/ domingo 21 de enero de 2024

¿Cómo manifiesto mi fe y mi esperanza en este mundo lleno de dudas y de corrupción?

Hoy, San Marcos nos presenta el inicio de la predicación de Jesús con un fuerte llamado a la conversión. San Marcos hoy nos hace un interesante resumen de la presentación de Jesús. En primer lugar, Jesús parece escoger el momento menos propicio: “Después de que arrestaron a Juan el Bautista”. Es el momento de peligro y de persecución. El momento de dificultad y de problemas que parecería asustar a otros emisarios, para Jesús es el tiempo de gracia, el tiempo cumplido, el tiempo del Señor. Quizás esto lo debamos resaltar nosotros: en el conflicto, Dios se hace presente y acompaña a su pueblo. Hoy es un kairós, es decir un tiempo de gracia, un tiempo de Dios.

¿Cuál es el tema central de la Palabra? El reino de Dios es la síntesis de toda la predicación y el programa de Jesús. Su tema esencial y el centro de su actividad, de sus palabras y de sus obras. “El reino de Dios está cerca”. Se han cumplido los plazos y se exige a los hombres una respuesta a este gran don: la conversión y la fe. El reino de Dios se hace presente en el mismo Jesús, en el perdón que ofrece a los pecadores, en la expulsión de los demonios, en la curación de los enfermos, en la liberación de los marginados.

El reino del que habla Jesús no se identifica con algún programa político, ni con sistemas económicos o ideologías nuevas. Si lo entendiéramos así, caeríamos en rasgos superficiales y acomodaticios. Cristo viene a ofrecer -a ofrecerse Él mismo- una nueva concepción del hombre al mirarlo tan cerca de Dios Padre, a hacerle sentir que Dios comparte su historia, a romper las fronteras de los pueblos y a abrir la luz de su amor a todas las naciones, como en el texto de Jonás, y a situar la verdadera felicidad no en las cosas sino en el corazón de la persona.


Conversión, giro de vida


¿Cómo hacer para que este reino que proclama Jesús se haga presente entre nosotros? Ciertamente el hombre no adquiere así nada más la paz tan amenazada, la justicia tan pisoteada, la libertad tan oprimida o la vida tan despreciada. Al mismo tiempo que se proclama la cercanía del reino, se nos proponen la conversión y la fe como los caminos para alcanzar este reino. Conversión, este concepto tan querido por el Papa Francisco, significa un cambio de mentalidad, un cambio de valores, un nacer nuevo por la presencia del Espíritu. Es el pasar de las tinieblas a la luz. Es dejar al hombre viejo y convertirse en un hombre nuevo. No son los propósitos fáciles, sino la verdadera transformación interior. Dejarse tocar por Jesús cambia de raíz toda nuestra vida. Y este cambio se nota por la nueva actitud en la familia, en los grupos y en la sociedad.

Es mentira que cambiamos si seguimos conviviendo con la corrupción y la infidelidad, no es cierto nuestro arrepentimiento si nos hacemos cómplices de la injusticia. Esta transformación es el gran regalo que nos otorga Jesús, pero requiere el esfuerzo humano. Arrepentirse requiere dejar ese modus vivendi confortable e indiferente, para incendiarnos del fuego del amor de Jesús y llevarlo a todos nuestros rincones. Es incendiar de luz y de esperanza cada instante de nuestra existencia. Arrepentirse y creer implica la doble dinámica de vaciarse de uno mismo y dejarse llenar de Dios. No es la negación del hombre, es la negación de su egoísmo y la afirmación de su verdadera dignidad como hijo de Dios. Jesús, igual que a Simón y a Andrés, igual que a Santiago y a Juan, nos mira, nos llama y nos invita a construir su reino, a dejar nuestras redes y enredos, para dar vida.

Hoy abrimos nuestro corazón al grito jubiloso con que inicia su predicación Jesús y nos dejamos llenar de sus palabras. Queremos un verdadero cambio, aunque esto implica rasgar y destruir la corrupción. ¿Qué hay en mi corazón que debo cambiar porque me aleja del reino? ¿Qué lacras descubro en mi sociedad que no están de acuerdo con el reino predicado por Jesús? ¿Cómo manifiesto mi fe y mi esperanza en este mundo tan lleno de dudas y de corrupción? ¿Estoy dispuesto a acompañar a Jesús en la gran aventura de la construcción del reino?


