/ viernes 18 de marzo de 2022

Reforma Migratoria en Estados Unidos:

¿la entregarán demócratas o republicanos?

En el 2020 escribí para CNN Español un artículo titulado “Sobre esos soñadores que transforman naciones”. En él hablaba de esos jóvenes migrantes entre 15 y 35 años que entraron a Estados Unidos de manera indocumentada siendo apenas unos niños. En el 2012 el presidente Barack Obama decretó la llamada Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA, por sus siglas en inglés), el cual brinda beneficios a estos jóvenes como obtener permiso de trabajo, servicios de salud y financiamiento para realizar sus estudios. Tuve que decir que mis padres eran indocumentados para ingresar al programa, comentaron varios de estos “soñadores” con el anhelo de ser aceptados, pero, a su vez, con el temor de que sus seres queridos fueran deportados.

El día de hoy, la preocupación de los “dreamers” no sólo es seguir obteniendo los beneficios de este programa; ahora, el temor de que algún familiar o amigo sea expulsado del país es cada vez mayor, sobre todo porque no se ha logrado ningún avance en materia legislativa. Ya han pasado treinta y cinco años de la última Reforma Migratoria (Ronald Reagan la impulsó en 1986), y el sueño americano de los 11 millones de indocumentados que viven actualmente en la Unión Americana se ha ido apagando día a día desde entonces. En este contexto, algunos especialistas se preguntan ¿cuál será la política que ayude a resolver el tema migratorio, y cuál será el partido que en verdad la defina? El mensaje que se ha dado desde la Casa Blanca es buscar un camino hacia la ciudadanización, sin embargo, las señales son contradictorias.

Por ejemplo, el presidente Joe Biden reanudó en el 2021 el programa Quédate en México, el cual obliga a los solicitantes de asilo a permanecer en territorio mexicano hasta recibir respuesta. Así mismo, exentó de la política denominada Título 42 a los menores de edad no acompañados, con lo cual no serán deportados a sus países de origen. Estas acciones son tomadas por defensores de los derechos humanos como un doble discurso. Por una parte, reconocen la labor humanitaria del Gobierno de los Estados Unidos al brindarles asilo a los ucranianos ante el conflicto bélico que sufren, pero, a su vez, los activistas le cuestionan a Biden ¿qué pasa con los más de 1.7 millones de migrantes detenidos en el 2021?

Si bien el panorama para los migrantes se mantiene incierto (desde hace treinta y cinco años y contando), los republicanos ponen sobre la mesa una iniciativa denominada Dignidad. En términos generales, esta propuesta contempla modificar la seguridad fronteriza para prevenir el abuso con base a la tecnología. Así mismo, establece un programa para otorgar visas de trabajo por cinco años y renovables hasta por diez años (quienes concluyan dicho programa pueden perfilarse para obtener el estatus de residente). En cuanto a los “dreamers”, se ofrece un camino a la legalización permanente a través del trabajo, servicio militar o la educación superior.

No estamos seguros de que esta propuesta madure en el Congreso, lo que sí sabemos es que los migrantes más que soñar siguen con el temor a flor de piel. Para reflexionar sobre esto, recordemos que en el Censo 2020 de Estados Unidos no se cuantificó al 5% de la comunidad latina. ¿Por qué? Muchos líderes migrantes comentan que fue “por miedo”, ya que, para poder participar en el Censo, primero les preguntaron ¿eres ciudadano o no? Muchos prefirieron no contestar ante el temor de ser identificados y expulsados del país.

La iniciativa de los republicanos denominada Dignidad y la Ley de Ciudadanía Estadounidense impulsada por el demócrata Joe Biden son las luces que mantienen encendidas las esperanzas de los migrantes. Ahora bien, para que alguna de las dos propuestas (o una integral, ¿por qué no?) cruce las fronteras legislativas y se convierta en realidad, hace falta voluntad política. Demócratas y republicanos tienen la oportunidad (y obligación) de crear juntos ese camino que no sólo les dé dignidad a quienes siguen en la clandestinidad, sino que les brinde el lugar que se han ganado incluso a costa de sus sueños y de su vida.

Si bien Reagan hace treinta y cinco años legalizó a millones de indocumentados, no fue suficiente para establecer un sistema que facilitara la regulación de más migrantes que siguen llegando a Estados Unidos para cubrir las necesidades laborales de este país. Hoy, para los migrantes el sueño americano es más que seguir un ideal, se trata de mejorar la calidad de vida de sus familias y, de paso, las condiciones económicas, sociales y culturales de la nación que los acogió. Esperemos que, al irse a dormir tanto demócratas como republicanos se pongan de acuerdo aunque sea en sueños (ya sería un gran paso) para sacar adelante una nueva Reforma Migratoria que dé tranquilidad a quienes siguen en vela.


