/ sábado 9 de junio de 2018

MEJOR MÚSICA PARA UNA MEJOR SOCIEDAD

A través de la historia, la música ha tenido diferentes significados para las sociedades. Las culturas primitivas atribuían su origen a los dioses, y la interpretación de ésta, contenía tintes místicos, buscando crear un ritual que consiguiese atraer bondades, o bien, alejar maleficios.

Posteriormente, en la Edad Media, las instituciones eclesiásticas creaban armonías ligadas totalmente a la religión, luego, las civilizaciones modernas, utilizaban las melodías en rituales de amor, y en actividades intelectuales, además de ser –como hasta ahora- una forma de recreación y espectáculo. Así, conforme las culturas y las mentalidades cambian, también se modifican los géneros musicales, y sin duda, ello ha sido un tema de disenso vinculado con ideas quizás más conservadoras, otras un tanto puristas, o simplemente por la naturaleza crítica del ser humano.

Actualmente, los géneros son más variados, y atienden a la diversidad de ideologías, y ello no es una simple coincidencia, pues el arte forma parte de la superestructura de toda sociedad, la cual está directamente influenciada por la infraestructura, y natural resulta que al padecer violencia y problemas económicos, la música que predomina en el gusto de las mayorías sea degradante, ofensiva e incitante a la delincuencia.

Sin embargo, lo anterior no es una justificante para permitir que la juventud –entendiéndose por ello niños y adolescentes- tengan por costumbre escuchar letras que denotan misoginia, megalomanías, o simplemente palabras insustanciales; pues es una realidad que, al igual que la música tiene la capacidad de hacer variar el humor, también es capaz de modificar valores, y si bien se cree que no hay nada de peligroso en permitir a los menores escuchar lo que se encuentra en tendencia, es de reconsiderarse, ya que de forma subconsciente, queda la persuasión a cometer actos que destruyen el respeto y cualquier forma de armonía.

Si en sus orígenes se creía que la música era un regalo de los dioses, es porque en ella se encuentra belleza, un lenguaje etéreo, y una oportunidad de comunicación con total expresividad. También se considera como un lenguaje universal, que une a personas de distintas partes del mundo. Por lo tanto no se debe desdeñar lo que puede llegar a significar una melodía, o el aprendizaje de un instrumento, para un niño o un adolescente, porque con eso, se puede salvar a una persona de caer en violencia, en vicios y perdición en general, y poco a poco, sumándose todas esas personas que prefieren entender el mundo de una forma positiva, la sociedad, indudablemente mejorará.


lucia.gallardonoriega@gmail.com

A través de la historia, la música ha tenido diferentes significados para las sociedades. Las culturas primitivas atribuían su origen a los dioses, y la interpretación de ésta, contenía tintes místicos, buscando crear un ritual que consiguiese atraer bondades, o bien, alejar maleficios.

Posteriormente, en la Edad Media, las instituciones eclesiásticas creaban armonías ligadas totalmente a la religión, luego, las civilizaciones modernas, utilizaban las melodías en rituales de amor, y en actividades intelectuales, además de ser –como hasta ahora- una forma de recreación y espectáculo. Así, conforme las culturas y las mentalidades cambian, también se modifican los géneros musicales, y sin duda, ello ha sido un tema de disenso vinculado con ideas quizás más conservadoras, otras un tanto puristas, o simplemente por la naturaleza crítica del ser humano.

Actualmente, los géneros son más variados, y atienden a la diversidad de ideologías, y ello no es una simple coincidencia, pues el arte forma parte de la superestructura de toda sociedad, la cual está directamente influenciada por la infraestructura, y natural resulta que al padecer violencia y problemas económicos, la música que predomina en el gusto de las mayorías sea degradante, ofensiva e incitante a la delincuencia.

Sin embargo, lo anterior no es una justificante para permitir que la juventud –entendiéndose por ello niños y adolescentes- tengan por costumbre escuchar letras que denotan misoginia, megalomanías, o simplemente palabras insustanciales; pues es una realidad que, al igual que la música tiene la capacidad de hacer variar el humor, también es capaz de modificar valores, y si bien se cree que no hay nada de peligroso en permitir a los menores escuchar lo que se encuentra en tendencia, es de reconsiderarse, ya que de forma subconsciente, queda la persuasión a cometer actos que destruyen el respeto y cualquier forma de armonía.

Si en sus orígenes se creía que la música era un regalo de los dioses, es porque en ella se encuentra belleza, un lenguaje etéreo, y una oportunidad de comunicación con total expresividad. También se considera como un lenguaje universal, que une a personas de distintas partes del mundo. Por lo tanto no se debe desdeñar lo que puede llegar a significar una melodía, o el aprendizaje de un instrumento, para un niño o un adolescente, porque con eso, se puede salvar a una persona de caer en violencia, en vicios y perdición en general, y poco a poco, sumándose todas esas personas que prefieren entender el mundo de una forma positiva, la sociedad, indudablemente mejorará.


lucia.gallardonoriega@gmail.com