/ viernes 29 de julio de 2022

Migración, un viaje que no siempre tiene retorno

Cuando hablé por teléfono con los padres de Adilene, joven del municipio de Victoria, Guanajuato, que decidió emigrar para mejorar la condición de vida de su familia, escuché cómo el dolor se apropiaba poco a poco de sus voces. Me narraron el día que su hija abandonó su hogar con muchas esperanzas y se encaminó a un viaje del que prometió volver pronto. El 4 de abril del 2022, Adeline intentó cruzar la frontera cerca de Ciudad Acuña, Coahuila, y desde ese día, sus padres no saben nada de ella.

La historia de Adilene es, desafortunadamente, la de muchos migrantes que salieron de sus lugares de origen con la fe de conseguir una vida mejor y que, por diferentes circunstancias, no lograron llegar a su destino. La desaparición de personas es un drama que a diario vemos en los principales noticieros y en las primeras planas de los periódicos nacionales. Tristemente, los migrantes no escapan a esta realidad. En un artículo anterior mencioné que las personas abandonan sus países por varias causas, incluyendo la falta de oportunidades, golpes de estado, catástrofes naturales, violencia … sueños. Y si a eso le sumamos que durante su movilización sufren riesgos muy graves como agresiones, extorsiones y secuestros, su traslado se convierte en una odisea.

Los datos sobre muertes, desapariciones y detenciones de migrantes en la frontera con Estados Unidos son lapidarios. Según la Secretaría de Relaciones Exteriores del Gobierno Federal, en los últimos tres años (2019-2021) han muerto 1 mil 478 mexicanos en la frontera norte, y de los cuales 308 eran menores de edad. Así mismo, se presentó un incremento del 200% en el número de detenciones, las cuales, según estimaciones del Centro de Información de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de los Estados Unidos, ascendieron en el 2021 a 1 millón 734 mil 686.

Por otro lado, no podemos ignorar lo que ocurre en México en este contexto. Los datos en nuestro país también son alarmantes. La Federación Mexicana de Organismos Públicos de Derechos Humanos (FMOPDH) estima que más de 2 mil migrantes extranjeros han desaparecido durante su trayecto hacia nuestra frontera norte. Al respecto, en semanas pasadas llegó a México una caravana de madres de migrantes centroamericanos que buscan a sus hijos extraviados. Integrantes de este grupo de mujeres han comentado en distintas entrevistas que, en más de una década de búsqueda, han encontrado a 316 hijos vivos.

Mientras la agenda bilateral entre México y Estados Unidos concerniente a la migración se limita a una llamada telefónica y una breve reunión ¨de trabajo¨ de los mandatarios, aún no se ponen de acuerdo en acciones urgentes a realizar y … el número de búsquedas aumenta día con día.

Pero ¿qué nos toca hacer como estados para ayudar a aminorar esta problemática de desaparecidos en la frontera con Estados Unidos? De entrada, por instrucción del Gobernador de Guanajuato, Diego Sinhue Rodríguez Vallejo, implementamos una Gobernanza Migratoria desde lo local, como lo impulsa la Organización Internacional para las Migraciones, OIM, y de la cual Guanajuato es referente a nivel nacional. Así mismo, seguimos las recomendaciones del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), incluyendo el atender las necesidades específicas de los familiares de los migrantes desaparecidos, asegurando sus derechos y auxiliando a que tengan acceso a todos los servicios de la Secretaría del Migrante y de otras dependencias de Gobierno del Estado.

El camino de la migración es muy largo y aún hay mucho trecho por recorrer para atender los fenómenos sociales que genera. Mientras tanto, el dolor de quienes tratan de localizar a sus migrantes desaparecidos es muy profundo, aunque su fuerza y voluntad va mucho más allá. Así como hemos hecho con los padres de Adilene, el acompañamiento en las gestiones necesarias es lo mínimo que podemos hacer para sumarnos a su búsqueda y, de comprender, aunque sea un poco, la ausencia que dejaron en sus hogares quienes todavía no regresan de la frontera norte.

