La carrera hacia las elecciones de 2024 ha iniciado de manera intensa e inusual, (tan inusual, que ya tenemos un precandidato menos). Por eso la necesidad de reflexionar sobre el futuro de nuestro país se vuelve apremiante. Ante el registro de las precandidatas a la presidencia, es crucial centrar la discusión en las propuestas reales y las estrategias concretas que tracen un camino de progreso para México.
Como sociedad, hemos sido testigos de cómo los programas sociales, en lugar de reducir la pobreza, han creado una brecha aún más profunda entre aquellos que tienen y los que carecen de recursos. Esta estrategia, en vez de ser una solución, ha mantenido a miles como rehenes políticos, limitando sus oportunidades y perpetuando un ciclo de necesidad. La obtención de fondos a través de la deuda, para sostener estos programas, sólo agrava el problema estructural, sin ofrecer una solución a largo plazo.
Es urgente alejarse de esta estrategia cínica que busca mantener a la población en la pobreza, utilizándola como un medio para contar con votos cautivos, mientras se descuida su bienestar de manera indolente. La negativa a permitir que aquellos que viven con carencias asciendan hacia una mejor posición, revela la verdadera intención de aquellos que nos piden conformarnos con una realidad limitada. Esto es una afrenta al potencial y los derechos de cada individuo en nuestra nación.
El camino hacia el 2024 debe trazar una ruta distinta para México. La persona que asuma el liderazgo en el próximo periodo presidencial tendrá que enfrentar las secuelas de una deuda masiva y una negligencia que ha permeado cada esfera de nuestra sociedad. Es crucial considerar esta elección como una oportunidad para apartarnos del autoritarismo y abrazar una verdadera democracia participativa.
Los daños evidentes en sectores vitales como la salud, la educación, el Poder Judicial y los órganos autónomos deben ser abordados ya. La soberbia y la concentración de poder en una sola figura no son el camino que México merece seguir. La intolerancia a las críticas, el menosprecio a las opiniones disidentes y la marginación de la diversidad de pensamiento, no son los cimientos sobre los que se debe construir el futuro de nuestro país.
Ya es evidente la huella que esta administración dejará marcada en nuestra historia. La falta de autonomía en los secretarios de estado, convertidos meramente en marionetas del presidente, ha llevado a una parálisis en decisiones fundamentales. La ausencia de delegación de responsabilidades y la subestimación de la experiencia y conocimientos de expertos en cada campo ha generado innumerables deficiencias en los resultados obtenidos.
México no puede permitirse otro periodo donde la voz de la diversidad sea silenciada, donde la crítica constructiva sea ignorada y donde el progreso sea solo una ilusión lejana. El momento es ahora para romper las cadenas de la complacencia política y abrazar un cambio verdadero. Los ciudadanos demandan propuestas claras, soluciones concretas y un liderazgo que busque el bienestar común por encima de cualquier interés individual o partidista.
El 2024 representa una oportunidad crucial para recuperar el rumbo del progreso, la equidad y la dignidad para todos los mexicanos. Es hora de tomar decisiones audaces y responsables, de dejar atrás las estrategias obsoletas y buscar un futuro en el que cada voz sea escuchada y cada acción esté guiada por el bienestar colectivo. ¡No podemos seguir postergando el cambio que México tanto necesita!
Somos millones quienes creemos que México es enorme. Soy Erandi Bermúdez y les escribo desde Guanajuato, nuestro Guanajuato Ganador.
Senador de la República
@ErandiBermudez