Obispo de la Diócesis de Irapuato

Facebook @ObispodeIrapuato

Hoy, San Marcos nos presenta el inicio de la predicación de Jesús con un fuerte llamado a la conversión. San Marcos hoy nos hace un interesante resumen de la presentación de Jesús. En primer lugar, Jesús parece escoger el momento menos propicio: “Después de que arrestaron a Juan el Bautista”. Es el momento de peligro y de persecución. El momento de dificultad y de problemas que parecería asustar a otros emisarios, para Jesús es el tiempo de gracia, el tiempo cumplido, el tiempo del Señor. Quizás esto lo debamos resaltar nosotros: en el conflicto, Dios se hace presente y acompaña a su pueblo. Hoy es un kairós, es decir un tiempo de gracia, un tiempo de Dios.

¿Cuál es el tema central de la Palabra? El reino de Dios es la síntesis de toda la predicación y el programa de Jesús. Su tema esencial y el centro de su actividad, de sus palabras y de sus obras. “El reino de Dios está cerca”. Se han cumplido los plazos y se exige a los hombres una respuesta a este gran don: la conversión y la fe. El reino de Dios se hace presente en el mismo Jesús, en el perdón que ofrece a los pecadores, en la expulsión de los demonios, en la curación de los enfermos, en la liberación de los marginados.

El reino del que habla Jesús no se identifica con algún programa político, ni con sistemas económicos o ideologías nuevas. Si lo entendiéramos así, caeríamos en rasgos superficiales y acomodaticios. Cristo viene a ofrecer -a ofrecerse Él mismo- una nueva concepción del hombre al mirarlo tan cerca de Dios Padre, a hacerle sentir que Dios comparte su historia, a romper las fronteras de los pueblos y a abrir la luz de su amor a todas las naciones, como en el texto de Jonás, y a situar la verdadera felicidad no en las cosas sino en el corazón de la persona.


Conversión, giro de vida


¿Cómo hacer para que este reino que proclama Jesús se haga presente entre nosotros? Ciertamente el hombre no adquiere así nada más la paz tan amenazada, la justicia tan pisoteada, la libertad tan oprimida o la vida tan despreciada. Al mismo tiempo que se proclama la cercanía del reino, se nos proponen la conversión y la fe como los caminos para alcanzar este reino. Conversión, este concepto tan querido por el Papa Francisco, significa un cambio de mentalidad, un cambio de valores, un nacer nuevo por la presencia del Espíritu. Es el pasar de las tinieblas a la luz. Es dejar al hombre viejo y convertirse en un hombre nuevo. No son los propósitos fáciles, sino la verdadera transformación interior. Dejarse tocar por Jesús cambia de raíz toda nuestra vida. Y este cambio se nota por la nueva actitud en la familia, en los grupos y en la sociedad.

Es mentira que cambiamos si seguimos conviviendo con la corrupción y la infidelidad, no es cierto nuestro arrepentimiento si nos hacemos cómplices de la injusticia. Esta transformación es el gran regalo que nos otorga Jesús, pero requiere el esfuerzo humano. Arrepentirse requiere dejar ese modus vivendi confortable e indiferente, para incendiarnos del fuego del amor de Jesús y llevarlo a todos nuestros rincones. Es incendiar de luz y de esperanza cada instante de nuestra existencia. Arrepentirse y creer implica la doble dinámica de vaciarse de uno mismo y dejarse llenar de Dios. No es la negación del hombre, es la negación de su egoísmo y la afirmación de su verdadera dignidad como hijo de Dios. Jesús, igual que a Simón y a Andrés, igual que a Santiago y a Juan, nos mira, nos llama y nos invita a construir su reino, a dejar nuestras redes y enredos, para dar vida.

Hoy abrimos nuestro corazón al grito jubiloso con que inicia su predicación Jesús y nos dejamos llenar de sus palabras. Queremos un verdadero cambio, aunque esto implica rasgar y destruir la corrupción. ¿Qué hay en mi corazón que debo cambiar porque me aleja del reino? ¿Qué lacras descubro en mi sociedad que no están de acuerdo con el reino predicado por Jesús? ¿Cómo manifiesto mi fe y mi esperanza en este mundo tan lleno de dudas y de corrupción? ¿Estoy dispuesto a acompañar a Jesús en la gran aventura de la construcción del reino?


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