/ miércoles 20 de julio de 2022

V I C I S I T U D E S | EL PUEBLITO DE LOS ABUELOS

Hace unos días recibí con gran agrado una nota que me pareció interesantísima, muy humana, significativa, y que representa la misión que todos los seres humanos debemos cumplir de acuerdo con nuestras inquietudes, formación y experiencia que la propia vida nos va marcando de la Mano de Nuestro Señor Jesús.

Resulta que en mil novecientos noventa y dos, la señora Barbarita, la señora Bertita, y mi buen amigo Raúl Solalinde decidieron formar un grupo de abuelitas y abuelitos en San Bartolomé Tlaltelulco, Estado de México. Fue el día de la festividad de la Virgen del Carmen que decidieron dar ese gran paso para comenzar tan maravillosa obra. Su objetivo era que los abuelitos y abuelitas, por fin pudiesen contar con un lugar, una casa que fuese digna para ellos y que contara con todos los servicios que requieren los adultos mayores.

La obra fue creciendo con el apoyo de personas comprometidas con la causa, siendo todas ellas muy queridas y reconocidas por los propios abuelitos y abuelitas. La labor que han estado haciendo ya por tres décadas no ha sido nada sencilla, pero el amor con el que lo han hecho florecer, ha dado pie a seguir adelante en esta contundente labor en favor de todos ellos, pues los abuelitos y abuelitas han podido contar desde aquel entonces con servicios médicos, atención integral de acuerdo con sus necesidades, sintiéndose en su propia casa, donde se percibe una vida familiar, que tanta falta les hacía.

Son ya treinta años en donde la Virgen del Carmen, el Sagrado Corazón de Jesús y el Espíritu Santo, han guiado e iluminado esta inigualable misión de hombres y mujeres decididos por dar su vida en bien de tanto adulto mayor que se ve desfavorecido y vulnerable. Es importante comentar cómo comenzó esta aventura señalada por el Dedo de Dios, pues resulta que en aquel mil novecientos noventa y dos, una tía de Raúl Solalinde, le comentó a él que había una señora llamada Refugio que no contaba con pensión alguna ni con ningún tipo de servicio médico y estaba en una situación económica muy precaria.

Raúl trató de buscarle algún lugar donde pudiese Doña Refugio quedarse, pero no pudo hacerlo, por lo que decidió que Doña Refugio se fuera a vivir a casa de Raúl, siendo recibida por su esposa y por sus hijos con mucho cariño y amor, durante los seis años que con ellos vivió.

Ante esta vivencia Raúl tomó como suyo el compromiso de ayudar a los adultos mayores que vivieran en el desamparo y en pobreza extrema, por lo que se inspiró y decidió fundar un lugar donde pudiera brindarles atención integral, alimentos y servicios médicos. En mil novecientos noventa y dos, en San Bartolomé Tlaltelulco, fundó el primer centro de este tipo.

En mil novecientos noventa y cuatro inauguró el Centro Activo para la Tercera Edad. En mil novecientos noventa y ocho constituyó el Centro de Promoción Asistencial. Toda una labor extraordinaria desde aquel entonces, donde siempre se ha buscado promover una mejor calidad de vida a las personas de la tercera edad, respetando su libertad, dignidad, creencias e ideologías. Hoy, a raíz de todo ello, existe la Fundación el Pueblito de los Abuelos, sueño que hizo realidad mi estimado y buen amigo Raúl Solalinde Guerra. Los adultos mayores son el rubro más desprotegido del país. Mtro. Armando.

Hace unos días recibí con gran agrado una nota que me pareció interesantísima, muy humana, significativa, y que representa la misión que todos los seres humanos debemos cumplir de acuerdo con nuestras inquietudes, formación y experiencia que la propia vida nos va marcando de la Mano de Nuestro Señor Jesús.

Resulta que en mil novecientos noventa y dos, la señora Barbarita, la señora Bertita, y mi buen amigo Raúl Solalinde decidieron formar un grupo de abuelitas y abuelitos en San Bartolomé Tlaltelulco, Estado de México. Fue el día de la festividad de la Virgen del Carmen que decidieron dar ese gran paso para comenzar tan maravillosa obra. Su objetivo era que los abuelitos y abuelitas, por fin pudiesen contar con un lugar, una casa que fuese digna para ellos y que contara con todos los servicios que requieren los adultos mayores.

La obra fue creciendo con el apoyo de personas comprometidas con la causa, siendo todas ellas muy queridas y reconocidas por los propios abuelitos y abuelitas. La labor que han estado haciendo ya por tres décadas no ha sido nada sencilla, pero el amor con el que lo han hecho florecer, ha dado pie a seguir adelante en esta contundente labor en favor de todos ellos, pues los abuelitos y abuelitas han podido contar desde aquel entonces con servicios médicos, atención integral de acuerdo con sus necesidades, sintiéndose en su propia casa, donde se percibe una vida familiar, que tanta falta les hacía.

Son ya treinta años en donde la Virgen del Carmen, el Sagrado Corazón de Jesús y el Espíritu Santo, han guiado e iluminado esta inigualable misión de hombres y mujeres decididos por dar su vida en bien de tanto adulto mayor que se ve desfavorecido y vulnerable. Es importante comentar cómo comenzó esta aventura señalada por el Dedo de Dios, pues resulta que en aquel mil novecientos noventa y dos, una tía de Raúl Solalinde, le comentó a él que había una señora llamada Refugio que no contaba con pensión alguna ni con ningún tipo de servicio médico y estaba en una situación económica muy precaria.

Raúl trató de buscarle algún lugar donde pudiese Doña Refugio quedarse, pero no pudo hacerlo, por lo que decidió que Doña Refugio se fuera a vivir a casa de Raúl, siendo recibida por su esposa y por sus hijos con mucho cariño y amor, durante los seis años que con ellos vivió.

Ante esta vivencia Raúl tomó como suyo el compromiso de ayudar a los adultos mayores que vivieran en el desamparo y en pobreza extrema, por lo que se inspiró y decidió fundar un lugar donde pudiera brindarles atención integral, alimentos y servicios médicos. En mil novecientos noventa y dos, en San Bartolomé Tlaltelulco, fundó el primer centro de este tipo.

En mil novecientos noventa y cuatro inauguró el Centro Activo para la Tercera Edad. En mil novecientos noventa y ocho constituyó el Centro de Promoción Asistencial. Toda una labor extraordinaria desde aquel entonces, donde siempre se ha buscado promover una mejor calidad de vida a las personas de la tercera edad, respetando su libertad, dignidad, creencias e ideologías. Hoy, a raíz de todo ello, existe la Fundación el Pueblito de los Abuelos, sueño que hizo realidad mi estimado y buen amigo Raúl Solalinde Guerra. Los adultos mayores son el rubro más desprotegido del país. Mtro. Armando.