/ domingo 18 de septiembre de 2022

Publican una nueva versión de Tabaquería

El poema más conocido de Fernando Pessoa aparece en una traducción de Marco Antonio Campos, en un libro que incluye seis ensayos, el primero de Octavio Paz, y dos cuentos de Pessoa

Fumador, bebedor, derrotado ante sus propios ojos, solitario por voluntad propia, sombra deambulante entre los cafés y las tabernas de Lisboa, con apenas un libro publicado en vida, pero con un baúl repleto de convulsos manuscritos, así se recuerda a Fernando Pessoa (1888-1935), uno de los más grandes poetas portugueses del siglo XX, sino es que el mayor de todos ellos.

Pero en realidad Pessoa nunca estuvo solo, pues —además de haber compartido tertulias y espacios en algunas revistas con sus contemporáneos— en su interior había una multitud de poetas con los que dialogaba en la lucidez de su imaginación. Heterónimos tan vivos y distintos, que no podrían llamárseles exactamente alter egos: Alberto Caeiro, Ricardo Reis y Álvaro de Campos, los más conocidos.

Bajo el nombre de este último, Pessoa escribió su poema por excelencia, Tabaquería, del cual recientemente Ediciones El Tucán de Virginia ha publicado una nueva versión al español, hecha por el también poeta Marco Antonio Campos, quien charló con El Sol de México sobre el proceso de su traducción y las razones por las que este poema, así como la obra en general de Pessoa, sigue siendo de gran interés en nuestros días.

SINTESIS DEL FRACASO

“El poema de Tabaquería aparece en 1930, cinco años antes de su muerte, ya luce más como un testamento que un elogio a cualquier tipo de modernidad. Es un epítome de su vida, una síntesis del hombre que fracasó en todo”, comentó el también narrador, quien sugiere que Pessoa había intuido con este poema que la “trabajada desdicha” nos podía conducir al centro mismo de la condición humana.

Fervoroso creyente de que la esencia y objetivo de la poesía es emocionar y hacer sentir en los lectores las sensaciones y sentimientos de los poetas, Marco Antonio Campos afirmó que Pessoa logra este cometido con gran efectividad, pues “leyendo el principio de Tabaquería inmediatamente uno siente la emoción, la tristeza, todo el aspecto nihilista del poema: No soy nada./ Nunca seré nada./ No puedo querer ser nada./ Aparte de eso, tengo en mí todos los sueños del mundo”.

La poesía, afirma, “debe ser sentimental, en el buen sentido, y tocar las raíces del alma, como decía Bonifaz Nuño: ‘Hay que arrancarse las vísceras’”.

Esta nueva versión del poema está acompañada por una serie de ensayos de varios autores y, a manera de apéndice, dos cuentos escritos por Pessoa, La noche ilegible y La puerta.

El primero de los ensayos es de Octavio Paz, que funge como precursor de las lecturas que se hacen en español del poeta portugués; mientras que los otros cinco ensayos que le siguen proponen miradas contemporáneas de”, estos fueron escritos por Nuno Júdice, Horacio Costa, José Javier Villarreal, Luis María Marina y Víctor Manuel Mendiola.

LAS TRADUCCIONES SÓLO SE ABANDONAN

Evocando la “avasalladora imperfección” que obligaba al poeta José Emilio Pacheco a corregir tanto sus propios poemas como sus traducciones, Marco Antonio Campos, relató que él ya había publicado una primera versión de Tabaquería con la Universidad Autónoma Metropolitana Azcapotzalco en 1981, más nunca dio por terminada su labor.

“Todo trabajo literario es dable a que uno continue su corrección. En estos 40 años que han pasado de la primera versión he tratado que el poema se parezca cada vez más a lo que hizo Pessoa. Si yo publiqué antes esa traducción fue porque creí que en ese momento era lo que más podía dar como traductor. Pero, si Paul Valery decía que los poemas no se terminan, simplemente se abandonan, yo creo que también a las traducciones les pasa lo mismo: un buen día se vuele a ellas, para después darles otro punto final que en realidad nunca se sabe si será el último”.

Con 30 libros de versiones al español de clásicos de la poesía universal —entre ellos Charles Baudelaire, Arthur Rimbaud, Ungaretti, Cesare Pavese, Georg Trakl y Drummond de Andrade— Marco Antonio Campos asegura tener una preferencia por las traducciones con un acercamiento literal, en los que la musicalidad y el sentido sean lo más próximos a los poemas originales.

“Lo que tiene que pasar necesariamente es que las traducciones se lean como poemas y que no se sientan como prosa, si no hay música en el poema, automáticamente un poema se vuelve en prosa. En el caso de Pessoa es muy peligroso porque él juega mucho con los prosaísmos, algo que resulta aún más complejo de traducir en comparación a sus poemas escritos con rima y metro”.

OTRAS VERSIONES

Para su versión, contó Antonio Campos, tomó como referentes las escritas por el poeta argentino Rodolfo Alonso y Octavio Paz, cuyas lecturas también fueron ejemplo para su traducción de 1981; así como las más recientes hechas por Miguel Ángel Flores y el poeta Mario Bojórquez, quien actualmente está en el proceso de traducción de toda la obra del portugués.

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Sobre la influencia de Paz, Marco Antonio Campos recordó que cuando se publicó su primera Tabaquería, el nobel de literatura no lo tomó bastante bien, y que este preguntaba el por qué de otra traducción, como dando a entender que no era necesario si ya existía la suya:

“En el caso de Paz y Alonso, yo creía que podía hacer algo más, porque Paz se tomaba a veces grandes libertades en sus traducciones —que las hacía muy bien porque era un buen traductor—, pero lo que yo quería era alcanzar esa fidelidad de la que ya he hablado. Así que yo hice mi propia versión”, concluyó Campos.