¿la entregarán demócratas o republicanos?

En el 2020 escribí para CNN Español un artículo titulado “Sobre esos soñadores que transforman naciones”. En él hablaba de esos jóvenes migrantes entre 15 y 35 años que entraron a Estados Unidos de manera indocumentada siendo apenas unos niños. En el 2012 el presidente Barack Obama decretó la llamada Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA, por sus siglas en inglés), el cual brinda beneficios a estos jóvenes como obtener permiso de trabajo, servicios de salud y financiamiento para realizar sus estudios. Tuve que decir que mis padres eran indocumentados para ingresar al programa, comentaron varios de estos “soñadores” con el anhelo de ser aceptados, pero, a su vez, con el temor de que sus seres queridos fueran deportados.

El día de hoy, la preocupación de los “dreamers” no sólo es seguir obteniendo los beneficios de este programa; ahora, el temor de que algún familiar o amigo sea expulsado del país es cada vez mayor, sobre todo porque no se ha logrado ningún avance en materia legislativa. Ya han pasado treinta y cinco años de la última Reforma Migratoria (Ronald Reagan la impulsó en 1986), y el sueño americano de los 11 millones de indocumentados que viven actualmente en la Unión Americana se ha ido apagando día a día desde entonces. En este contexto, algunos especialistas se preguntan ¿cuál será la política que ayude a resolver el tema migratorio, y cuál será el partido que en verdad la defina? El mensaje que se ha dado desde la Casa Blanca es buscar un camino hacia la ciudadanización, sin embargo, las señales son contradictorias.

Por ejemplo, el presidente Joe Biden reanudó en el 2021 el programa Quédate en México, el cual obliga a los solicitantes de asilo a permanecer en territorio mexicano hasta recibir respuesta. Así mismo, exentó de la política denominada Título 42 a los menores de edad no acompañados, con lo cual no serán deportados a sus países de origen. Estas acciones son tomadas por defensores de los derechos humanos como un doble discurso. Por una parte, reconocen la labor humanitaria del Gobierno de los Estados Unidos al brindarles asilo a los ucranianos ante el conflicto bélico que sufren, pero, a su vez, los activistas le cuestionan a Biden ¿qué pasa con los más de 1.7 millones de migrantes detenidos en el 2021?

Si bien el panorama para los migrantes se mantiene incierto (desde hace treinta y cinco años y contando), los republicanos ponen sobre la mesa una iniciativa denominada Dignidad. En términos generales, esta propuesta contempla modificar la seguridad fronteriza para prevenir el abuso con base a la tecnología. Así mismo, establece un programa para otorgar visas de trabajo por cinco años y renovables hasta por diez años (quienes concluyan dicho programa pueden perfilarse para obtener el estatus de residente). En cuanto a los “dreamers”, se ofrece un camino a la legalización permanente a través del trabajo, servicio militar o la educación superior.

No estamos seguros de que esta propuesta madure en el Congreso, lo que sí sabemos es que los migrantes más que soñar siguen con el temor a flor de piel. Para reflexionar sobre esto, recordemos que en el Censo 2020 de Estados Unidos no se cuantificó al 5% de la comunidad latina. ¿Por qué? Muchos líderes migrantes comentan que fue “por miedo”, ya que, para poder participar en el Censo, primero les preguntaron ¿eres ciudadano o no? Muchos prefirieron no contestar ante el temor de ser identificados y expulsados del país.

La iniciativa de los republicanos denominada Dignidad y la Ley de Ciudadanía Estadounidense impulsada por el demócrata Joe Biden son las luces que mantienen encendidas las esperanzas de los migrantes. Ahora bien, para que alguna de las dos propuestas (o una integral, ¿por qué no?) cruce las fronteras legislativas y se convierta en realidad, hace falta voluntad política. Demócratas y republicanos tienen la oportunidad (y obligación) de crear juntos ese camino que no sólo les dé dignidad a quienes siguen en la clandestinidad, sino que les brinde el lugar que se han ganado incluso a costa de sus sueños y de su vida.

Si bien Reagan hace treinta y cinco años legalizó a millones de indocumentados, no fue suficiente para establecer un sistema que facilitara la regulación de más migrantes que siguen llegando a Estados Unidos para cubrir las necesidades laborales de este país. Hoy, para los migrantes el sueño americano es más que seguir un ideal, se trata de mejorar la calidad de vida de sus familias y, de paso, las condiciones económicas, sociales y culturales de la nación que los acogió. Esperemos que, al irse a dormir tanto demócratas como republicanos se pongan de acuerdo aunque sea en sueños (ya sería un gran paso) para sacar adelante una nueva Reforma Migratoria que dé tranquilidad a quienes siguen en vela.