garantiza futuro de la democracia.

La amenazan dos injerencias: crimen organizado y López Obrador.

Hoy domingo siete, primer debate. En familia y con amigos, analicemos, deliberemos proyectos. Y sin odio ni violencias, lleguemos todos juntos a cita del dos de junio.


Analista político

  • @jalcants