Fumador, bebedor, derrotado ante sus propios ojos, solitario por voluntad propia, sombra deambulante entre los cafés y las tabernas de Lisboa, con apenas un libro publicado en vida, pero con un baúl repleto de convulsos manuscritos, así se recuerda a Fernando Pessoa (1888-1935), uno de los más grandes poetas portugueses del siglo XX, sino es que el mayor de todos ellos.

Pero en realidad Pessoa nunca estuvo solo, pues —además de haber compartido tertulias y espacios en algunas revistas con sus contemporáneos— en su interior había una multitud de poetas con los que dialogaba en la lucidez de su imaginación. Heterónimos tan vivos y distintos, que no podrían llamárseles exactamente alter egos: Alberto Caeiro, Ricardo Reis y Álvaro de Campos, los más conocidos.

Bajo el nombre de este último, Pessoa escribió su poema por excelencia, Tabaquería, del cual recientemente Ediciones El Tucán de Virginia ha publicado una nueva versión al español, hecha por el también poeta Marco Antonio Campos, quien charló con El Sol de México sobre el proceso de su traducción y las razones por las que este poema, así como la obra en general de Pessoa, sigue siendo de gran interés en nuestros días.

SINTESIS DEL FRACASO

“El poema de Tabaquería aparece en 1930, cinco años antes de su muerte, ya luce más como un testamento que un elogio a cualquier tipo de modernidad. Es un epítome de su vida, una síntesis del hombre que fracasó en todo”, comentó el también narrador, quien sugiere que Pessoa había intuido con este poema que la “trabajada desdicha” nos podía conducir al centro mismo de la condición humana.

Fervoroso creyente de que la esencia y objetivo de la poesía es emocionar y hacer sentir en los lectores las sensaciones y sentimientos de los poetas, Marco Antonio Campos afirmó que Pessoa logra este cometido con gran efectividad, pues “leyendo el principio de Tabaquería inmediatamente uno siente la emoción, la tristeza, todo el aspecto nihilista del poema: No soy nada./ Nunca seré nada./ No puedo querer ser nada./ Aparte de eso, tengo en mí todos los sueños del mundo”.

La poesía, afirma, “debe ser sentimental, en el buen sentido, y tocar las raíces del alma, como decía Bonifaz Nuño: ‘Hay que arrancarse las vísceras’”.

Esta nueva versión del poema está acompañada por una serie de ensayos de varios autores y, a manera de apéndice, dos cuentos escritos por Pessoa, La noche ilegible y La puerta.

El primero de los ensayos es de Octavio Paz, que funge como precursor de las lecturas que se hacen en español del poeta portugués; mientras que los otros cinco ensayos que le siguen proponen miradas contemporáneas de”, estos fueron escritos por Nuno Júdice, Horacio Costa, José Javier Villarreal, Luis María Marina y Víctor Manuel Mendiola.

LAS TRADUCCIONES SÓLO SE ABANDONAN

Evocando la “avasalladora imperfección” que obligaba al poeta José Emilio Pacheco a corregir tanto sus propios poemas como sus traducciones, Marco Antonio Campos, relató que él ya había publicado una primera versión de Tabaquería con la Universidad Autónoma Metropolitana Azcapotzalco en 1981, más nunca dio por terminada su labor.

“Todo trabajo literario es dable a que uno continue su corrección. En estos 40 años que han pasado de la primera versión he tratado que el poema se parezca cada vez más a lo que hizo Pessoa. Si yo publiqué antes esa traducción fue porque creí que en ese momento era lo que más podía dar como traductor. Pero, si Paul Valery decía que los poemas no se terminan, simplemente se abandonan, yo creo que también a las traducciones les pasa lo mismo: un buen día se vuele a ellas, para después darles otro punto final que en realidad nunca se sabe si será el último”.

Con 30 libros de versiones al español de clásicos de la poesía universal —entre ellos Charles Baudelaire, Arthur Rimbaud, Ungaretti, Cesare Pavese, Georg Trakl y Drummond de Andrade— Marco Antonio Campos asegura tener una preferencia por las traducciones con un acercamiento literal, en los que la musicalidad y el sentido sean lo más próximos a los poemas originales.

“Lo que tiene que pasar necesariamente es que las traducciones se lean como poemas y que no se sientan como prosa, si no hay música en el poema, automáticamente un poema se vuelve en prosa. En el caso de Pessoa es muy peligroso porque él juega mucho con los prosaísmos, algo que resulta aún más complejo de traducir en comparación a sus poemas escritos con rima y metro”.

OTRAS VERSIONES

Para su versión, contó Antonio Campos, tomó como referentes las escritas por el poeta argentino Rodolfo Alonso y Octavio Paz, cuyas lecturas también fueron ejemplo para su traducción de 1981; así como las más recientes hechas por Miguel Ángel Flores y el poeta Mario Bojórquez, quien actualmente está en el proceso de traducción de toda la obra del portugués.

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Sobre la influencia de Paz, Marco Antonio Campos recordó que cuando se publicó su primera Tabaquería, el nobel de literatura no lo tomó bastante bien, y que este preguntaba el por qué de otra traducción, como dando a entender que no era necesario si ya existía la suya:

“En el caso de Paz y Alonso, yo creía que podía hacer algo más, porque Paz se tomaba a veces grandes libertades en sus traducciones —que las hacía muy bien porque era un buen traductor—, pero lo que yo quería era alcanzar esa fidelidad de la que ya he hablado. Así que yo hice mi propia versión”, concluyó Campos.

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