Cuando hablé por teléfono con los padres de Adilene, joven del municipio de Victoria, Guanajuato, que decidió emigrar para mejorar la condición de vida de su familia, escuché cómo el dolor se apropiaba poco a poco de sus voces. Me narraron el día que su hija abandonó su hogar con muchas esperanzas y se encaminó a un viaje del que prometió volver pronto. El 4 de abril del 2022, Adeline intentó cruzar la frontera cerca de Ciudad Acuña, Coahuila, y desde ese día, sus padres no saben nada de ella.

La historia de Adilene es, desafortunadamente, la de muchos migrantes que salieron de sus lugares de origen con la fe de conseguir una vida mejor y que, por diferentes circunstancias, no lograron llegar a su destino. La desaparición de personas es un drama que a diario vemos en los principales noticieros y en las primeras planas de los periódicos nacionales. Tristemente, los migrantes no escapan a esta realidad. En un artículo anterior mencioné que las personas abandonan sus países por varias causas, incluyendo la falta de oportunidades, golpes de estado, catástrofes naturales, violencia … sueños. Y si a eso le sumamos que durante su movilización sufren riesgos muy graves como agresiones, extorsiones y secuestros, su traslado se convierte en una odisea.

Los datos sobre muertes, desapariciones y detenciones de migrantes en la frontera con Estados Unidos son lapidarios. Según la Secretaría de Relaciones Exteriores del Gobierno Federal, en los últimos tres años (2019-2021) han muerto 1 mil 478 mexicanos en la frontera norte, y de los cuales 308 eran menores de edad. Así mismo, se presentó un incremento del 200% en el número de detenciones, las cuales, según estimaciones del Centro de Información de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de los Estados Unidos, ascendieron en el 2021 a 1 millón 734 mil 686.

Por otro lado, no podemos ignorar lo que ocurre en México en este contexto. Los datos en nuestro país también son alarmantes. La Federación Mexicana de Organismos Públicos de Derechos Humanos (FMOPDH) estima que más de 2 mil migrantes extranjeros han desaparecido durante su trayecto hacia nuestra frontera norte. Al respecto, en semanas pasadas llegó a México una caravana de madres de migrantes centroamericanos que buscan a sus hijos extraviados. Integrantes de este grupo de mujeres han comentado en distintas entrevistas que, en más de una década de búsqueda, han encontrado a 316 hijos vivos.

Mientras la agenda bilateral entre México y Estados Unidos concerniente a la migración se limita a una llamada telefónica y una breve reunión ¨de trabajo¨ de los mandatarios, aún no se ponen de acuerdo en acciones urgentes a realizar y … el número de búsquedas aumenta día con día.

Pero ¿qué nos toca hacer como estados para ayudar a aminorar esta problemática de desaparecidos en la frontera con Estados Unidos? De entrada, por instrucción del Gobernador de Guanajuato, Diego Sinhue Rodríguez Vallejo, implementamos una Gobernanza Migratoria desde lo local, como lo impulsa la Organización Internacional para las Migraciones, OIM, y de la cual Guanajuato es referente a nivel nacional. Así mismo, seguimos las recomendaciones del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), incluyendo el atender las necesidades específicas de los familiares de los migrantes desaparecidos, asegurando sus derechos y auxiliando a que tengan acceso a todos los servicios de la Secretaría del Migrante y de otras dependencias de Gobierno del Estado.

El camino de la migración es muy largo y aún hay mucho trecho por recorrer para atender los fenómenos sociales que genera. Mientras tanto, el dolor de quienes tratan de localizar a sus migrantes desaparecidos es muy profundo, aunque su fuerza y voluntad va mucho más allá. Así como hemos hecho con los padres de Adilene, el acompañamiento en las gestiones necesarias es lo mínimo que podemos hacer para sumarnos a su búsqueda y, de comprender, aunque sea un poco, la ausencia que dejaron en sus hogares quienes todavía no regresan de la frontera norte.

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